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No me mires a los ojos, por Eva Hache

«¿Dónde quedaron las tetas bamboleantes, las domingas sin andamiajes?»

Elisabeth Taylor

Sale el sol y ya florecen los canalillos como si fueran rabadillas. ¿Culo o escote? Tetas bien altas, apretaditas, compactadas dentro de sistemas de retención diseñados por ingenieros de caminos, canales y pechos. Van pasando ante nuestras miradas, algunas grandes y otras menos, todas desafiando la ley de la gravedad.

Si Newton levantara la cabeza, la levantaría con lascivia, con el cuello más tieso que un ajo, con los ojos chispeantes, los cristalinos acuosos, asomándosele una lágrima del tamaño del puño de un pelotari. Newton resucitado bailando por la Abadía de Westminster con la energía acumulada que da haber estado tumbado (tumbado porque viene de la tumba) durante casi 300 años. Newton colorado y con arrobo como Manolo Escobar cuando cantaba «¡Qué viva España!». Newton cantando «¡Qué vivan las peras y las leyes naturales que gobiernan el movimiento de lo terreno y de los cuerpos celestes por iguaaaaaal!». Newton zombi girando como un derviche, la cabeza ladeada, las manitas por alto, riendo loco. ¿Dónde quedaron las tetas bamboleantes?

¿Dónde las domingas sin operaciones, sin andamiajes? Pues las hay. De hecho, me di cuenta de que todas las demás no eran bufas temblorosas cuando vi unas que sí eran. Y me sorprendí de que las tetas normales, las de siempre, fueran ahora las anormales. ¡Qué cosas! No me esperaba esto. Pero claro, tampoco me esperaba que se volvieran a llevar los pantalones pitillo. O que se pusiera de moda hacer croché y que me fuera a arrepentir de haber dejado en el olvido aquella colcha de mi abuela con floripondios de colores. A lo mejor llega un día en el que volveremos a llevar aquellos sostenes en forma de pico. Esa teta violenta de los años 60. Tan tapada, pero tan visible.

O igual es una obsesión. Uno empieza a fijarse en cosas y ya solo ve eso. Cuando estás embarazada no paras de ver embarazadas y cuando escuchas una conversación entre dos alemanes te das cuenta de que solo hablan de números. O, bueno, quizá solo escucho los números porque es lo único que yo entiendo en alemán. Y no significa eso que los alemanes siempre estén contando. O bueno… ¡No nos despistemos! Estábamos hablando de que aquí está el buen tiempo y de enseñar cacho. No solo tetas. Cacho en general. Mira esa moda del short con taconazo. Tú te ves como Pretty Woman en un videoclip de Pitbull, pero yo te veo con un estilo más bien Meretriz A Secas. Matices.

Sale el sol. Las guapas siguen siendo muy guapas y las feas, si se emplean (y con emplearse me refiero a dejarse tetas y muslos un poco por fuera), también. También son muy guapas. Enseñamos como nunca, eso sí. Mi abuela me decía que dejara algo para más adelante cuando me veía la falda muy corta, mientras colocaba primorosa sus claveles de ganchillo. Si viera la carnicería andante que hay ahora por la calle, se comía los claveles y hasta el tallo, que era de plástico. Pero ahora sale el sol y enseñamos lo que nos da la gana. Sin esperar al más adelante, que no se sabe cuándo es. Pues entonces, hagámoslo con alegría y no como que disimulamos. No tengamos vergüenza en decir: «No me mires a los ojos, por favor, que si llevo el género a la vista es para que me lo veas».

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