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París, Milán, Nueva York…¿Los Ángeles?

El traslado de Saint Laurent pone en el foco a la ciudad californiana. ¿Existe el estilo L.A. más allá de las alfombras rojas y los pantalones de yoga con chanclas?

kirsten dunst LA

"Es muy Los Ángeles", sentenció Kirsten Dunst al final del desfile de Saint Laurent, el de las dobles de Courtney Love a 4.000 euros el babydoll. Y en eso estuvieron de acuerdo hasta los detractores furibundos de la colección. Dunst debería saber de lo que habla. Acaba de volver a prestar su imagen a Rodarte y en otras ocasiones ha posado para Boy, la línea femenina de Band of Outsiders. Las dos marcas comparten al menos dos cosas: credenciales hipster y una dirección postal californiana. Algo que también tiene ahora la propia Saint Laurent Paris, desde que la casa francesa le diera permiso a su nuevo director artístico, Hedi Slimane para trasladar su cuartel general a Los Ángeles, donde reside el franco-tunecino desde 2007.

Esa mudanza hizo que los ojos del mundo de la moda se giraran hacia una ciudad que hasta ahora en materia de estilo tenía una reputación dudosa. Los Ángeles era la capital de las alfombras rojas, al menos durante la temporada de premios, pero el estereotipo del estilo angelino todavía estaba asociado al va va voom a lo Kardashian, a esas mezclas del tipo "pantalones de yoga, chanclas y bolso Birkin" que se ven en los realities o, peor, al famoso uniforme celebrity (serie Z) de principios de siglo que consistía en maxigafas, chándal de toallita y botas blandas, y que ha rescatado Sofia Coppola para vestir a sus delincuentes fashionistas en The Bling Ring. En la memoria colectiva, la última contribución decente de estilo que hizo la ciudad fue ese estilo Palm-Springs-meets-Marrakech que se practicaba en Laurel Canyon en los setenta. Ya en la década pasada, lo más californiano que le pasó a la moda fue American Apparel, la firma que inventó el estilo porno-moderno y que presume de diseñar y confeccionar todas sus prendas en el empobrecido downtown de Los Ángeles. 

Una autoridad local, la crítica de moda del L.A. Times Jenn Harris, coincide con Dunst: "Sí que me pareció ver looks muy L.A. en la última colección de Saint Laurent. Había un vestido con estampado floral con un suéter encima que podía estar sacado directamente de Silver Lake", dice, citando el Williamsburg de la Costa Oeste. Y añade: "Otro minivestido con una franja de lentejuelas era especialmente adecuado para las noches de la ciudad. No sé si se producirá un efecto Slimane pero está claro que el lugar en el que estás afecta a tu trabajo". La periodista cree que el estilo de la ciudad es "ecléctico" y, como corresponde a una ciudad de la que muchas veces se dice que no es ciudad sino una serie de barrios conectados por autopistas, depende de la zona. "Los barrios playeros tienen un estilo más relajado e influido por la cultura skater. En Beverly Hills es donde puedes ver a la gente vestida de un diseñador de arriba a abajo y cuánto más al Norte te mueves, más te acercas a un estilo de típico hipster". 

Harris cita algunas firmas de la ciudad que poco tienen que ver con las marcas que se venden como churros en Kitson, el imperio local que despacha a diario centenares de camisetas "con mensaje" (la tienda se hizo famosa cuando empezó a comercializar tops del "Team Angelina" y del "Team Jennifer" cuando el divorcio Aniston-Pitt) y microshorts de los que le pirran a Miley Cyrus desde que cultiva su nuevo estilo pandillero. Una de esas nuevas firmas es Les Aperizes, cuyos creadores, un diseñador y un ex batería, aseguran que practican un estilo "victoriano samurai", signifique eso lo que signifique. En su primer año de vida ya habían conseguido vender sus prendas al lado de las de Céline en los grandes almacenes Barney's de Nueva York, una ciudad a la que le cuesta especialmente tomarse en serio la moda made in Los Ángeles. La periodista también destaca Of Two Minds, una firma que se autodefine como "una mezcla del chic de París y el cool de California", la marca de marroquinería Claire Vivier y nombres como A.L.C, Clover Canyon o The Elder Statesman.

Según un artículo reciente en la web Business of Fashion, "a las firmas jóvenes les atrae el estatus de outsider que ocupa Los Ángeles en el mundo de la moda". La diseñadora de Clover Canyon, Rozae Nichols, declaraba que ha escogido conscientemente quedarse en la ciudad "porque su atmósfera, a pesar de que existen dificultades técnicas. Históricamente, las marcas que prosperaban eran de ropa casual de poco presupuesto, pero las cosas están empezando a cambiar". Para Laura Mulleavy, de Rodarte, "vivir y trabajar en Los Ángeles te da una sensación de libertad porque en cualquier momento puedes contemplar paisajes que son a la vez futuristas y prehistóricos". El propio Slimane no ha ahorrado elogios a su ciudad de adopción. En una (rara) entrevista al New York Times declaró: "hay algo casi encantado sobre Los Ángeles, una vibrante mitología que encuentro muy inspiradora". Según Scott Sternberg, de Band of Outsiders, su marca no sería la misma si él se instalase en Nueva York "y estuviese influido por las mismas cosas que el resto de la gente". California, asegura, le proporciona la sensación de vivir en una burbuja. El resultado son prendas más cercanas al estilo de la Nouvelle Vague de la que toma prestado el nombre la firma que al fondo de armario de la familia Kardashian.

Una de las pocas cosas en las que todo el mundo estuvo de acuerdo respecto a la última colección de Saint Laurent es en que era «muy Los Ángeles».

Getty

El uniforme de Paris Hilton de principios de siglo, compuesto de chándal de toalla y botas blandas definían hasta hace poco el estereotipo del estilo de la ciudad. Emma Watson lo luce en The Bling Ring.

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