La moda se moja: cómo ‘Vote’ se ha convertido en el eslogan de la temporada
Diseñadores y grandes cadenas han lanzado multitud de prendas que animan al voto en las próximas elecciones de Estados Unidos. Celebrities como Diane Keaton, Kerry Washington o Katie Holmes ya las han convertido en su uniforme.
Cuando el diseñador estadounidense Christian Siriano presentó hace un par de semanas su colección primavera-verano 2021 no cabía duda que sería cuestión de –poco– tiempo ver a alguna celebridad enfundada en su vestido estampado con la palabra «vote» («vota»). Fue la actriz Laura Linney quien lo eligió solo unos días después como atuendo para asistir a una extraña edición virtual de los Emmy, que dejó numerosas reivindicaciones políticas más estampadas en camisetas. Lejos de la anécdota de una gala de premios bastante particular, animar al voto a través de sudaderas, botas y hasta mascarillas se ha convertido en el pan de cada día para actrices de la talla de Diane Keaton, Kerry Washington, Olivia Wilde o Laura Dern; modelos como Kendall Jenner, Bella Hadid, Hailey Bieber o Karlie Kloss (quien, por cierto, está casada con Joshua Kushner, cuñado de Ivanka Trump) y toda suerte de personajes públicos como la cocinera Alison Roman.
Al contrario de lo que ocurre en países como España, en Estados Unidos es necesario registrarse con antelación para votar. De ahí que la campaña para convencer a los ciudadanos de la importancia de asistir a las urnas el próximo 3 de noviembre haya empezado hace días y que las celebridades estén usando su poder prescriptor para advertir a sus millones de seguidores de la necesidad de posicionarse en un momento clave para el futuro del país. Para lograrlo, las estrellas del cine y de la televisión, de las pasarelas o de las redes sociales han hecho buen acopio de la cantidad de diseños que han aparecido en el mercado con la misma intención.
El diseñador zapatero Stuart Weitzman, por ejemplo, ha relanzado sus famosas botas 5050, creadas en 1993, grabadas ahora con las cuatro letras –»Vote»– en blanco, que ya han lucido Jill Biden, mujer del candidato demócrata Joe Biden; la actriz Selma Blair o las modelos Karlie Kloss y Amber Valletta. Si bien el diseño, valorado en 700 dólares, no es apto para todos los bolsillos, existen opciones más asequibles para posicionarse. Bien lo sabe Kate Bosworth, que se dejó ver paseando con una camiseta de H&M en la que podía leerse «Go vote» o Katie Holmes, que eligió una de Old Navy que no llega a los 15 euros. Marcas de precio medio consideradas como epítome de lo cool –sirvan como ejemplo Staud, La Ligne o Clare V– también han lanzado un amplio surtido de merchandising político que incluye pendientes, bolsos, sudaderas o las mascarillas de rigor. La lista podría seguir unos cuantos ejemplos más citando a diseñadores como Gabriela Hearst, Off-White, Pyer Moss o Michael Kors, que también han hecho lo propio, sin olvidar las tiendas neoyorquinas –Saks Fifth Avenue o Bode– en las que se ofrece ayuda a los clientes para facilitarles el proceso de registro.
Si bien la mayoría prefieren animar al voto sin mojarse, diseñadores como Thakoon Panichgul, Altuzarra o Tory Burch han creado productos específicos para apoyar a Joe Biden y otras como Patagonia han ido un paso más allá dea. La marca de ropa deportiva ha incluido en sus etiquetas un mensaje tan visceral como claro: «Vote the assholes out» (algo así como «vota para echar a los gilipollas»). La acción no tardó en viralizarse en redes sociales y, si bien algunos pusieron en duda en un principio la autenticidad de las etiquetas, el portavoz de la compañía, Corley Kenna, no dudó en confirmarla. Por si hubiera dudas, el mensaje político ha empapelado la web de la marca posicionándose contra Trump y los negacionistas del cambio climático. El eslogan se ha convertido en uno de los virales de estas elecciones compartidos en redes sociales por estrellas como Laura Dern.
Más allá de la ropa, las celebrities están llevando a cabo todo tipo de acciones para animar al voto. Las tácticas van desde ofrecer clases de cocina (Florence Pugh) hasta colgar fotos sugerentes (Zoë Kravitz) pasando por engañar a sus seguidores (Kerry Washington) con un mismo objetivo: lograr que los millones de personas que las siguen en redes sociales se registren para votar. La protagonista de Scandal fue una de las más ocurrentes al publicar un tuit en el que anunciaba la llegada de «Scandal, la película» y pedía hacer clic en un link para obtener más información. Por supuesto, al pinchar los tuiteros se topaban con una web destinada al registro de cara a las lecciones.
SCANDAL THE MOVIE. Click the link for more info... https://t.co/4PWLyuy9Xd pic.twitter.com/pQgXR85v4o
— kerry washington (@kerrywashington) September 22, 2020
¿Compromiso u oportunidad de negocio?
La relación entre moda y política viene de largo y se ha visto reforzada durante el mandato de Trump. El veto migratorio del presidente o sus peregrinas medidas contra los derechos reproductivos femeninos han despertado la creatividad y, sobre todo, el espíritu combativo, de firmas como Opening Ceremony, que en 2017 lanzó una colección contra el veo migratorio, o la larga lista de diseñadores y etiquetas –Prabal Gurung, Zadig & Voltaire o Dior, entre otros– que iniciaron la moda de las camisetas feministas; algunos con fines solidarios y otros puramente comerciales.
Fue entonces cuando se abrió un debate que sigue siendo pertienente hoy: ¿se trata de un compromiso real de las firmas o una estrategia comercial más? Como ocurrió entonces, muchas de las marcas citadas están donando parte de los beneficios de su merchandising político a organizaciones estadounidenses comprometidas con los ciudadanos en diversos ámbitos o a aquellas que, como la popular I am a voter, trabajan para concienciar sobre la importancia del voto para consolidar la democracia. Sin embargo, surgen prendas cuyas condiciones de fabricación podrían ser contrarias a cualquier reivindicación en favor de los derechos humanos u otras que, simplemente, se suman al carro para engrosar la caja. No en vano las prendas con el mensaje «Vote» están incrementando sus búsquedas un 29% a la semana, según el agregador de artículos de moda Lyst y, según la agencia Devries, el 60% de los estadounidenses aprueba que las marcas de moda animen a votar y el 65% apoya a las marcas involucradas en política.
Aunque esta estrategia se presenta como una oportunidad idónea para conectar con los consumidores en un momento de crisis global, los clientes exigen más que nunca que aquellas compañías comprometidas con cualquier causa, lo sean más allá de un eslogan. El compromiso es positivo siempre que sea real y acorde a los valores de marca. La diseñadora Ana Locking lo resumía así para S Moda a colación de la fiebre por las camisetas feministas: «Cualquier apoyo para que un movimiento sea más visible en la sociedad es positivo. Hay distintos canales para llegar a distintos segmentos de la sociedad y creo que la moda es un buen canal para llegar a un gran público». Parece que las celebrities tienen claro que si ponerse una camiseta puede aumentar la participación en las urnas –con el consiguiente resultado negativo para Trump, más necesario ahora que nunca– merece la pena intentarlo.
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