La locura de la parafernalia erótica a lo ’50 Sombras de Grey’
Hace años que la élite de la moda abrazó el ‘sado Chic’ en el mundo del diseño. Hoy es el gran público quien abraza con frenesí la parafernalia erótica.
Esposas, 25,90 euros. Juego de cuerdas bondage, 21,90. Regla, con sus centímetros debidamente marcados, aunque nadie vaya a medir nada con ella, 15,90. Vibrador vaginal, 50… Todos, objetos embalados bajo la marca 50 Shades of Grey, con la etiqueta «aprobados por E. L. James»… y que prometen batir récords de ventas en 2015. Es el denominado efecto Grey, la consecuencia del terremoto mediático (y social) protagonizado por la trilogía de la autora británica y la película recién estrenada dirigida por Sam Taylor-Johnson. Un éxito que, desde que se publicó el primer libro en 2011, suma ya más de 100 millones de ejemplares vendidos (en formato electrónico e impreso) y casi 400 millones de euros de recaudación en las taquillas en las dos primeras semanas en cartelera.
Corsé de cuero (480 €), todo de Petra dos Santos.
Mirta Rojo
En una industria instigadora y consumidora de tendencias como la moda, este fenómeno se ha traducido en múltiples (y muy rentables) oportunidades de negocio desde 2011. Ya en otoño-invierno de 2011/12 Louis Vuitton presentó un bolso, con cadena y grillete, que se vio entonces como una influencia manifiesta y provocadora del sexo en la costura. Esa temporada, bajo la etiqueta sado-chic, la pasarela celebró el voyerismo fashionista con vestidos con arneses (McQueen) y corsés de cuero (Versus). Una mirada sugerente que se hizo más lasciva en 2012, con la novela convertida en best seller –y la retrospectiva de Helmut Newton en París–, en unas semanas de la moda sobrecargadas de erotismo. Así lo evidenciaba, por ejemplo, la colección de Prabal Gurung, que incorporaba fajines, cinturones y arneses creados por Zana Bayne, «la reina del bondage mainstream», según The New York Times.
Hoy, los diseños de Bayne, que ha trabajado para Beyoncé, Madonna, Lady Gaga o FKA Twigs, se venden en Dover Street Market, Comme des Garçons o Selfridges. Marc Jacobs ha sido el último en colaborar con la artesana de Williamsbourg en la creación de una colección especial San Valentín que salió a la venta en febrero y que incluía antifaces, esposas y chokers (gargantillas) de cuero. La estética dominatrix, recurrente en las fotografías de Ellen von Unwerth o Steven Meisel, ha marcado el crecimiento imparable del mercado del sexo durante la última década. Se han abierto tiendas eróticas y se han disparado las ventas online, desde las de juguetes como Lelo o Jimmyjane, a las de lencería, como Kiki de Montparnasse o Ann Summers. «Lo estaba leyendo y me he excitado… ¿Por dónde puedo empezar?», cuenta a S Moda Oli Acosta, una de las fundadoras de la tienda madrileña La Juguetería, que le preguntan algunas de sus clientas. «Las novelas han diluido el miedo», resume.
Pezoneras MiMi by Bijoux Indiscrets (10,95 €).
Mirta Rojo
Persuasión interior. La lencería mueve cerca de 30.000 millones de euros. «El boom que ha vivido este sector en los últimos dos años está bien documentado y seguirá creciendo en 2015», adelanta la consultora Editd. «El estreno de la película 50 sombras de Grey contribuirá a la consolidación de esta tendencia. De hecho, se prevé un aumento de siluetas sugerentes y detalles bondage», añaden.
La industria batió todos los récords en 2012. También aquí, como en las pasarelas, se ha producido una progresiva erotización, de líneas más conservadoras a colecciones subidas de tono. Tras la publicación de la primera parte de la trilogía, portales como Fox & Rose y firmas como la francesa Aubade duplicaron las ventas de sus modelos más provocativos. El segmento del lujo fue el que más rápido creció. Dispuesto a monetizar el fenómeno, el gigante online Net-a-Porter aumentó su oferta de lencería de diseño en un 75% en 2013. Y en las últimas ferias del sector celebradas en Las Vegas y en París, incluso las firmas más tradicionales se suman al movimiento erotic glam, con propuestas sugerentes y sofisticadas, más próximas al burlesque que a la pornificación de los primeros años del milenio.
