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Hinchables: cuando el aire se convierte en arte

Hablamos con algunos representantes de esta escena artísitca sobre las peculiaridades de trabajar con el plástico y el aire como únicas herramientas.

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La instalación inflable 'Tree' del artista norteamericano Paul McCarthy, ubicada en la plaza Vendôme de París, fue atacada hace unos días por un grupo de desconocidos. El motivo: su supuesto parecido con un consolador anal gigante. Algo que el propio artista ha admitido y que ciertos sectores conservadores han tildado de "provocación". Como publican algunos medios, el movimiento tradicionalista "Printemps français" tuiteó al respecto: "¡Plaza Vendôme desfigurada! ¡Paris humillado!". Polémicas aparte, esta situación no deja de ser un ejemplo más de las reacciones que el arte hinchable causa en el espectador. Sus enormes dimensiones, su voluntad de modificar espacios y entornos y su espíritu de reacción contra el orden establecido, no dejan indiferentes a nadie.

Los cerdos inflables y las esculturas inspiradas en iconos de la sociedad de consumo del propio McCarthy o las construcciones del reconocido Anish Kapoor, por ejemplo, son ya un referente en este ámbito, una disciplina artística que desde hace años se pasea por museos y espacios públicos. Ya en 1966, Andy Warhol presentó en la Galería Leo Castelli su obra Silver Clouds, una escultura-instalación de globos de helio plateados que flotaban libremente y que, posteriormente, fueron liberados por la ventana para sobrevolar el cielo de Manhattan, quizás reclamando un espacio de exposición más libre y menos elitista, tal y como se recoge en el libro Arte, arquitectura y diseño inflable de Jacobo Krauel, editado en español el pasado verano por LinksBooks.

Krauel nos explica que, en cierto modo, el fenómeno de la pneumanía, es decir, la eclosión de este tipo de construcciones inflables, que se dio en la década de los 60, se puede tomar como un punto de partida del arte hinchable tal y como lo conocemos hoy. "La revolución del plástico fomentó la posibilidad de que surgieran nuevas formas expresivas que dieron mucho juego y permitieron especulaciones en muchos campos, y el arte fue uno de ellos", comenta para S Moda. Actualmente, estas soluciones inflables, se han instalado en ámbitos como la ciencia, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la industria del ocio e incluso en el mundo de la moda.

Las diseñadoras y artistas Cocky Eek, Ana Rewakowicz o el colectivo FRONT 3.0, por ejemplo, han experimentado, desde perspectivas diferentes, con trajes inflables y con la interacción que estos generan entre las personas que los visten y su entorno. Por su parte, la compañía Maison Martin Margiela, que siempre ha tenido estrechos vínculos con el mundo artístico, también apostó por el plástico y el aire y, en la Paris Fashion Week 2012, invitó al colectivo español Penique Productions a diseñar la escenografía para la presentación de su colección primavera-verano. Estos artistas desarrollan habitualmente instalaciones inflables con el objetivo de transformar el interior de los edificios en los que intervienen. En este caso, cubrieron con plástico de color blanco la arquitectura del palacio Hôtel Salomon de Rothschild, convirtiendo el lugar en un espacio neutral y dejando a la vista solo sus lámparas barrocas.

"La arquitectura es nuestro lienzo en blanco, aunque nunca es blanco", nos explican desde Penique Productions. Sus propuestas se generan a partir de las directrices que el espacio les transmite, decidiendo así la cantidad de hinchables, su tamaño, forma, color, etc. "Modificamos el lugar, apropiándonos del mismo, que pierde su uso habitual y lo presentamos como obra artística, donde los espacios de vacío se unifican a las formas existentes creando un solo elemento", añaden. De este modo, buscan que el espectador experimente una nueva relación con el espacio, estableciendo un vínculo único entre el globo que se expande y la arquitectura que lo contiene.

