Por qué el cóctel de este verano tiene sabor (y brillo) de licor de naranja

Si tuviésemos que capturar el espíritu hedonista y creativo del verano en una copa, esta llevaría un poco de tequila blanco, zumo de lima y Cointreau. Porque un margarita sin el icónico licor de naranja, en palabras de su inspiradora creadora, Margaret Sames, «no vale su propia sal». En las legendarias fiestas que organizaba en Acapulco a principios de los cincuenta, a nuestra elegante anfitriona –una auténtica precursora de la mixología– le gustaba sorprender a sus amigos con este refrescante combinado, dando forma y nombre a uno de los cócteles más famosos y emblemáticos de la historia. Ahora es Cointreau quien nos invita a seguir sus pasos este verano y practicar el arte de la mixología.

Si algo caracteriza a la marca es precisamente la mezcla: de ingredientes, generaciones y emociones. Creado en 1885 en el pueblo francés de Angers, este licor sigue obteniéndose por la receta centenaria que Edouard Cointreau legó a su familia, conservando así su versatilidad y autenticidad: el balance perfecto entre dulzor y amargor, gracias a una cuidada selección de pieles de naranja frescas y secas, dulces y amargas; y un método de elaboración que captura sus intensos aromas afrutados y cítricos.

Aunque es completamente cristalino, Cointreau le aporta un brillo especial a la bebida. Su inconfundible aroma, gracias a las esencias de las pieles de naranja, añaden unos matices frescos que combinan con cualquier mezcla. En concreto, está en el corazón de más de 350 cócteles: Margarita, Sidecar, Cosmopolitan o, por qué no, el que nos atrevamos a crear, para transformar cualquier momento en algo extraordinario.

Porque no hay nada más aburrido que beber siempre lo mismo y porque, aunque la coctelería no sea lo nuestro, esa icónica botella inspirada en los perfumes de la Belle Epoque, se merece un hueco en cualquier hogar.

Cointreau recomienda un consumo responsable / 40º