Obama es ‘fashion’
Con Anna Wintour como cabeza visible, el mundo de la moda estadounidense toma partido por el actual presidente. ¿Cómo ha sentado esto a los republicanos?
La iniciativa no ha estado exenta de polémica. Da igual que la campaña Runway to Win no haya sido la primera vez en la que se han unido los destinos del actual presidente de Estados Unidos y los grandes nombres de la moda. Ni que al menos media docena de los diseñadores que han participado ahora lo hicieran también en 2008 en otra iniciativa similar: Runway to Change. A los republicanos les ha sentado como un tiro que Alexander Wang, Diane Von Fustenberg, Marc Jacobs, Narciso Rodriguez y Prabal Gurung, entre otros, hayan cerrado filas con la todopoderosa editora de Vogue en América, Anna Wintour, para apoyar a Obama. Lo hacen con el diseño de camisetas, bolsas de tela, sudaderas y bufandas de merchandising.
Los precios de los diseños van de los 45 a los 95 dólares. Pero los republicanos han mostrado su descontento y claman contra «los precios de ganga» de todas estas piezas que los modistos han preparado para defender la reelección de Obama en las elecciones presidenciales. Dicen que solo se explican si ha habido explotación de por medio y que no se puede forzar a los trabajadores a participar en una causa política. En línea con la publicidad negativa con la que los candidatos republicanos inundan la televisión según avanzan las primarias de este partido, también se ha colgado un vídeo en YouTube que demoniza a Runway to Win. En la presentación de esta campaña, Scarlett Johansson, que ejerció de maestra de ceremonias, zanjó la cuestión suspirando ante los periodistas que las críticas republicanas eran «unfashion» (nada estilosas).
Lo cierto es que Obama consiguió movilizar hace cuatro años a una generación joven que hasta entonces se había mantenido al margen de la política. El negocio de la moda comprendió que la afiliación al carismático matrimonio les aportaba una pátina cool. Si el mundo del cine vivió su momento de agitación política en las décadas de los 60 y los 70, hoy, sin embargo, se abstiene en gran medida de pronunciamientos claros en este sentido para no alienar al público potencial. La moda en Estados Unidos sigue una ruta distinta.
Al frente se encuentra Wintour, una de las principales donantes y activista en favor del presidente. Por el momento, la editora lleva recaudados 500.000 dólares, según hizo público el equipo de Obama, y ha organizado varias cenas en su residencia para apoyar la reelección. ¿Y los diseñadores? ¿No temen ellos la factura que pueden acabar pagando por enfatizar sus colores políticos y apoyar al presidente? Cabe destacar que es Wintour quien les pide que diseñen el merchandising y ella cuenta con una plataforma fundamental para elevar o hundir las carreras de diseñadores estadounidenses.
Pero también es cierto que Michelle Obama ha apoyado de forma muy notable la carrera de un buen número de diseñadores, como Jason Wu o Sophie Theallet, y de marcas, como Cushnie et Ochs (de las diseñadoras Carly Cushnie y Michelle Ochs). Cada vez que la esposa del presidente luce un modelo, los pedidos en las tiendas se multiplican y los teléfonos de los diseñadores echan humo. Y es de suponer que las ventas no vienen solo de votantes demócratas. Al fin y al cabo, se trata de creaciones maravillosas. «No hay una influencia más poderosa en la moda estadounidense que la estilosa y arriesgada primera dama –proclamaba The New York Times a mediados de febrero–. Está por ver si la veremos luciendo la sudadera (de merchandising) de Alexander Wang».
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