Periodistas de raza, por Ana Pastor
Jeremy Paxman, Mark Knoller o Nadia Al-Sakkaf son tres valientes que representan al periodismo crítico e incómodo.
Doce veces. Hasta en doce ocasiones repitió exactamente la misma pregunta. El político se revolvía en la silla, se recolocaba las gafas de pasta y trataba de hacer sonar sus huecas palabras. Seguramente pensaba ya en su defunción política. Aquella entrevista del periodista Jeremy Paxman frente al conservador Michael Howard en 1997 en la BBC no sería la única impregnada de un estilo tan peculiar. Años después, también en la televisión pública británica, Paxman interrogó al primer ministro Tony Blair. Ya se conocían, ya se habían sufrido. Blair intuía que habría muchas interrupciones cuando no hubiera respuestas concretas. Su encantadora sonrisa serviría para poco o nada. Paxman le exigió que diera el número de inmigrantes que vivían en el Reino Unido, a lo que Blair respondió que al ser irregulares no se podía saber. Paxman le espetó media docena de veces, mientras se rascaba la cabeza: «Así que no tiene ni idea, Primer Ministro». Blair solo pudo responder lacónicamente: «No es una cuestión de no saberlo».
Henry Kissinger llegó a abandonar una de sus entrevistas cuando escuchó: «¿Se sintió un impostor al recibir el Premio Nobel de la Paz [por el acuerdo de paz en Indochina]?». Paxman parece no tenerle miedo a nada ni a nadie cuando lanza sus preguntas. Tampoco cuando sentó en el programa a su jefe, el director general de la BBC, en el momento en el que se anunciaron recortes en esa televisión pública y se cuestionaron, él lo hizo, muchas decisiones. No es el único ejemplo de este tipo de periodismo en Europa. Otros exponentes del periodismo que no se frena ante nada los encontramos en Estados Unidos.
Es el caso del veterano Mark Knoller, capaz de lanzar decenas de tweets al día sobre el presidente, su actividad o sus decisiones y que, como recordaba en EL PAÍS Antonio Caño, hace temblar a más de un político en las ruedas de prensa por sus preguntas. ¿Cuál es su arma? Ni siquiera tira de la agresividad de Paxman, solo de su libreta y de toda la información que ha ido acumulando. O Helen Thomas, quien antes de abandonar la profesión a los 89 años se dirigió a Obama: «¿Cuándo nos vamos de Afganistán? ¿Cuándo dejaremos de matar y morir allí? Y no me responda como Bush».
Nadia Al-Sakkaf es una mujer valiente, muy joven, no llega a los 30 años, y dirige The Yemen Times desde 2005. Representa el periodismo incómodo, muy crítico con el poder incluso aunque su vida está en juego. Su condición de mujer puso nerviosos a muchos desde el principio. Heredaba un negocio familiar para el que se podía pensar que no estaba preparada. Lejos de eso ha demostrado que ni el asesinato de su padre ha podido con ella. Su estilo permite comprobar que el periodismo, incluso –o sobre todo– en Yemen, debe ser independiente. Ha recibido varios galardones internacionales por su trabajo que está muy vinculado a su historia personal y a su concepto de ciudadanía.
De ahí su apuesta por otras mujeres. En su primer año despidió a la mitad de los hombres de la plantilla e incorporó a mujeres y hombres jóvenes que protagonizarán el cambio desde dentro y en favor del pueblo. Es quizá uno de los ejemplos más claros de periodismo valiente en condiciones muy difíciles. No tiene mucho mérito ir a un país como Irán y hacer una entrevista más o menos complicada, porque después vuelves a España. Pero allí quedan mujeres que, como Nadia en Yemen, ponen por encima de su vida la forma de entender el periodismo. Un orgullo para los que creemos pertenecer a esa misma profesión.
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