Lido Pimienta: “La realeza de España me causa muchísima gracia, la realeza de toda Europa”
Su familia emigró a Canadá cuando ella tenía 12 años. A través de su música, la cantante de Barranquilla reivindica su herencia colombiana. Además, reflexiona sobre inmigración, ser mujer y cuestiona los cánones impuestos.
Dicen de Lido Pimienta que es la Björk de Barranquilla. Por su música de texturas orgánicas y electrónicas, por su personalísima apuesta estética. Y, aunque asegura que le encantaría viajar a Islandia para crear su próximo álbum, a sus 35 años, esta artista nacida en Colombia y afincada en Canadá no necesita que la comparen con nadie. En 2010 editó su primer disco, Color; en 2016 se ganó a la crítica con las cumbias y las mezclas de sonidos de La Papessa y en 2020 fue nominada al Grammy de mejor álbum latino de rock o alternativo por su último trabajo, Miss Colombia.
“Ser de Colombia es tener un entendimiento muy físico de la violencia”, explica mientras evoca un instante de su infancia: “Estábamos en la terraza y de repente hubo un enfrentamiento con las FARC; nos tocó correr a casa y meternos bajo la cama”. La artista ha vuelto a condenar esa violencia tan presente en su país de origen los últimos días, en los que ha seguido con atención las protestas contra el Gobierno de Iván Duque iniciadas en Cali, que ya se han cobrado 42 vidas. “Nos duele nuestro pueblo, nuestra gente y tener una postura tibia no nos sirve, tenemos que claramente pedir por la renuncia de Duque, quien nunca ha sido presidente, solo siervo y quien obviamente de su mandato/régimen solo espera un show de televisión, es un artista frustrado (pues no tiene talento) pero tiene la protección de quien nunca ha dejado a Colombia tener paz, Uribe Vélez, el patrón de Colombia (…) No se puede aceptar que se siga justificando el asesinato de la juventud por tirarle piedras a unos policías militares, quienes tienen la protección de chalecos antibalas y armas de guerra. No es equivalente, y nunca lo será una roca a un tanque o metralleta”, escribió en su cuenta de Instagram para criticar la situación actual.
Ella se mudó a Canadá con sus padres y su hermana cuando tenía 12 años precisamente escapando de esa violencia, “por necesidad, por seguridad”. El cambio de idioma no supuso un problema, ya hablaba inglés. “El shock fue encontrar mi voz como colombiana que nunca se pudo desarrollar ni se pudo anclar. Siempre he sentido que no soy ni de aquí ni de allá. Ese cuento de romantizar el lugar donde vivimos es muy de inmigrante. Cosas insoportables en nuestro país luego no nos importan y las vemos y nos reímos, pero en realidad es exasperante”, reflexiona. De esa experiencia nació hace un año Miss Colombia, donde incluyó una colaboración con Li Saumet (de la banda de Bogotá Bomba Estéreo), cuya gira de presentación –que incluía visita a España– se vio cortada de raíz por la pandemia. Eso no la frenó, cuenta mientras juega con su hija de dos años –”Tengo tres hijos, dos que yo parí y uno que estoy criando”, precisa–, ha seguido componiendo, creando ropa, cuadros y vídeos…
¿Cómo ha vivido este último año?
Pues al principio pensaba que iba a ser un parón muy corto, pero luego me di cuenta de que era para más. A veces los artistas pensamos que nuestro arte es lo que va a salvar el mundo, y la pandemia lo que ha hecho es recordarme que la vida sigue. Es lo que he sentido todo este tiempo: la vida me está poniendo en mi lugar y quiere que no me enfoque solo en una cosa. He vuelto a como empecé, en internet. Siento que estamos 10 años atrás. Y está bien.
¿Le preocupa el futuro de la industria?
Yo pienso que los sacrificios que estamos haciendo quienes tocamos en vivo no son tan grandes como el beneficio que nos va a dar en el futuro. La industria musical, más que todo a nivel ejecutivo, está sufriendo. Se dan cuenta de que los artistas son los que mantienen su modo de vida. Es como que la industria musical se está desmoronando. Ha llegado un punto en el que es muy descarada, se demuestra que son una corporación, un negocio, vender discos se posiciona como más importante que ser artista.
¿Habrá un cambio de paradigma?
Espero que sea así. La decepción para mí sería que cuando se cure todo y la Doña Rona [como ella llama a la covid] se vaya a dormir todo vuelva a la normalidad. El miedo más grande que tengo es ese: volvemos a la calle pero con más desechos, más uso de plásticos, más contaminación… Para mí ha sido maravilloso ver cómo tantos animales han vuelto a la naturaleza estos meses, me ha inspirado mucho. Obviamente hay decepción, quería volver de gira a Europa, sobre todo porque la realeza de España me causa muchísima gracia, la realeza de toda Europa.
