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Por qué Zac Efron quiere ser David Guetta

Hollywood se rinde a los DJ’s de la generación EDM en ‘We are your friends’, una cinta sobre fama, sexo y dinero en el fenómeno más lucrativo de la música.

zac efron we are your friends dj
Instagram/ @zacefron

Cole Carter (Zac Efron) dice que si eres DJ para triunfar sólo necesitas un portátil, algo de talento (no pidas mucho) y una canción. Que conquistarás Los Ángeles y parte del extranjero si pones esa canción a 128 bpm, porque así las masas se doblegarán ante ti, viajarás en jets privados, te rodearán chicas en bikini las 24 horas del día y verás cómo se ilumina la delantera de Emily Ratajwokski (sí, la chica de Blurred Lines, que debe andar algo cansada ya de ser el escote más explotado de todo Hollywood). Zac Efron claramente quiere ser el nuevo David Guetta. O Steve Aoki. O Avicii. Zac Efron dice todo esto después de renegar de "los préstamos estudiantes, los pasillos universitarios y los sueños rotos" en el trailer de We are your friends, la primera gran producción de Hollywood que homenajea a la generación EDM (Electronic Dance Music), que debe su nombre al popular tema de Justice y que se estrenará el próximo 28 de agosto en EE UU:

Para los recién llegados, esto de lo que tanto quiere empaparse Hollywood es un género de la electrónica que nació hace algunos años en EEUU, cuando una chavalería hedonista, alérgica a Arcade Fire y sucedáneos, con espíritu raver pero sin ganas de preocuparse por conocer el underground de la electrónica, comenzó a bailar sin descanso en macrofiestas con mucho láser, robots, LEDs y fuegos artificiales a lo espectáculo de Las Vegas. Un paraguas musical que engloba todo tipo de estilos con los bpms revolucionados. Festivales como el Electric Daisy Carnival (Las Vegas), el Ultra (Miami) o el Electric Zoo (Nueva York) juntan a centenares de miles de almas dispuestas a darlo todo durante días. Han adoptado su propia droga, Molly (evolución del éxtasis) y el negocio de capitalizar todas estas ganas de desparramar y vivir el spring break forever de la adolescencia ha dado sus frutos.

En plena burbuja del fenómeno, un DJ que se tira en una barca hinchable y lanza pasteles a la cara de sus fans como Steve Aoki facturó 23 millones de dólares en 2014 gracias a sus faraónicos shows y contratos con marcas como Bud Light o Guitar Center. Avicii solo tiene 25 años pero se embolsó 28 millones (pide 6 cifras sólo por pinchar en un club) y Skrillex, el mismo que salió de una nave espacial escupefuego en el Sónar Barcelona de 2013, 16,5 millones. David Guetta, cuya adaptación al género ha sido bastante lógica, factura 30 millones.

 

Detroit! ?? #neonfutureexperience invasion has been documented. Full video up on YouTube.com/steveaoki #ontheroadwithsteveaoki #154

Un vídeo publicado por Steve Aoki (@steveaoki) el

Que Hollywood le haya echado el ojo a esta industria tiene sentido. "La EDM es básicamente dinero. Muchas de las empresas promotoras de grandes festivales en Los Ángeles, Miami o Las Vegas cotizan en bolsa (imaginemos, por ejemplo, que en España los promotores del Sónar estuvieran dentro del IBEX), y esto ya explica mucho de la lógica con la que opera este circuito. Es una cultura muy distinta a la de los clubs pequeños: hay una infraestructura poderosa dedicada a vender tickets, merchandising y un estilo de vida de abandono hedonista al que se apuntan muchas marcas de ropa, bebidas, etc", apunta Javier Blánquez, crítico musical y autor de Loops, una historia de la música electrónica, que añade que este fenómeno "es el nuevo pop, la máxima expresión del mainstream".

Si el trailer ya deja intuir que Zac Efron sólo sueña con la fama y el éxito y no empatiza con el espíritu creativo de su música es porque, según Blánquez, "en este engranaje, el DJ es una pieza más. En la EDM no se le entiende como un artista, sino como el animador de la fiesta, así que para mover los brazos, estampar tartas en la cara de los chavales, bañarse en confeti y apretar un botón tampoco es que haga falta mucho talento creativo (aunque sí tablas como entertainer, que es una cosa muy distinta)". Una actitud (la de los brazos en alto perpetuos y una masa incondicional entregada al subidón facilón) de la que han sabido reírse y cachondearse hasta en Saturday Night Live:

El modus vivendi que retrata We Are Your Friends es la fantasía de un negocio musical eminentemente masculino y sexista (exceptuando a las dj's y productoras Nervo –que casualmente están bastante buenas–, las mujeres quedan relegadas a un segundo término de acompañamiento vocal y dulcificador en los temas o de mera exhibición corporal hipersexualizada sobre el escenario –veáse Diplo–). Por eso no choca ver cómo Zac Efron, el hombre que más se quita la camiseta para presumir de six pack y nuevo bro del panorama cinematográfico (Malditos vecinos), sea el héroe de la cinta y que una explosiva morena conocida por desnudarse en videoclips le acompañe como simple accesorio.

 

Una foto publicada por diplo (@diplo) el

La cinta que dirige Max Joseph (el amigo cámara de Nev en Catfish, la serie de la MTV) y que pretende hacer un retrato de la generación EDM es la antítesis de Eden, la película de Mia Hansen-Løve que se vio en San Sebastián y en el reciente festival D'A barcelonés y que retrata a la generación del house francés de los 90. Las raves capitalistas del EDM VS. el romanticismo clubber de la época del French Touch de Daft Punk o Mr. Oizo. "Europa todavía tiene memoria histórica, cualquier evolución siempre es rastreable hasta una fuente. En Estados Unidos es dificilísimo conectar lo que hace Skrillex con el techno de Detroit de los 80, hay una brecha no sólo generacional, sino cultural. Ahora bien, la EDM es un mercado mucho más competitivo y en el que hay que triunfar pronto para no quedarse atrás. El romanticismo puede llevar al 'fracaso' (como le ocurre al protagonista de Eden), y esa ansia por situarse, por alargar la carrera todo lo posible, es común a Estados Unidos y Europa. Pero, por lo general, en Europa ese afán no es tan obsceno", apunta Blánquez.

Irónicamente, hay un momento de Eden en el que recuerdan al protagonista que quizá para triunfar debería abrirse a nuevos estilos, como el de las fiestas de un tal David Guetta que por aquel entonces está despuntando. No hace ni puñetero caso.

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