«Nadie debería presumir de no coger vacaciones»: el reverso contraproducente de renunciar a días de descanso
Varias expertas en Psicología y Recursos Humanos derriban el mito de que el éxito nace del sacrificio y analizan la importancia de disfrutar de los descansos que corresponden.
“El jefe de mi departamento se ha dejado sin coger una semana entera de las vacaciones de 2021”, cuenta a S Moda Elena, ejecutiva de cuentas en una empresa de distribución de bebidas espirituosas. “Lo sé porque no hay día en que no lo recuerde. No para de decir que no tenía que haber cancelado su escapada del puente de la Constitución por mucho trabajo que hubiera. Y, aunque lo repite con tono arrepentido, en realidad presume de ser más comprometido con la empresa que el resto”. Quizá la anécdota resulte familiar. Quien más, quien menos, ha escuchado comentarios similares en su oficina o lugar de trabajo. Y, si no es así, muchos podrán reconocerse en ese trabajador que sacrifica su descanso en pos de un bien mayor que en realidad no es tal.
“Tenemos la concepción de que el éxito nace del sacrificio y del trabajo duro, y hay personas que erróneamente piensan que para conseguir el éxito profesional deben anteponer el trabajo a todo lo demás y, por tanto, no disfrutar de sus vacaciones”, explica Eva Porto, la psicóloga especializada en Recursos Humanos más popular de TikTok e Instagram (supera los 650.000 seguidores en esta red social). Para ella, la cultura de la empresa es responsable en muchos casos de este comportamiento. “Son compañías que asocian que un empleado esté en su puesto durante muchas horas con un alto nivel de compromiso, rendimiento y profesionalidad. Es habitual que este tipo de empresas refuercen públicamente a los empleados que renuncian a sus vacaciones y sacrifican su vida personal por su trabajo”, cuenta. Si, como Elena, se trabaja en una de esas oficinas en las que los jefes y responsables no disfrutan de las vacaciones que les corresponden, es probable que el resto de trabajadores tampoco lo hagan. “Por tanto, ya sea por aprendizaje vicario o por reforzamiento, se consigue que la mayoría de empleados adquieran esa mentalidad y se sientan culpables si disfrutan de sus vacaciones al completo”.
Además de culpabilidad, muchos sienten miedo o vergüenza cuando tienen que solicitar días libres. Sensaciones más comunes entre los millennials que en las generaciones que los preceden. Según un estudio sobre hábitos vacacionales realizado por Allianz Partners, el 25% de los millennials aseguran sentirse nerviosos cuando piden vacaciones a sus jefes frente al 14% de los miembros de la generación X y un 6% de los mayores de 55 años. Los miembros de esta generación toman una media de tres días menos de vacaciones al año, tal y como apunta la investigación Los mártires del trabajo publicada por la organización Project: Time Off. Las causas de esta pérdida de días libres obedecen a la necesidad de que jefes y compañeros sean conscientes de su compromiso y esfuerzo, así como a cierto narcisismo y autopercepción como indispensables.
Sin embargo, renunciar al derecho de tener vacaciones no solo es bastante necio, sino que debería ser percibido como algo negativo. “Tendría que considerase un indicio de que el trabajador no ha logrado organizar o delegar correctamente su trabajo. Por consiguiente, debería ser un problema que la empresa tendría que solucionar para que todas las personas disfrutaran de su tiempo libre”, opina Porto. Alejandra Nuño, socióloga y experta en crecimiento empresarial, coincide: “Nadie debería alardear de no coger sus vacaciones. Y las empresas que fomenten esa cultura no están mirando al nuevo diálogo empresarial ni al nuevo paradigma productivo, por lo que más pronto que tarde, dejarán de ser relevantes. Hemos vivido en la cultura de la cantidad versus la calidad, pero ahora eso ya no funciona”.
Ambas expertas están de acuerdo en que desconectar del trabajo no solo tiene beneficios para la salud mental y física, sino también para el propio desempeño laboral. “Cuando estamos descansados nos sentimos más felices, mejoramos nuestro potencial, estamos más concentrados y somos más creativos y más productivos. Prueba de ello es lo que sucede en Francia: es uno de los países que disfruta de más días de vacaciones y también uno de los más productivos de Europa”, señala Porto. Tal y como refleja un estudio interno de Ernst & Young, las calificaciones de desempeño de sus empleados mejoran en un 8% a finales de año por cada 10 horas adicionales de tiempo de descanso que se habían tomado.
