_
_
_
_

Trabajar por vocación, ¿un sueño hecho realidad o una excusa para la precariedad?

Las nuevas generaciones tienden a ver el trabajo como una forma de realización, pero perseguir una vocación también tiene una cara B.

mujeres empresas
Trabajadores en un 'coworking'.Wavebreakmedia (Getty Images/iStockphoto)
María Sánchez Sánchez

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Emprendedores y personas con cierto éxito profesional suelen compartir en sus perfiles en redes sociales esta frase atribuida al pensador chino Confucio u otras similares. La idea, en cualquier caso, es resaltar la suerte que tienen por poder ganarse la vida haciendo aquello que más les satisface o que mejor se les da. Trabajar por vocación, sin embargo, no suele estar al alcance de muchas personas y, perseguir una pasión se traduce en, algunas ocasiones, en frustración y precariedad.

“La gran estafa de las generaciones millennial y Z ha sido la de la vocación. Convencer a un montón de gente de que cobrar mil euros al mes de autónomo falso es haber conseguido el trabajo de sus vidas, porque hacen lo que les gusta”. Este mensaje escrito el pasado 29 de marzo en Twitter y que ha superado ya los 5.900 Me gusta es ejemplo de ese malestar que arrastran muchos jóvenes. Su autora, Inés Gómez Durán, explica a S Moda que, aunque ahora está trabajando con un contrato de prácticas y recibe un buen trato, su trayectoria ha estado muy marcada por los abusos laborales.

“Cuando, como en mi caso, estudias algo como Periodismo no lo eliges pensando en cuánto vas a ganar o las condiciones que vas a tener. Lo haces porque es algo muy vocacional que, de alguna forma, te sale de dentro”, recuerda. “El problema es que, tal y como está ahora el mercado, acabas aceptando cosas que no son legales, con horarios terribles, con sueldos muy bajos… Y lo haces solo para poder decirte a ti mismo ‘Soy periodista, he conseguido mi sueño’. Pero cuando estás ahí, en esas condiciones lamentables, piensas: Pues si mi sueño consistía en esto, vaya basura”.

Aunque su experiencia se desarrolla en un ámbito muy concreto, Durán explica que la precariedad es un tema recurrente en las conversaciones con sus amigos, trabajadores de otros sectores. De hecho, la tasa de paro juvenil en España sigue siendo una de las más elevadas de Europa y, durante los primeros meses de 2022, se situaba en torno al 29 % para los menos de 25 años. Un escenario que invita a preguntarse si la vocación o el trabajar en lo que a uno le gusta sigue teniendo sentido o es un concepto desfasado en un mercado laboral en el que cada vez hay perfiles más cualificados y la competencia para acceder a los puestos disponibles no para de crecer.

Paula Arias, cofundadora de la consultora de Recursos Humanos Fresh People, señala que la vocación es un concepto que sigue estando vigente a día de hoy: “La repercusión que tiene la motivación de las personas en el ámbito laboral es muy notable, tiene mucho impacto, así que no es de extrañar que se esté viendo un cambio de mentalidad”. En ese sentido, explica que “la generación de nuestros padres consideraba que el trabajo era solo trabajo y no percibía que eso tenía que ser algo divertido o estimulante. Pero hoy en día sería al contrario: muy pocas personas de la generación millennial o centennial se plantearían trabajar en un sitio que nos les ofreciera ninguna motivación”. Además, Arias también señala que ahora tenemos más claro que no vivimos únicamente para trabajar, que una persona no se define solamente por su trabajo y que es importante “llevar a cabo una disociación entre el trabajo y la vida privada”.

Una reflexión, la de la necesidad de encontrar motivaciones y decantarse por aquello que más nos satisface, compartida también por Richard Mababu, doctor en Psicología y profesor de Psicología social del trabajo y de las organizaciones en la UDIMA (Universidad a Distancia de Madrid): “Las personas lo que realmente persiguen es la felicidad y, para conseguirla, es fundamental estar a gusto en las diferentes facetas de la vida”, señala. “Es algo que conocemos bien en Psicología y que desarrolló Abraham Maslow cuando determinó los distintos niveles de necesidades que tenemos las personas. En el nivel más alto está la autorrealización, que se alcanza cuando uno cumple realmente con sus expectativas”. Esto, aplicado al contexto del trabajo se traduce, según el profesor, en ciertas ventajas. Por ejemplo, el grado de motivación es altísimo en un trabajador en sintonía con sus tareas. Y, “cuando una persona está a gusto con lo que hace, sus niveles de creatividad e innovación se incrementan”.