Como decíamos, muchos otros artistas que trabajan con inflables tienen el mismo objetivo: modificar el espacio, sea interior o exterior, y con ello sorprender al espectador. Es el caso de los suizos Lang Baumann: "Utilizamos inflables porque nos permiten trabajar en grandes espacios. Buscamos confundir la forma habitual de ver esos espacios arquitectónicos, así como cambiar otros aspectos como su forma, sus dimensiones o la reflexión de la luz cuando incide sobre ellos", nos dicen. La fachada del edificio de la Fundación Telefónica en Madrid fue intervenida, durante la Noche en Blanco de 2008, por estos artistas que simplemente utilizaron tubos de poliéster y un ventilador para transformarla.

Ellos no son los únicos "artistas hinchables" han pasado por nuestro país. Es el caso del estadounidense Kurt Perschke y de su The RedBall Project, cuya bola inflable de color rojo y de dimensiones gigantescas estuvo incrustada en el edifico del MACBA y en otros espacios de la ciudad de Barcelona. La bola viaja por el mundo –su última parada fue el pasado mes de septiembre en Montreal–, modificando el entorno e invitando a la participación de los transeúntes. Y si hablamos de hinchables viajeros, no podemos olvidar del pato de goma gigante del holandés Florentijn Hofman, que durante más de seis años ha surcado las aguas de Brasil, Japón o Australia, convirtiéndose en un emblema de la unión amigable entre culturas.

En ambos casos, el espacio exterior, el entorno urbano, se convierte en una pieza más que ayuda a construir la intervención artística. Es por eso que, en muchas ocasiones, el arte hinchable que vemos hoy en día se ha llegado a considerar una modalidad más de street art. Según comenta el especialista Jacobo Krauel: "No tiene que ser así necesariamente, aunque sí es cierto que tanto por su carácter efímero como por la variedad de escala que permite puede tener una gran impacto en los espacios públicos".

Lo mismo opina el dúo de origen británico Filthy Luker, cuyas esculturas inflables gigantescas, sus 'Art Attacks', tal y como ellos mismos los definen, invaden las calles y edificios con divertidos "ataques" visuales que sorprenden y confunden a la gente."Los inflables, por su gran tamaño, no se encuentran en las galerías, por lo que la calle es un buen lugar para que sean vistos. Nuestras instalaciones pueden estar dentro del movimiento street art pero, a la vez, nos preguntamos si el arte hinchable, debido a su naturaleza transitoria, es realmente visto como verdadero arte, igual que sucede con el graffiti", nos comentan.

Una obra de los artistas británicos Filthy Luker y Pedro Estrellas.

Y es que, tal y como mencionan, el principal inconveniente con el que se encuentran estos artistas es que saben que sus obras tienen unos pocos días, horas, o incluso minutos, de caducidad. ¿Cómo convive un artista con el hecho de que su obra sea efímera? Según explican desde Penique Productions, "siendo consciente de que hay que desmontarlo. Es una condición indispensable en nuestro trabajo, sería impensable la apropiación de los espacios en los que trabajamos de forma perenne". Para Lang Baumann, es algo inherente en sus propuestas: " Lo que valoramos es que el espectador esté interesado en ver algo real pero que también tenga interés en la "otra vida" de la intervención, es decir, en recordarla a modo de imagen o experiencia".

Un pequeño inconveniente que, para estos artistas y muchos otros que se han aventurado a trabajar con el aire, como Joshua Allen Harris, el surcoreano Choi Jeong-Hwa, con sus impactantes instalaciones de globos y de flores gigantes, o Architects of Air , queda superado por la multitud de posibilidades creativas que les ofrece el medio hinchable. "Una vez que entiendes la física, las técnicas de diseño y los diferentes procesos de fabricación, es relativamente rápido convertir el dibujo que has hecho en la parte posterior de un paquete de tabaco en un inflable en 3D. La magia llega verdaderamente cuando enciendes el ventilador y lo hinchas por primera vez", concluyen Filthy Luker.

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Una obra de los artistas Filthy Luker y Pedro Estrellas.

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