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El misterio de la muerte del armador de bombas

Terry Jupp trabajaba en un experimento secreto sobre la fabricación casera de explosivos en Al Qaeda

Algo salió mal y la mezcla de pintura y explosivos que el químico del Ministerio de Defensa británico Terry Jupp manipulaba prendió y convirtió su cuerpo en una bola de fuego. Era el 14 de agosto de 2002 y Jupp murió seis días después en el hospital a consecuencia de las quemaduras, que afectaron al 80% de su cuerpo.

Los dos supervisores del experimento fueron acusados de negligencia y llevados ante la justicia al poco tiempo, pero la naturaleza clasificada del experimento lastró el proceso hasta que los cargos fueron definitivamente retirados en 2005. La mujer y los dos hijos de Jupp siguen a día de hoy sin una respuesta sobre la causa de su muerte.

El diario británico The Guardian aporta hoy más datos sobre la naturaleza del experimento que costó la vida al científico. Unos meses después de los atentados del 11-S, los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido establecieron grupos de trabajo sobre las posibilidades de fabricación de bombas caseras por parte de grupos terroristas. En concreto, existía preocupación por la posibilidad de fabricar las conocidas como bombas sucias, que combinan material radiactivo con explosivos a fin de diseminarlo por el aire. Sus efectos en una zona densamente poblada podrían hacerla inhabitable durante años.

Bomba sucia

"Buscaban los explosivos más susceptibles de ser utilizados para diseminar el material radiactivo", afirma un científico estadounidense consultado por el diario. "Querían saber cómo de grande podía ser una de esas bombas y a qué distancia podía enviar la radiación. Experimentaban con productos químicos disponibles en una droguería para ver cómo de fuerte podía ser la explosión", añade. De esta forma, actuando como lo harían los terroristas, los gobiernos esperaban adelantárseles.

Aunque no existen pruebas de que Jupp trabajara en un experimento con radiación, el lugar del accidente, el centro de pruebas de Shoeburysness, es utilizado para desmantelar armas nucleares que han terminado ya su vida operativa.

"Las dificultades que la naturaleza del caso presenta son tales que no puedo utilizar apenas información ante el tribunal", dijo el fiscal en marzo del año pasado antes de retirar los cargos. Esto sucedió después de que el mismo Fiscal General de entonces, Lord Goldsmith, revisara el caso. La negativa de varios científicos americanos a declarar dificultó también el caso. Fuentes de Defensa confirmaban al diario británico que no querían que la naturaleza del experimento saliera a la luz.

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