Las copias de los zapatos bicolores de Chanel invaden el ‘low cost’
Cuando parecía que el cupo de clones de este modelo estaba cubierto, las nuevas colecciones nos desvelan decenas de imitaciones. Los escarpines de la maison francesa ya son un clásico atemporal al que pocas parecen resistirse.
«Son el toque de elegancia definitivo», solía decir la propia Coco Chanel de sus zapatos bicolor. Han pasado más de cinco décadas desde su creación en 1957 y la frase de la diseñadora sigue más vigente que nunca. Si hace unos años se convirtieron en parte esencial del zapatero de Brigitte Bardot, Catherine Deneuve o Jane Fonda; desde hace unos meses no hay it-girl que no se haya hecho con los suyos. Los ‘slingback’ o escarpines de Chanel son tan versátiles y atemporales que parecen diseñados ayer. Se han convertido en símbolo de la casa francesa a la altura del little black dress, el deseado bolso 2.55, la chaqueta de tweed o el perfume Chanel Nº5. El diseño nude con puntera negra ha sido versionado en toda clase de acabados, texturas y siluetas pero el diseño predilecto de las influencers los últimos tiempos es el destalonado con tacón midi. El mismo que Karl Lagerfeld recuperó en su desfile para el pasado invierno y al que dedicó una oda en forma de varias piezas audiovisuales. El que calza Lindsey Wilson en la campaña otoño-invierno 2015/2016 de la enseña y se cuela en bucle infinito en blogs y semanas de la moda. Ese que tiene decenas de clones en el universo low cost.
Desde que el icónico modelo volviese a ponerse de rabiosa actualidad, las tiendas de moda pronta no dudaron en acercar sus inspiraciones a las masas. Cuando parecía que el cupo de copias y versiones baratas estaba cubierto (los últimos meses hemos asistido a una verdadera plaga), llegan las nuevas colecciones para demostrarnos que lejos de desaparecer, las imitaciones de los ‘slingback’ son más abundantes y logradas que nunca. Zara se marca una versión muy parecida pero monocolor (al igual que Mango) y remata la jugada con un diseño con la puntera negra pero cerrado. Uterqüe apuesta por una versión casi clavada y otras firmas como River Island, la asiática Romwe, la máquina de copiar zapatos Loeil o Storets prueban suerte con sus inspiraciones. Las copias cada vez son más descaradas y la calidad y los materiales empleados están a años luz de la piel de cordero –aunque existen versiones en pieles más exóticas– con la que están confeccionados los originales que cuestan 650 euros y necesitan 75 pasos para su confección.
Resulta llamativo cómo el modelo ha llegado a los catálogos online de marcas como Reformation que, a pesar de no comercializar ni los originales ni ninguna imitación propia, los utiliza para combinar sus diseños y hacerlos más aspiracionales. Los zapatos combinan a la perfección con los vestidos modernos de la firma estadounidense demostrando las infinitas posibilidades del binomio nude-negro. «Salimos por la mañana de beis y negro, almorzamos de beis y negro, vamos a un cóctel de beis y negro», dijo la creadora a finales de los años 50. Por eso sus zapatos tenían que llevar sus dos colores fetiche. En aquel momento la idea resultó revolucionaria –como todo lo que hacía Coco– ya que borró de golpe y plumazo dos reglas de oro de la época: utilizar calzado de un solo color y combinarlo con el resto del estilismo. Otra de las claves por las que siguen triunfando en plena era de los zapatos feístas es por lo favorecedores que resultan. El nude alarga visualmente la longitud de las piernas y la puntera negra acorta la longitud del pie. «El zapato bicolor se ha convertido en el zapato más moderno y hace las piernas más bonitas», ha llegado a afirmar Karl Lagerfeld. La propia Coco lo tenía claro y era frecuente verla calzándolos.
A lo largo de los años, numerosos desfiles y campañas de la firma han apostado por el icónico zapato. La versión más clásica (tacón de 5 centímetros, destalonados y con hebilla) fue durante mucho tiempo el calzado fetiche de los shows de la maison. La imagen de la modelo y musa de Coco, Vera Valdez, luciéndolos en los años 50 o de Inès de la Fressange llevándolos sobre la pasarela ya forman parte de la historia de la moda. A pesar de las reinterpretaciones (la idea ha llegado a trasladarse a botas, zapatillas o sandalias), el diseño que arrasa en ventas a día de hoy apenas presenta cambios respecto a los originales y, lejos de ser un capricho de temporada, es una de esas piezas atemporales en las que cualquier experto en moda recomendaría invertir.
Inspirada en los zapatos masculinos del momento que llevaban la puntera oscura para camuflar las manchas, Coco diseñó el tacón –cuadrado y no demasiado alto– para adaptarse a las nuevas necesidades de una mujer que, sobre todo, deseaba primar la comodidad. Con ayuda del zapatero Massaro logró hacer elástica la tira trasera para permitir mayor libertad de movimiento al pie. Casi 60 años después, en plena fiebre por las zapatillas de deporte y sumergidos en una guerra a la dictadura de los tacones asesinos, los escarpines bicolor siguen simbolizando que el diseño no tiene que estar reñido con la comodidad y que lo cómodo tampoco es sinónimo de feo o de aburrido. Las editoras de moda, las expertas en tendencias, las celebrities (Lily Rose Depp, Alexa Chung o Miroslava Duma los han lucido), las estilistas y también las egoblogueras tienen claro que los zapatos bicolor lo mismo hacen buena pareja con unos vaqueros rotos que con un sofisticado vestido de cóctel. Lo demostró Lagerfeld cuando se los calzó a las 98 modelos de su colección prêt-à-porter del invierno pasado. Puede que haya decenas de clones invadiendo las cadenas low cost pero solo habrá unos ‘slingback’ y la admiración que generan va más allá del sistema que engulle las tendencias con carácter bianual.
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