Desde la Asociación Española de Directores de Recursos HumanosAna López Seisdedos, miembro de la junta directiva y Chief Resources Officer de HomeServe Iberia, apunta además, a otra cuestión importante: los cambios que ha dejado la pandemia y el reequilibrio de prioridades que ha supuesto, sobre todo, para aquellos perfiles que están en disposición de elegir. Así, explican, “estamos ya en un contexto social y económico en el que los puestos de trabajo, como los entendíamos antes, han dejado de existir para cobrar un nuevo sentido: trabajo por proyectos en la nueva gig economy, deslocalizado, internacionalizado y en el que las personas eligen dónde poner su talento. El mercado laboral pospandemia ha cambiado y no son pocos los trabajadores que han dejado sus empresas buscando ser más felices o mejores condiciones. Ha cambiado el mindset”.

La cara B de trabajar en lo que te apasiona

Como hemos visto, la capacidad de sacrificio y el alto grado de implicación de una persona motivada puede dar lugar a distintas situaciones injustas y abusivas por parte de los empleadores: encadenar contratos en prácticas, trabajar gratis a cambio de visibilidad, horas extras sin remunerar, etc. Además, el hecho de que solo se publiciten los casos de éxito y se invisibilicen los ejemplos de personas que no consiguieron sus objetivos cuando apostaron por hacer de su pasión un trabajo, contribuye a acrecentar los sentimientos de fracaso o frustración.

En el caso de quienes deciden intentarlo por su cuenta, desde la consultora de Recursos Humanos Fresh People señalan también otros factores de riesgo: “A veces, vemos que emprendedores que montan su propio proyecto, que tienen una clara vocación y se vuelcan al 100%, acaban teniendo problemas graves de salud mental o adición al trabajo porque esa pasión es tan fuerte que llega a absorberles y  son incapaces de establecer límites”. Por ello, recuerda Paula Arias, “al igual que es importante reconocer los límites entre la vida persona y laboral, hay que saber contar con espacios para desconectar y descansar”.

Lo que sí observan quienes, como Inés Gómez, han sufrido este tipo de situaciones es que quizás ahora existe mayor grado de solidaridad. “Antes, cuando verbalizabas una queja o explicabas tu situación, la gente mayor te decía Bueno, al menos tienes un trabajo. Esto es lo que toca”, explica la joven. “Ahora que se hace más hincapié en los temas de salud mental y de los cuidados, cuando cuentas los problemas que tienes con tu jefe o en el ámbito laboral, se nota más empatía. Sientes que es algo general que no va solo contigo”.

La responsabilidad de las empresas para gestionar el talento

¿Cómo se gestiona dentro de las organizaciones el tema de la vocación? ¿Se intenta lograr un equilibrio para que las personas pueda estar enfocadas en aquellas tareas que mejor se le dan? Según el profesor de la UDIMA y doctor en psicología Richard Mababu y profesor de psicología del trabajo, el término “vocación” se utilizó bastante en las empresas en la década de los 70 y 80, pero desde los años 90 las organizaciones se han centrado más en lo que denominan la búsqueda de “talento” y la gestión de competencias. “Básicamente, viene a ser lo mismo, porque lo que buscan, al final, son personas que tengan unas competencias en determinadas áreas y que estas les interesen de cara a la productividad. Las empresas tienen unos objetivos, necesitan recursos, y uno de los recursos más valiosos son las personas, porque con ellas son capaces de movilizar al resto de recursos para alcanzar sus objetivos”.

Desde Fresh People, donde prestan apoyo a distintas compañías, sí que observan un cambio de tendencia dentro de las organizaciones que, dicen, cada vez se preocupan más porque su personal pueda desarrollarse y enfocarse en aquello que más les gusta: “Antiguamente, el desarrollo de talento se trataba de una manera muy estandarizada y consistía en organizar cursos de formación. Ahora ya es un proceso de acompañamiento más individualizado, basado en la conversación, en un feedback muy bidireccional en el que los líderes escuchan las demandas de las personas de su equipo, saben lo que les preocupa y lo que quieren conseguir”.

Desde la Asociación de Directores de Recursos Humanos también recuerdan que los profesionales del sector valoran la vocación “como una fortaleza” y que “es responsabilidad de los departamentos de personas canalizar esta pasión para lograr un compromiso, con un justo reconocimiento y compensación, basado en los méritos y consecución de los objetivos”.

En ese sentido, Mababu apunta a la necesidad de contar con un compromiso social para que los jóvenes que han elegido una formación acorde a sus gustos y aptitudes, tengan después la oportunidad de asentarse en el mercado laboral en condiciones justas: “Cuando formamos a los jóvenes dedicamos recursos familiares o del Estado a ello porque aspiramos a que luego, ese joven que ha estudiado lo que les satisfacía, pueda trabajar y aportar su granito de arena. Y eso es de lo que han de ser conscientes los empresarios, los educadores y la sociedad en general”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

María Sánchez Sánchez
Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Ha trabajado en la Cadena SER y en secciones de EL PAÍS como Verne, BuenaVida o Escaparate, además de colaborar con S Moda.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_