En la nueva era de Nina Ricci, «el logo es símbolo de orgullo»
Hablamos en exclusiva con Rushemy Botter y Lisi Herrebrugh tras su debut al frente de la firma en la Semana de la Moda de París. Su visión es respetuosa pero en absoluto nostálgica. La nueva Nina es, según el dúo holandes, «moderna, más deportiva y también elegante».
Su nombramiento al frente de la dirección creativa de Nina Ricci en 2018 llegó por sorpresa. Rushemy Botter y Lisi Herrebrugh eran, para muchos, todavía unos desconocidos, como Alessandro Michele en 2015 (cuando Frida Giannini dejó la dirección creativa de Gucci) o el británico Daniel Lee hace apenas unos meses (cuando Kering eligió al discípulo de Phoebe Philo para relevar a Tomas Maier en Bottega Veneta). Con el fichaje de Botter y Herrebrugh, la empresa catalana Puig repetía la estrategia creativa del grupo Kering, que apuesta por talentos emergentes para explorar nuevos territorios. El nombre de este tándem de holandeses (pareja profesional y personal) empezó a sonar en abril de 2008, cuando su marca, Botter, se llevó el Gran Premio de Première Vision en el Festival de Hyères. S Moda habla con ellos en exclusiva en el backstage tras su debut en la la Semana de la Moda de París al frente de Nina Ricci –una casa conocida por su elegancia burguesa y el perfume L’Air de Temps–.
Nina Ricci se fundó en 1932 en París. Trabajar para una casa histórica puede ser un corsé demasiado restrictivo. A veces los códigos aprietan tanto, que apenas permiten respirar. ¿Placer o condena? «Nos dieron carta blanca para reinterpretar los valores de la casa con total libertad», concede Herrebrugh en español (ambos tienen raíces caribeñas: Rushmy es originario de Curaçao y Lisi es mitad dominicana). «Pero nosotros creemos que para llevar una marca al futuro primero tienes que saber de dónde vienes. Es importante respetar los códigos. Además, no tiene sentido borrar el legado. Bucear en un archivo puede ser liberador: descubres técnicas, soluciones… Un legado que no debería olvidarse. Se conserva precisamente para poder aprender de esos diseños, usarlos, reinterpretarlos, actualizarlos, darles un nuevo enfoque… Hacerlos relevantes para que vivan en el ahora», explican en inglés.
La versión 2019/2020 de Nina Ricci: «Es deportiva, pero también elegante», describe Botter. Hay pantalones amplios con camisas de seda, vestidos drapeados de organza… Los lazos (icónicos de esta maison francesa) aparecen en el hombro de una americana o en el lateral de un vestido. Hay referencias sutiles al mar (con cuerdas de nylon a modo de fruncido deportivo en algunas piezas). Chaquetas de doble botonadura, vestidos amplísimos estilo paracaídas de nylon naranja, rojo y azul turquesa. El maillot de baño convertido en trampantojo en americanas y abrigos de tejidos técnicos. Y aunque el dúo también utiliza volantes, no son románticos ni nostálgicos.
Su firma Botter es una etiqueta masculina. En Nina Ricci, diseñan la colección de mujer. ¿Ventaja o inconveniente? En su primera colección, las raíces menswear de estos creativos son evidentes. «En realidad el cambio de género no supone ningún reto porque nuestro enfoque a la hora de diseñar hombre es bastante fluido. Si lo piensas bien, en el fondo, no hay grandes diferencias. Porque la inspiración viene del mismo sitio; y el proceso creativo también es similar. Lo único que varía es la interpretación porque tiene que funcionar en el cuerpo femenino».
No hay estampados florales (tan imporantes en la historia de la casa). Sin embargo, la paleta cromática juega con la ilusión de un jardín que florece in crecendo. «Habría sido muy fácil utilizar esa explosión de color en todas las prendas. Pero nos parecía importante empezar con una paleta neutra (en tonos nude). Los colores brotan de una manera orgánica y nos permiten dibujar la silueta de una forma inteligente, con pequeños toques vibrantes, a modo de fuegos artificiales», apunta Botter.
Antes de ellos, pasaron por la casa Olivier Theyskens (2006-2009), Peter Copping (2009-2014) y Guillaume Henry (2014, 2015). Con los holandeses, el viejo romanticismo da paso a un enfoque más deportivo, que utiliza el nombre Nina como logo en chaquetas y cuellos –siguiendo el manual de uso milénico–. «Creemos que es un nombre del que sentirse orgulloso. Sé que mucha gente lo asocia a un universo arcaico… Pero para nosotros Nina es un nombre joven. Suena joven. Y esa es nuestra interpretación: el logo como símbolo de orgullo».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.