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«Empiezo un nuevo reto»: por qué nos cuesta tanto admitir que nos hemos quedado en el paro

Muchas personas viven con vergüenza el hecho de haberse quedado en paro y prefieren usar eufemismos para comunicarlo. Existen otras formas de enfrentarse a este momento.

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Richard Drury (Getty Images)
María Sánchez Sánchez

Un despido inesperado no solo obliga a enfrentarse a una falta de estabilidad económica y personal, sino que supone un varapalo para la autoestima y confianza de quien lo sufre. En un mundo cada vez más marcado por la proyección pública y el relato de nuestros logros, surgen una infinidad de interrogantes sobre cómo comunicar esa nueva situación para que no nos pase factura. De hecho, cada vez es más habitual encontrarse con mensajes en redes sociales de profesionales que anuncian el inicio voluntario de nuevos proyectos o años sabáticos que no son tales. Al igual que hoy en día un divorcio se explica públicamente como una “interrupción de la convivencia”, la presión por maquillar un despido puede derivar en un sinfín de eufemismos.

LinkedIn, una red social enfocada al networking y la búsqueda de trabajo, dispone, por ejemplo, de una herramienta para indicar, de una forma no muy agresiva, que se está buscando trabajo. Lo hace incluyendo un rótulo verde en la foto de perfil con el lema “Open to work”, que vendría a ser algo así como estar abierto a escuchar nuevas propuestas y oportunidades laborales. La plataforma también permite ahora señalizar parones en los currículums para identificarlos como permisos de maternidad o paternidad, cuidado de terceros o proyectos de voluntariado.

Además, como explica a S Moda, Rosario Sierra, directora de negocio corporativo de LinkedIn España y Portugal, a raíz de la pandemia lanzaron una campaña especial con la idea de ayudar a quienes se habían quedado sin trabajo. “Algo que pudimos comprobar en los estudios que hicimos es que muchos profesionales consideran negativo encontrarse en una situación de desempleo. De hecho, el 48% afirmaba que en alguna ocasión lo habían ocultado incluso a su entorno más cercano, ya sea por vergüenza (41%) o porque no se sentían cómodos (35%)”, explica Sierra. “Sin embargo, con la llegada de la pandemia los porcentajes han cambiado notablemente y siete de cada diez profesionales encuestados creen que esta situación tan excepcional ha ayudado a reducir ese estigma”. Un cambio que desde la plataforma atribuyen a la empatía que se ha generado y a que cada vez más personas se atrevan a compartir abiertamente su nueva realidad.

Agustín López, que trabaja en el sector de la comunicación, ha pasado en un par de ocasiones por un despido y, ahora, haciendo balance, considera que no ha sido tan negativo para su carrera como se podría pensar. En las entrevistas de trabajo “siempre he sido sincero y he contado la verdad intentando explicar bien lo que había ocurrido”, recuerda. “Pero sí que creo que quizás en España lo seguimos viendo como algo muy peyorativo y no tendría por qué ser así”. En el plano personal “algunas veces sí he contado que me habían despedido y otras no” y, en sus perfiles en redes sociales, lo comunicó después de meditar un poco el mensaje: “En el mundo de la comunicación en el que me muevo, creo que sí es importante que vayas contando tu propia historia y dando pistas de tu vida laboral o de en qué punto te encuentras, pero, en este caso, no puse la palabra despido, intenté pensar bien lo que quería expresar y proyectar”.

Sin embargo, no todos deciden ser proactivos en este sentido. David Pérez, por ejemplo, no cambió su currículum tras un despido hasta que pudo indicar que ya estaba vinculado a otra empresa. “A mí me despidieron de manera improcedente cuando mi hija tenía menos de un año, así que aún me quedaban semanas del permiso de paternidad por disfrutar. En un primer momento, no indiqué nada en LinkedIn por este motivo y, después, cuando ya comencé a hacer colaboraciones con otra empresa, actualicé mi perfil para indicar que estaba trabajando como freelance, pero nunca llegué a comunicar directamente que había terminado en el anterior puesto”.

¿Por qué nos sigue costando tratar este tema con naturalidad y seguimos viviendo como algo vergonzoso que nos rechacen en una empresa? Como indica José Javier García López, psicólogo en Ampsico, cuando las relaciones laborales no se terminan de forma voluntaria es habitual que las personas lo vivan con cierto grado de culpabilidad y eso condicione la forma en que lo verbalizan ante los demás: “La persona valora esto de forma negativa hacia sí mismo y por eso, o bien tiende a hacerse la víctima —quedándose en la queja y responsabilizando a la empresa en ello— o bien puede hacerse cargo de su responsabilidad por el despido, lo que genera cierto autoestigma”. En ese sentido, el psicólogo también apunta que eludimos hablar directamente del despido “porque nos presenta como una persona vulnerable ante los demás, y en general solemos evitar que nos vean así. Es por eso que se suelen utilizar eufemismos para poder indicar que, aunque mi barco haya escorado, tengo la disposición para levantarlo”.

