En defensa de ‘8 mujeres’: la película navideña definitiva que todos deberíamos volver a ver
La cinta dirigida por François Ozon es difícil de catalogar, un género chico en sí mismo, un ejemplar único a caballo entre el cine de humor negro y la comedia musical.
Cuando un sujeto emisor verbaliza que el cuerpo le pide guarecerse –solo o acompañado de otro- bajo una manta para ver una película de temática navideña el receptor del mensaje, con casi total seguridad, piensa en una cinta de animación y temática infantil o en una de tintes románticos que inequívocamente termina con los protagonistas heteronormativos dándose el pico bajo el tradicional muérdago. Éste no es el caso. 8 Femmes, en francés, es un largometraje navideño que nada tiene que ver con los tópicos antes descritos. Es hora de reivindicar 8 Mujeres como pieza clave de culto para descubrir o revisionar en estas fechas tan señaladas. Especialmente un año como éste en el que el ocio está restringido a la intimidad familiar. En 2020 hemos reaprendido, o al menos deberíamos haberlo hecho, que todos los finales no son felices.
Este peliculón de 2002 está basado en la obra de teatro del mismo nombre, Ocho mujeres, que el autor francés Robert Thomas estrenó el 28 de agosto de 1961 en París. En la web de RTVE se pueden ver hasta tres versiones de la misma representadas en España. La cinta dirigida por François Ozon es difícil de catalogar, un género chico en sí mismo, un ejemplar único a caballo entre el cine de humor negro y la comedia musical. Una rara avis que coquetea con descaro y en un abrir y cerrar de ojos con lo mejor del suspense de Agatha Christie y la estética melódica camp de los años 80. Una técnica, la de introducir actuaciones de estilo drag queen para presentar a sus personajes, a la que recurre el director parisino desde sus primeras obras. Cabe destacar la coreografía, al son de una versión del Hay que venir al sur de Raffaella Carrá, de los protagonistas de Gouttes d’eau sur pierres brûlantes (1999).
8 femmes está ambientada en los años 50 (década fecunda en melodramas saturados de color gracias al cinemascope y en los que se inspira estéticamente esta cinta) donde todo ocurre en una casa a las afueras de la ciudad en la cual coinciden ocho mujeres para celebrar la Navidad. Estos personajes femeninos están interpretados por divas del cine francés lo que sirve para acentuar la crítica a los personajes estereotipados de la cinta ¿qué cliché hay más grande que el de una gran dama de la escena? Catherine Deneuve es Gaby, la dueña de la mansión, Virgine Ledoyen y Ludivine Sagnier son sus hijas, Suzon y Catherine respectivamente, y Danielle Durriex su madre Mamy. Isabelle Huppert da vida a su hermana Agustine y Fanny Ardant a Pierrette, su cuñada. Firmine Richard encarna a la ama de llaves, Madame Chanel, y Emmanuelle Béart a Louise, la nueva doncella. Ozon consiguió un equilibrio perfecto entre los egos del elenco gracias a una sucesión de actuaciones musicales protagonizadas por cada una de ellas y a unos planos individuales dentro de cada escena amén de un vestuario colorido que las hace a todas visibles en cada momento.
La acción se desencadena cuando Marsel, el marido de Gaby y señor de la casa, es hallado muerto en su cama por Louise, la doncella. A fuerza de lógica la asesina tiene que estar entre esas cuatro paredes. La culpable tiene que ser una de las 8 mujeres ¿Pero quién? Todas tienen motivos para haber llevado a cabo este crimen lo que provoca una sucesión de discusiones y un rosario de reproches y acusaciones que ponen de manifiesto la cualidad que mejor identifica a la burguesía: la doble moral. El cinismo intrínseco a su clase lo impregna todo hasta que corrompe lo que en apariencia se desviven por defender: la familia. Cada miembro del octeto guarda un secreto inconfesable que van revelando con un gesto, una palabra, un silencio… minuto a minuto las máscaras van cayendo y surgen sentimientos más nobles como la ternura, la complicidad y la confianza. Para colmo del entuerto el director añade unas notas de atracción sexual fuertemente reprimida entre varías de las protagonistas. Verlas jugar a las detectives de salón es una auténtica delicia. El crimen finalmente se resuelve pero ¿a qué precio?
El total del reparto femenino se hizo con el Oso de plata del Festival de Berlín y el galardón de los Premios del Cine Europeo. La moraleja del largometraje es sencilla: desaparecido el patriarcado el sistema de poder no puede ser replicado por las mujeres. Hay que cambiar el régimen. La película cumple con el test de Bechdel (método que sirve para evaluar la brecha de género en las producciones artísticas) pues aparecen no sólo dos sino ocho mujeres que además hablan entre ellas y no siempre se refieren en sus conversaciones a un hombre. Por los pelos, no se crean.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.