A Valentino le sale la curva de la feminidad
El efecto boomerang de los diseños de PierPaolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri no le pasa factura a Valentino: las princesas románticas no pasan de moda.
Ha llegado un momento en el que las propuestas de Valentino han entrado en un bucle que no nos permite distinguir sin son de invierno, verano, prêt-à-porter o Alta Costura a no ser que nos empeñemos en descifrar el por qué de un estampado, un bordado o un determinado ornamento. El margen de error es, de todos modos, bastante ajustado.
PierPaolo y Maria, el dúo de diseñadores al frente de la casa desde finales de 2009, se han apoltronado (¿qué hay de aquellos avatares del verano de 2010?) en una estética de lo más ortodoxa que toca descodificar a través de sus evocativas palabras.
Princesas medievales, veracruzanas o eslavas, qué más da, si parecido es su vestido del emperador (además de ir planas y peinarse con las mismas trenzas). Aquí el caso es la atención artesanal al ropaje y las horas de trabajo detrás de cada volante, espiral, cinta o número de capas de organza, crepé de seda o appliqués.
Su otoño-invierno 2012/13 es quizá menos novelero que otras veces; mucho cuero negro, capas, básicos como camisas blancas y trajes pantalón tan severos que parecen ideados para working girls. No falta la correspondiente tanda de maxivestidos de cuello cerrado hasta los tobillos con transparencias, bordados -de aires balcánicos- encaje o nido de abeja en colores que van del negro, al rosa empolvado pasando por el rojo y el nude.
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