_
_
_
_
_
Mujeres en películas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘La chica de rosa’: una joven humilde hecha a sí misma

Andie Walsh, el personaje de Molly Ringwald, encarnó las inquietudes de una adolescente de clase trabajadora en tiempos del ‘boom’ de la MTV

Molly Ringwald como Andie.
Molly Ringwald como Andie.EVERETT COLLECTION / CORDON PRESS
Elsa Fernández-Santos

John Hughes, el rey Midas del cine adolescente de los ochenta, escribió La chica de rosa (1986) pensado en Molly Ringwald después del éxito de Dieciséis velas y El club de los cinco. En las tres brillaba la magnética candidez de la actriz. Cuando Hughes murió en 2009, a los 59 años, Ringwald escribió una emocionante despedida en The New York Times. Hacía 20 años que no sabía nada de su mentor, el hombre que según la actriz cambió el curso de su vida haciéndole creer en sí misma: “Todo el mundo sabe que John se retiró de Hollywood para convertirse en una especie de J. D. Salinger de la generación X”. Ringwald tituló su artículo El club de nunca jamás, porque ella siempre se sintió parte de los niños perdidos de Peter Pan.

Annie Potts (Iona), y Ringwald en el cuarto de Andie en la película.
Annie Potts (Iona), y Ringwald en el cuarto de Andie en la película.ALAMY STOCK / CORDON PRESS

Su personaje en La chica de rosa, Andie Walsh, pertenece a esa estirpe. Andie es una chica pobre abandonada por su madre y que cuida con extrema delicadeza a su padre desempleado. Trabaja en una tienda de discos y le gusta arreglarse de forma excéntrica: la música y la ropa son cruciales en una película imbuida por la era de la MTV. Su estilo, muy de entonces, es la mezcla de cierto orientalismo californiano pasado por el estilo Memphis y por aquella tendencia que impuso Madonna en su etapa azul: encajes blancos, telas jacquard y brocados, accesorios nacarados, sombreritos... En el cuarto de Andie, toda una fantasía ochentera, los quimonos estampados cuelgan en las paredes junto a pósteres de dibujos geométricos, los muebles están decorados con flores y de cualquier rincón surgen cajas y cajas de bisutería. Los mercadillos de entonces eran una curiosa mezcla que abastecía por igual a punkis y nuevos románticos.

Andrew McCarthy, Molly Ringwald y Jon Cryer en La chica de rosa.
Andrew McCarthy, Molly Ringwald y Jon Cryer en La chica de rosa.CORDON PRESS

El mismo año del rodaje de La chica de rosa, Madonna había participado con el pelo teñido de color cobre en el multitudinario concierto del Live Aid y había estrenado la que sigue siendo su mejor película, Buscando a Susan desesperadamente (1985). La aparente ingenuidad del personaje de Ringwald, su condición de chica de clase humilde hecha a sí misma, tenía mucho que ver con la nueva estrella del pop mundial, pero también con las heroínas tristes de Shirley MacLaine, maravillosa intérprete de Irma la dulce y El apartamento. En un momento de la película, el chico pijo que interpreta Andrew McCarthy nombra a Madonna y aunque ambos la definen con un absurdo “demasiado profunda”, ella resuelve al puro estilo Ciccone: “Sí, pero tiene tanto estilo”.

Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_