Normas para identificar una joya falsa
Cada vez son adquiridas más imitaciones de forma involuntaria. Preguntamos a expertos cómo intentar que no nos den gato por liebre.
Un vendedor con prisa o un certificado de autenticidad dudoso son motivos suficientes para sospechar de la calidad de una joya. Cada vez son más y mejores las imitaciones que circulan tanto en la Red como en locales de venta de segunda mano y anticuarios. Y aunque pensemos que a nosotros nunca nos darían gato por liebre, lo cierto es que ocurre y cada vez con más frecuencia. Según un informe de la Asociación Nacional para la Defensa de la Marca (ANDEMA), el porcentaje de personas que compraron involuntariamente imitaciones ha pasado del 6% en 2006 al 16% en 2010, es decir diez puntos porcentuales de aumento.
Una de las joyerías más perjudicadas por las copias es Tiffany. Tan solo hay que introducir en Google este nombre para descubrir decenas de webs en las que dicen vender piezas de la emblemática firma, sorprendentemente con un packaging idéntico y a un precio menor. Y aunque a primera vista la oferta es muy tentadora, la clave está en que ni Tiffany, ni ninguna marca de lujo proporciona descuentos a minoristas.
Pero no siempre son los bajos precios los que nos tientan a la hora de adquirir una joya falsa, al contrario, cuanto más alto es el coste más nos convence la compra. “Cada vez son más las personas que denuncian un fraude”, nos cuenta por teléfono Natalia Gili, perito de la agencia de detectives Oliver. “Vienen a nosotros con un reloj, por ejemplo, y nos piden que determinemos si es auténtico o no, muchas veces nos llaman incluso antes de la compra”. Tras la contratación de un detective privado para determinar el valor del objeto, un perito se encarga de investigar y comprarlo con piezas auténticas. “Las marcas casi siempre colaboran con nosotros prestándonos originales para identificar la autenticidad de una pieza. A ellos les interesa también destapar el fraude”. Tras un informe negativo de peritaje solo nos queda denunciar a la policía un delitos contra la propiedad industrial.
Incluso algunos países en los que la creación y venta de accesorios es común ha descendido notablemente su producción en los últimos años. Este es el caso de México, concretamente del estado de Chiapas, donde se ha reducido la producción de joyeria de ámbar en un 60% debido al aumento de falsificaciones en plástico y cristal. Es precisamente el vidrio uno de los materiales más recurrentes a la hora de copiar una joya. Un truco muy viejo que ya se utilizaba en el Antiguo Egipto con el fin de crear una réplica low cost de joyas faraónicas.
Aunque a la hora de identificar una falsificación siempre lo más recomendable es acudir a un experto, te damos algunas pautas para tener una primera toma de contacto con la joya:
– En primer lugar es fundamental tener confianza en la persona que vende, que tenga un local de cara al público y que lleve mucho tiempo en el mercado, nos recomienda David Durán, experto en gemología de Subastas Durán.
– Nunca debemos fiarnos de un certificado emitido por la tienda. A un diamante siempre le debe acompañar el certificado de un laboratorio gemológico independiente y objetivo, apunta Durán.
– Para hacer una valoración precisa necesitaremos una lupa de 10 aumentos, solo así podremos apreciar las inclusiones (imperfecciones) y determinar el grado de pureza de una piedra preciosa. Hay que tener en cuenta que el 99% de las piedras están tratadas y casi no existe un grado de pureza absoluto.
– La principal diferencia entre un diamante y una circonita es que el diamante nunca es transparente, nos cuenta el joyero vallisoletano Secundino González. El diamante devuelve aproximadamente el 70% de la luz que recibe debido a las imperfecciones o carbonos que dificultan su salida, esto hace que tenga un brillo diferente.
– Es muy improbable que una esmeralda esté limpia como el cristal de una botella debido a esas imperfecciones.
– En cuanto al peso, un quilate equivale a 200 miligramos.
– El oro y la plata deben de llevar dos maracas, una del fabricante y otra del laboratorio de contraste. El oro está marcado con un número, el 750, que significa que presenta 750 partes de oro puro y el resto es aleación (18 quilates u oro de ley), es decir lo que le proporciona dureza y color. De este modo, el de pureza 999,99 milésimas será más blando (24 quilates). Hay que tener en cuenta que esta medida no es igual para todos los países.
– Las perlas auténticas están formadas por varias de nácar, luego presentan una serie rugosidades. De ahí el hecho de que muchas personas prueben a meter un diente para reconocerlas, nos cuenta un responsable de comunicación de la firma Kailis.
– A diferencia de las perlas falsas, las buenas reflejan la luz desde el interior, y además, al tratarse de una joya orgánica, igual que el coral, cuando la tocamos coge la temperatura de nuestro cuerpo.
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