Laura Sam: «Cada vez somos más mujeres en el ‘spoken word’ y hay más equidad»
El poder empático de las redes ha convertido a Laura Sam en el referente del ‘spoken word’ nacional, un género poético con el que exorciza la corrupción, el racismo, la pobreza. Y a sí misma.
«Así que no me digáis cómo escribir la historia si no es desde la sombra, porque en el sur nos enseñaron antes la palabra hambre que la palabra pan”. Estos versos, que forman parte del poema La voz de los poetas, una reivindicación y un lamento sobre el abandono y la pobreza de los murcianos, convirtieron a su autora, Laura Soto, más conocida como Laura Sam (Totana, 33 años) en un fenómeno viral. “Es algo que escapa a tu control. El vídeo se subió a Facebook y aún sigue rondando por ahí”, explica. Pero Sam lleva casi una década dedicada al slam poetry, competiciones públicas de recitales poéticos y, más recientemente, ha dado el salto al spoken word, es decir, a esa mezcla de poesía, música y performance que es tan antigua como la propia humanidad y que ha encumbrado en sus inicios a figuras como Leonard Cohen, Patti Smith o Laurie Anderson pero que aún sigue siendo marginal en España. “Para mí fue un proceso natural. Mientras escribía poesía escuchaba rap, esa oralidad siempre me acompañaba en el proceso de escritura. Un día, hace tiempo, pasando por el bar de Bilbao donde se hacían las competiciones de slam decidí probar. Y hasta hoy”. Laura estudió Bellas Artes y se mudó a la ciudad vasca con una beca Séneca y precisamente allí dirige el festival Poemática Fest, mientras ultima detalles del disco que acaba de lanzar, La Voz en Contra, grabado en colaboración con el músico Juan Escribano (guitarrista de We are standard) y, lo que más importante, vive de ello. “Ahora soy autónoma, escribo textos para otros, pero mi principal fuente de ingresos son los bolos. Me siento orgullosa, con toda la incertidumbre que conlleva ser freelance, claro”, dice hablando de la rareza que ha logrado.
La escena del spoken word no es muy visible en España, sobre todo en lo que respecta a las autoras.
Poco a poco se va conociendo, aunque no es como en otros países. En Estados Unidos tienen hasta su reality de spoken word, imagina… Con respecto a las mujeres, en los últimos años cada vez somos más y hay más equidad, pero cuando yo empecé, hará unos siete años, no solo era la única chica que había en Bilbao, es que se habían hecho dos campeonatos nacionales y solo llegó una mujer a la final.
¿Y por qué crees que es así? Ahora que parece haber más mujeres en el trap o rap…
Yo me lo planteo en muchas ocasiones como una cuestión de valentía. No porque no seamos valientes, que lo somos, sino porque se nos ha negado
la posibilidad de existir en otro plano que no sea el de servir, complacer y no hacer ruido. A lo mejor esto tiene que ver, porque es lo que todas arrastramos, el miedo a exponernos.
¿ Y cómo llevas lo de exponerte? Al final practicas un género que te hace abrirte emocionalmente y que deja de funcionar sin el favor del público.
Es algo que trato mucho en terapia, porque no deja de ser un forcejeo contigo mismo. Hay todo un peso emocional que tiene que ver con quién eres y cómo te sientes ese día. De alguna forma, enfrentarme al público es enfrentarme a mí. Yo siempre digo, de hecho, que cuando peor estoy, mejor recito. Sacar la mierda siempre viene muy bien.
¿Crees que en la música actual, o al menos en la que tiene éxito, sigue importando el texto?
Hay cosas muy interesantes, pero si hago un repaso a grandes rasgos creo que en general la música de ahora no habla de lo que nos está pasando ni como sociedad ni a nivel personal, que va unido, por supuesto. Yo siempre he ido en lo musical tres pasos por detrás porque lo que me ha preocupado siempre es la letra, y en las nuevas generaciones, sin generalizar, veo más imagen que contenido. Todo es un “no me hagas pensar porque no quiero pensar”. Es respetable, pero no es mi negocio. Hay cosas preciosas en la música actual, pero siento que hay pocas cosas que sean necesarias.
Escribes (y recitas) sobre la soledad institucional de los enfermos mentales o las injusticias cotidianas que se viven en España. ¿Por qué es tan necesario para ti?
A veces me pesa, no creas, pensar que siempre hablo de la suciedad, pero en el fondo pienso que es supernecesario, porque el spoken word tiene que vivirse a flor de piel y hacer que la gente reaccione. También puedo escribir sobre el amor, y lo he hecho, y en el fondo sé que no puedo cambiar ni solucionar los problemas de los que hablo, pero es muy terapéutico sentir que estamos hartos de esta mierda.
¿Dónde han llegado tus textos y dónde te gustaría que llegaran?
A Nueva York, que es la cuna del spoken word, aunque sea a un tugurio de mala muerte. Ya he compartido escenario con Kase.O, un sueño adolescente cumplido. Fue uno de mis ídolos y quien me animó a escribir. Después de aquello, la vida me parece menos interesante [risas].
*Estilismo: Paula Delgado. Maquillaje y peluquería: Yurema Villa (Ana Prado) para Guerlain, ICON y ghd.
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