Los objetos oficiales de Cincuenta sombras de Grey ofrecen accesorios y juguetes eróticos aprobados por la autora, E. L. James.
Mirta Rojo
Sin embargo, esta tendencia no es consecuencia única de Grey. Desde hace años es frecuente ver en las producciones de moda prendas más descaradas e incluso salvajes, como las creaciones de Atsuko Kudo, especializada en látex, el irlandés Paul Seville, artesano del cuero, o Maya Hansen, cuyos corsés superan los 2.000 euros. Diseños que chocan aún con los reparos de muchos compradores, como cuenta Mariela Magaña, de Lily Blossom, que, como reconoce, se sorprende «cuando enseñamos a una clienta un corsé de cuero y nos dice que es demasiado fuerte, pero luego se lleva un plug anal enorme».
Diseño de la firma FYI by Dani Read, cuyo lema grita «Women are Weapons» (las mujeres son armas). La marca erótica debutó en 2011 en la semana de la moda de Williamsburg, en Brooklyn (Nueva York).
Scott Sprague
Dispuestas a seguir rompiendo tabúes, algunas firmas especializadas tratan de aprovechar el impulso. Jimmyjane, por ejemplo, ha lanzado para esos nuevos compradores una línea, Seduce me, de accesorios fetichistas. Y Coco de Mer vende su propia lencería bondage, desde finas tiras de cuero hasta corsés fetichistas que animan incluso «a vestir por encima de la ropa, para mostrar al mundo tu actitud más provocadora». A los referentes del sector, en cambio, no les ha condicionado. La británica Sian Hoffman mantiene la misma línea en su corsetería de seda de aires decadentes. Y la francesa Sylvie Monthulé continúa con sus creaciones de fusión entre la lencería y la joyería, en las que combina prendas mínimas con piedras semipreciosas. La berlinesa Petra dos Santos, otra de las diseñadores importantes del boudoir erótico, nos confirma que en los últimos años han aumentado sus ventas, aunque no se atreve a atribuírselo al libro. Pero también confirma que este no afecta a su trabajo: «Yo sigo con mi estilo de fetichismo clásico, que es atemporal, elegante y, por supuesto, sexy. Ha sido mi filosofía de trabajo durante 20 años. Y funciona», asegura.
Córner de la editorial Taschen en la Sex Concept Store La Juguetería (Madrid).
Christopher James / 7 Bar Foundation.
Nuevos jugadores. «La trilogía ha propiciado un giro de la percepción popular sobre la exploración sexual», cuenta a S Moda Robert Rheaume, presidente de la firma Jimmyjane. Las bolas vaginales de plata, que Anastasia usaba en la primera novela, han sido el hit de casi todas las marcas. Pero sobre todo para la empresa Lovehoney, que fabrica los productos oficiales y que vendió en 2014 más de un millón de artículos con el sello de la novela.
El efecto Grey se ha notado especialmente en el sector de los juguetes sexuales, que el experto Nick Hewson, autor del informe Women, Sex and Shopping, estima que crece casi un 10% anual y movió en 2014 unos 3.500 millones de euros y que podría subir hasta los 9.000 en los próximos ocho años. Látigos, plumas, cuerdas o antifaces acaparan hoy las ventas del nuevo público atraído por la novela. «Parejas que están más abiertas a un poco de BDSM [siglas que engloban una serie de juegos sexuales, siempre consensuados, en los que se mezclan las ataduras, el fetichismo, la dominación y la sumisión], aunque aún es algo puntual y no lo frecuente en la habitación», analiza Steve Thomson, responsable de marketing de Lelo.
Tom Ford
InDigital
El sector espera ahora ir a más. Que se consolide el efecto Grey con la película y crezca aun más su público. Salir definitivamente de ese ostracismo en el que se movió y superar el miedo. Llegar a todos los escenarios. Y mostrar, como lo ven y resumen desde Coco de Mer, que «el sexo es algo maravilloso, y que creamos muchos objetos fantásticos y experiencias para celebrar que disfrutamos unos de los otros».
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