Lo que el jefe de Elena –o ese compañero que todos hemos visualizado al empezar a leer– debería saber es que renunciar a días de vacaciones, lejos de hacernos mejores empleados, puede perjudicar nuestra carrera. Las personas que no disfrutan de su periodo de vacaciones tienen entre un 78 y un 84% menos de probabilidades de recibir un aumento de sueldo y entre un 23 y un 27% menos de opciones de recibir un ascenso que quienes se toman su merecido tiempo libre (según datos de estudios realizados por Project: Time Off).
Para Nuño, además, es importante la calidad de las vacaciones. El tiempo libre puede aprovecharse para practicar distintas actividades como leer o hacer deporte, pero sin olvidarse del derecho a no hacer nada. Descansar plácidamente sin tiempos ni orden. En cualquier caso, las vacaciones “no pueden ser un reducto anual, o al menos, concentrado en tiempo. Las personas deberíamos de tener una cultura entorno al cuidado y al bienestar diario. Hace falta buscar momento de desconexión todos los días y tiempo para cuidar nuestra vida personal y nuestra salud física y mental. Si sabemos gestionar el autocuidado produciremos mejor y con mayor calidad”, defiende.
La brecha de género no se va de vacaciones
Varios estudios afirman que las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de disfrutar del tiempo íntegro de vacaciones. No porque ellas sean más hedonistas (o menos estúpidas), sino porque tradicionalmente han estado, y aún están, obligadas a priorizar el ámbito familiar respecto al laboral. “Incluso estando de vacaciones las mujeres siempre se han encargado de la familia y del trabajo doméstico. Y eso explica algunas patologías que sufren”, apunta Nuño. Por poner un ejemplo: un estudio realizado con 1.500 mujeres del área rural de Wisconsin comprobó que aquellas que se iban de vacaciones con una frecuencia menor a una vez cada dos años tenían más riesgo de sufrir depresión que aquellas que descansaban, al menos, dos veces al año.
Pese a lo anterior, las cosas están cambiando. Tal y como refiere Porto, recientes investigaciones han observado que en las nuevas generaciones el porcentaje de mujeres que disfrutan del tiempo completo de vacaciones es menor que el de los hombres. “Esto se explica por la desigualdad laboral que viven las mujeres y que provoca que tengan que esforzarse más por demostrar su valía y lograr lo mismo que sus compañeros. Además del mayor estrés que sufren y la mayor culpabilidad que experimentan si disfrutan su tiempo libre”. Una encuesta de CivicScience realizada entre 2.000 trabajadores en Estados Unidos pone números a sus palabras: mientras el 56% de los hombres pensaban disfrutar de forma íntegra de sus días de vacaciones, solo el 44% de las mujeres pretendían utilizarlos al completo.
“Las mujeres necesitan trabajar muchas más horas que los hombres para ganar lo mismo que ellos. Esto lleva a muchas de ellas a trabajar más o de forma diferente para tratar de sobreponerse a los prejuicios de que son menos competentes o están menos comprometidas. Renunciar a las vacaciones, desde esa perspectiva, puede ser una estrategia que algunas mujeres utilizan para superar esos estereotipos que impiden su avance”, sostiene en Buslte la profesora de psicología de la Universidad de Rice, Eden King.
Las justificaciones mencionando a terceras personas cuando se trata de solicitar días libres (“necesito coger el puente porque los niños no tienen cole” o “me iré tres semanas porque si no mi pareja me mata”) también son frecuentes para, como explicaba la psicóloga Ana Ruano de Siquia, intentar dar mejor impresión ante los superiores dejando claro “que no es que me vaya porque quiero, sino porque me obligan”. Este artículo de The Washington Post lo corrobora: las mujeres millennials se sienten más culpables de que sus homólogos masculinos al pedir días de vacaciones en la empresa.
Jill Jacinto, especialista en carreras millennial y directora asociada de Works, una empresa que apoya a las mujeres trabajadoras jóvenes, lo verbalizaba así en una entrevista respecto en la que afirmaba que las mujeres dudan más que los hombres cuando se trata de pedir algo en el trabajo, ya sea un ascenso o unas vacaciones: “Las mujeres tienden a sentirse afortunadas respecto al trabajo, mientras que los hombres sienten que se lo merecen”. Para ella, es necesario cambiar la conversación. Y el poder no solo lo tienen las empresas, sino las propias trabajadoras. “Las vacaciones son un derecho. O las disfrutas o estás perdiendo dinero”.
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