¿Y por qué le hace gracia?
Porque es como una telenovela, las infantas, la reina… También quería ir a Londres para hablar de que Harry se fue a Estados Unidos con Meghan Markle, porque son tan racistas… Ni siquiera es una mujer de piel negra bien oscura y parece que es lo peor que les hubiera podido pasar. En mis conciertos, como mi música es emocional y hablo de cosas íntimas, me gusta tener esa dicotomía, echar chistes y hablar de las cosas que pasan en cada país. Leo muchas noticias. Como sujeta colonizada, me encanta cuando voy a España decirles “pues ahora los voy a colonizar yo a ustedes, españoles, con mi música”. Y nos reímos, es un momento de reconciliación que solo se puede dar de esa manera. Lo que más me ha dolido estos meses es no conectar así con la gente, aprendo mucho en los viajes.
Siempre destaca su propuesta estilística, cuida mucho sus prendas: algunas las hace, y también elige firmas comprometidas como Nor Black or Nor White. ¿Qué significa la moda para usted?
A mí me encanta la moda, me parece que como vehículo para la expresión es muy necesaria para la salud mental. Toda mi vida ha sido lo que ha logrado darme un poco de entretenimiento, alegría y de fuerza. Y me gusta mucho trabajar con artistas y con diseñadores y diseñadoras de todo el mundo.
¿Algún descubrimiento reciente?
Esteban Cortázar, un diseñador de Colombia que hace ropa ready to wear pero más elevada. Y Cruda, la marca de una diseñadora de zapatos de Costa Rica que vive en México. Las marcas superpopulares no me interesan tanto, pero sí las cosas hechas a mano, ediciones limitadas, el vintage, hacer accesorios, crear mi ropa…
¿Ha pensado en lanzar una línea propia?
Quiero hacer delantales para estudios de arte, la gente de sonido en los conciertos… Para mí crear es como respirar. Hay una diferencia entre entertainer y artista, y yo soy una artista. Es un camino más lento, no vas a ser multimillonaria, pero hay una remuneración emocional, sé que no he vendido mi alma. Siempre voy a tener lealtad a mi arte.
Parecía que 2020, que arrancó con el descanso de la Super Bowl con Jennifer Lopez y Shakira, iba a ser el año de la reivindicación latina en EE UU. “Tuve muchos sentimientos encontrados con ese show. Encuentro a Jennifer Lopez fabulosa, pero también hay cosas que hace que me decepcionan como mujer que tiene raíces negras e indígenas; ella se toma y adopta personajes que no le competen”, argumenta Lido Pimienta. “Para mí la reivindicación sería que se incluyeran las cosas que en realidad representa Latinoamérica. Después de 500 años la mujer blanca es todavía la que se denomina bella y las demás tenemos que verla y pensar ‘Yo tengo que ser como ella porque es lo que me está pidiendo la sociedad”. En sus canciones aborda ese tema, habla de sus raíces, y también de estereotipos.
Dedica su tema Nada al dolor de ser mujer. ¿Por qué decidió hacer este alegato feminista?
No fue una decisión consciente, en realidad. Para mí ser feminista significa tener en cuenta los dolores y las luchas de todas las mujeres. No tiene nada que ver con egoísmo. La escribí como una canción de cuna para mi hija y acabó como un testamento del dolor de ser mujer. Graduarse como mujer quiere decir que pasaste por mucho dolor en tu vida.
En canciones como Pelo Cucu habla de la discriminación que vivió, de tener que alisar su pelo rizo para ser aceptada en su colegio. ¿Espera que sus hijos no tengan que pasar por eso?
Estamos en Canadá, donde hay mucha más conversación sobre razas y relaciones con grupos indígenas. Y esta generación es más inteligente y tiene más autonomía. A mí no se me permitía tener una opinión propia sobre las cosas. Fui a un colegio católico en el que al menos una vez a la semana me enviaban a la oficina de la psicóloga y a su lado estaba la profesora de religión. Siempre me decían “¿Crees en el diablo?”, porque yo era diferente física y culturalmente. Me vestía distinto y me decían “Eres como satánica, marihuanera”… Siempre fui atacada como la persona que va a terminar viviendo debajo de un puente. Era lo que la gente decía de mí, porque me atrevía a cuestionar cosas.
¿Cree que la defensa de la diversidad va a ser algo permanente, no una tendencia? Rihanna revolucionó el mundo del maquillaje con la variedad de tonos de Fenty y ahora es la norma.
Yo pienso que la mujer negra es la fuente de todo el conocimiento. Y a la mujer negra todo se le copia, pero la motivación es el dinero, no la diversidad. La agenda aquí es hacer dinero y siempre lo ha sido. Cualquier movimiento que se popularice y se viralice ya ha perdido, no le presten atención a eso.
*Asistente de fotografía: Orlando Gutiérrez.
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