La Iglesia Católica de Inglaterra pide al Vaticano que reconsidere el Celibato
El arzobispo de Westminster, Cormac Murphy O'Connor, sostiene que el Vaticano debería permitir que los hombres casados pudieran ser sacerdotes
Cormac Murphy O'Connor, arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Inglaterra y Gales, sostiene que el Vaticano debería replantearse su posición sobre el celibato del clero y permitir que los hombres casados puedan ser sacerdotes, según una entrevista que publica el diario Financial Times.
"Nosotros tenemos un cierto número de antiguos anglicanos en esta diócesis que están casados. Si usted me dice '¿cree que la Iglesia podría cambiar y ordenar a muchos hombres casados? La respuesta es 'sí, podría'".
No es ésta la primera vez que O'Connor cuestiona el celibato sacerdotal. Ya en el año 2000, poco después de ser nombrado arzobispo de Westminster, causó una gran tormenta mediática al declarar que el celibato sacerdotal "es una normativa eclesial que podría modificarse" y añadir que de su regulación "se hablará en el futuro".
Por otra parte, Murphy O'Connor, a quien se le atribuye una línea teológica más liberal que la de Benedicto XVI, alaba en sus declaraciones al Sumo Pontífice: "La gente", explica, "va ahora a Roma, no tanto a ver al Papa como a escuchar lo que dice. El Papa Juan Pablo II captaba la imaginación de la gente con sus gestos y su proximidad. Este Papa capta la mente y los corazones de la gente por lo que enseña y predica".
El primero en no morir en el cargo
Murphy O'Connor presentó el pasado verano al Papa, al cumplir los 75 años, su renuncia al cargo de arzobispo de Westminster, porque, según dice, quiere ser el primero de la historia en no morir en el puesto. El Papa le indicó que debía continuar al menos un año más.
Algunos detalles de la elección de Benedicto XVI en el cónclave cardenalicio de 2005 han quedado vívamente grabados en la memoria de O'Connor, que los relata con un toque de humor, parodiando las teorías de la conspiración antivaticanistas.
"Nadie podía ponerse en contacto con nosotros. Algunos tenían teléfonos móviles, pero si tratabas de usarlos no funcionaban. Habían bloqueado los teléfonos móviles. No sé cómo lo hicieron, pero lo hicieron. Cada día nos mirábamos los unos a los otros y pensábamos 'Dios, algún desdichado va a salir de aquí Papa'".
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