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Cómo ser John Galliano (y fracasar en el intento)

Bill Gaytten firma otra colección para John Galliano, la firma que vino mucho antes que Dior.

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Getty Images

Bastante antes de fichar por Givenchy y posteriormente ser contratado en Dior, John Galliano creó su propia firma. Recién salido de la Saint Martins School, donde se graduó en 1984 con una colección inspirada en la Revolución Francesa (Les Incroyables, por aquella época trabajaba a media jornada como vestidor en un teatro, de ahí su puesta en escena), el gibraltareño montó un estudio en Londres que cerró poco después no sin antes hacerse con el premio a mejor diseñador británico del año por una colección inspirada en la Blanche Dubois de Un tranvía llamado deseo presentada en la Semana de la moda de Londres. En 1991 se trasladó a París y lo pasó poéticamente mal hasta que se cruzó en su camino Anna Wintour y le ayudó a refinanciar su marca. 

Por esa época todo fueron altibajos, a John, a pesar del éxito de crítica, siempre le fue difícil conseguir dinero para sacar adelante sus diseños, pero aún sin un duro en el bolsillo seguía brindando homenajes a Napoleón y Josefina u Olivia y Filibuster. Para su primera presentación tras la segunda bancarrota Galliano se hizo con los favores gratuitos de las más potentes supermodelos, entre ellas su fiel amiga Kate Moss.

En el 95 Galliano ficha por Givenchy y poco después por Dior, y a pesar de las dificultades y la presión que años después le costarían la carrera, no renuncia a John Galliano. Ese rincón donde volcaba sus pequeñas y grandes obsesiones sin filtro ninguno. Esa parcela que, al menos en pasarela, porque el grueso de sus beneficios los hace a través de franquicias de camisetas, perfumes y trapos sui generis varios, no tiene sentido ninguno sin John Galliano por mucho que se empeñe su dueño y señor.

Si bien parecía que tras el proceso judicial del caso Galliano el grupo LVMH -poseedor del 92 % de la marca- iba a vender su parte a un inversor chino, de momento sigue alimentando la fiera de su niño y la de otoño-invierno 2012/13 es la segunda colección -tercera con el Pre-Fall– que levanta Bill Gaytten en nombre y sin la garra de su fundador. 

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