Tacones y machismo: así es la vida de las surferas
Hablamos con grandes figuras de este deporte que se quejan de que la mujer cada vez tiene menos protagonismo bajo las olas y aseguran que están en franca desventaja respecto a sus colegas varones.
Surfear con tacones puede ser interpretado como el colmo de la coquetería, una extravagancia más –hay también torneos de perros surfistas– o el más difícil todavía, una exhibición de destreza y habilidad extremas. Hace un par de meses la isla de Bali acogió un torneo de surf en el que las participantes, en su mayoría de nacionalidad rusa, surcaban las olas subidas en sus elevados stilettos. Algunas de ellas combinaban el calzado con lencería, faldas o vestidos y hasta se permitían hacer algún gesto que imitaban a las modelos cuando desfilan por la pasarela. Los que quieran ver en directo el espectáculo sepan que la siguiente prueba será en octubre.
En medio de la ola de comentarios a favor y en contra de esta práctica, Marina Taylor, canaria y surfista profesional –campeona del mundo en 2007, subcampeona del mundo en 2004 y 2005 y seis veces campeona de Europa en la modalidad bodyboard– se muestra partidaria: “Pienso que es gracioso y todo lo que sea innovar y tener personalidad me parece perfecto. Además, se necesita un gran dominio de la tabla para poder mantenerse ahí arriba llevando unos tacones altos”.
Otros, sin embargo, piensan que las chicas no deberían permitirse esta frivolidad, en un mundo en el que la imagen de la mujer ya está bastante reducida a la de una belleza bronceada y en biquini, que se apunta a este deporte para estar cerca de los más cachas de la playa. Esta era más o menos la visión que expresó el codirector del SurfFilm Festibal, celebrado en Biarritz, Iñaki Bandrés, al Diario Vasco en 2006, cuando declaraba con motivo del evento: “Las chicas jóvenes también se han dejado caer, posiblemente para flirtear con los surfistas”. Las cartas de protesta al director, por dichas declaraciones, no se hicieron esperar y algunas resaltaban que de las 22 proyecciones del festival, solo una de ellas trataba íntegramente del surf femenino.
El mundo del surf ha cambiado desde entonces, las mujeres han empezado a aficionarse cada vez más a este deporte y nombres como la californiana Holly Beck, la hawaiana Carissa Moore o la brasileña Mariana Nogueira, han dejado claro que son algo más que caras bonitas y cuerpos perfectamente tonificados. Sin embargo, todavía hay muchos terrenos, dentro del mundo profesional, en el que ellas no comparten el mismo estatus que sus colegas varones. El dinero, como en muchos otros ámbitos, es uno de ellos. La surfista de Irún, Estitxu Estremo, declaraba al diario Marca, en 2010: “Tengo muy claro que si hubiera sido un hombre hubiera ganado mucho más”.
“La diferencia entre lo que recibe un campeón o una campeona en un torneo del circuito mundial es considerable”, comenta Marina Taylor, “el año pasado, en el campeonato de Sintra Portugal Pro, en el que participé, la ganadora femenina se llevaba 20.000 dólares –los premios casi siempre son en esta moneda -, mientras que su colega masculino ganaba 45.000. De todas formas, yo este aspecto no lo veo tan mal, ya que los hombres tienen que pasar más pruebas para poder clasificarse que las chicas, al haber más competidores masculinos”.
Con lo que no está de acuerdo Taylor es con la nueva política de los organizadores del circuito internacional, que ha suprimido pruebas femeninas. “Últimamente se ha notado mucho, se han eliminado torneos de chicas, o se ponen en el peor momento del año. Parece que las mujeres hayan perdido protagonismo, a pesar de que cada vez hay más interesadas en ingresar en este deporte”.
La propia Marina, al haber practicado una modalidad poco corriente entre las chicas, el dropknee –que consiste en ir con una rodilla flexionada en la tabla-, se vio obligada a participar en torneos masculinos. En principio, las chicas pueden competir junto a los hombres, pero nadie lo hace porque clasificarse así es mucho más difícil para ellas. Esta surfista canaria lo hacía para practicar y comprobar el nivel de sus compañeros. “A los chicos les sorprendía que yo estuviera allí participando junto a ellos, y algunos incluso se sentían un poco molestos. Recuerdo que como era la única mujer, los medios de comunicación y el público siempre se fijaban en mi y esto lastimaba un poco el ego masculino. Pero yo participaba sin ningún tipo de presión ni afán competitivo. Para mi era una forma de entrenamiento”.
Las surfistas profesionales se quejan también de lo difícil que resulta a las mujeres conseguir sponsors y, sobre todo del hecho de que para obtenerlos cuenta más el físico que el nivel profesional. “Especialmente hay algunas marcas que eligen antes a una chica guapa que a una buena sufista” apunta Marina, “y esto no es tan acusado en el caso de los hombres”.
El anuncio que hizo Roxy, sponsor del campeonato Roxy Pro Biarritz 2013, un torneo solo para chicas, celebrado del 10 al 14 de julio y aplazado hasta septiembre por falta de olas, levantó mucha polémica. En el spot una surfista, a la que nunca se le ve la cara, se levanta, se ducha y se dispone a salir con su tabla. Llega a la playa, se enfunda una camiseta con el logo del torneo y se mete en el agua. Fin. De nuevo una chica guapa que solo exhibe su cuerpo y no su técnica, en un anuncio que recuerda más a los de perfumes que a otra cosa, han pensado muchos. Blanca Núñez, directora de comunicación de Roxy España apunta, sin embargo, que “la elección de las atletas que la firma esponsoriza se basa en su alto nivel deportivo. Tenemos a Marina Alabau, medalla de oro de windsurf en los juegos olímpicos de Londres 2012; Eunate Aguirre, campeona del mundo de bodyboard en 2011, o las gemelas Iballa y Daida Ruano, que acumulan 19 títulos mundiales en windsurf. La chica que sale en el vídeo promocional de Roxy Pro Biarritz es la surfista australiana Stephanie Gilmore, cinco veces campeona del mundo”.
Su colega californiana, Anastasia Ashley, sin embargo, quitaba importancia a este asunto en declaraciones al Huffpost Live hablando del sexismo en el mundo del surf. “Mucha gente no se da cuenta de que este un deporte muy sexualizado, pero tanto en hombres como en mujeres. Si abres una revista de surf , no solo encontrarás a chicas atractivas en bañador sino también a hombres con los torsos desnudos. Todo es parte del juego y no puedes tomártelo muy en serio porque entonces se convierte en una guerra que nunca acaba”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.