¿Debemos normalizar socialmente el despido?

En general, una situación de despido contribuye a que las personas se enfrenten a un nuevo proceso de selección con cierta inseguridad, pero los expertos en recruitment suelen entender estas situaciones de una manera mucho más natural. “Si el perfil me encaja para el puesto que estoy buscando, no descarto a un candidato solo por este motivo”, explica José M.Serrano, Principal Talent Acquisition EMEA en Sabre. “Simplemente, indago después en la entrevista en las razones y circunstancias que han ocasionado ese despido”.

Serrano recuerda que, aunque no es lo habitual, sí hay personas que se adelantan a esta pregunta e indican en sus currículums los motivos por los que han salido de una empresa. “En los despidos entran en juego multitud de factores que no tienen por qué estar relacionados únicamente con la valía profesional de un candidato”, señala el recruiter. “Normalmente, obedecen a reestructuraciones dentro de las empresas o a finalización de proyectos que uno no esperaba. También puede ser una cuestión de mala suerte y por eso, a priori, no se le cierran las puertas. Después, a la hora de tomar la decisión última, en igualdad de condiciones con otro candidato, si alguien ha sufrido varios despidos, sí puede ser que este motivo pese un poco frente a alguien que nunca ha vivido una situación de este tipo. Pero un solo despido no tendría por qué cambiar la decisión”.

Rosario Sierra, directora de negocio corporativo de LinkedIn España y Portugal, también cree que el despido es un tema cada vez más normalizado tanto en LinkedIn como en los entornos profesionales: “Son diversas las razones que nos pueden llevar a estar desempleados, o hacer un parón en la carrera, y no debe ser algo de lo que avergonzarnos, sino un punto en el que compartir nuestros aprendizajes, valorar nuestras opciones y buscar nuevas formas de reciclarnos, reinventarnos y seguir creciendo profesionalmente”, indica.

Cómo comunicar en positivo un despido

Por su experiencia, Sierra señala como una buena estrategia enfocar este asunto desde un punto de vista inspirador: “En LinkedIn no se trata solo de compartir nuestros logros, sino también aquellas situaciones que nos han planteado retos a los que nos debemos enfrentar para construir los profesionales en los que queremos convertirnos. Solo hablando de una manera transparente de nuestras propias experiencias podremos conectar con posibles reclutadores o contactos que nos ayuden en esta nueva etapa”, recuerda esta profesional.

En 2016, Johannes Haushofer, profesor de Psicología en la Universidad de Princeton, decidió publicar un currículum de fracasos para intentar mostrar que los proyectos fallidos formaban parte del camino hacia el éxito. Haushofer explicaba entonces que si únicamente vemos la parte positiva de un proceso, tendemos a pensar que a esas personas nunca les ha ido mal, lo que distorsiona la realidad. Por eso resulta tan importante no darle la espalda a los fracasos y asumirlos como algo natural y de lo que no hay que avergonzarse.

“Entender que un proyecto interrumpido es un fracaso nos lleva a hundirnos con nuestro ancla y a considerarnos no válidos para continuar”, recuerda el psicólogo José Javier García López. “Hay que tener en cuenta, que una vez superado el duelo inicial del despido, hemos de recuperar nuestro “camino”. Un fracaso es la mejor manera de reconocer que necesitamos alguna mejora para llegar a nuestro objetivo, siempre y cuando lo veamos como una oportunidad y no como una forma de reconocer nuestras miserias y rendirnos”. Y añade: “Las plataformas tipo LinkedIn son escaparates de nuestra ocupación laboral y, como en cualquier escaparate, necesitamos que la gente entre en “nuestra tienda”. Una vez dentro, podremos mostrar nuestros productos tanto con sus fortalezas como con sus debilidades. Y aquí creo que es el mejor momento de ser sinceros y plantear los retos que la vida laboral nos ha puesto delante y de los que hemos podido salir”

*Algunos de los nombres de las personas que han participado en este artículo se han modificado para preservar su intimidad.

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Sobre la firma

María Sánchez Sánchez
Redactora en Escaparate, donde se sirve de su experiencia en el periodismo digital para recomendar productos y servicios que pueden encontrarse en internet. Ha trabajado en medios como la Cadena SER y otras secciones de EL PAÍS como Verne o BuenaVida, además de colaborar con S Moda. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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