Rosa de España: cuando avergonzar públicamente a una mujer por su cuerpo estuvo bien visto
La cantante ha confesado en el programa de Jordi Évole lo dañina que fue la dinámica del programa para su autoestima.
Cuando a principios de la década de los 2000 16 chavales se encerraron en una academia de canto de alto rendimiento persiguiendo su Operación Triunfo, el juicio permanente al que eran sometidas algunas de las características más distintivas de cada uno de los competidores era el último problema que formaba parte del debate público. Si el concurso de talento se convirtió en una fenómeno de dimensiones estratosféricas (sigue siendo a día de hoy el programa más rentable de la historia de la televisión, reuniendo a una media de siete millones de espectadores en cada gala) fue en buena parte gracias a esa caricaturización que se hizo de cada uno de sus protagonistas. Algunos se llevaron la mejor parte, como fue el caso de David Bisbal y Chenoa, quienes se dibujaron como la clásica pareja de guapos triunfadores, Nuria Fergó, quien representó el arquetipo de la mujer racial española, Gisela, que con su cándido perfil y su presencia pizpireta acabó siendo princesa Disney, o Manu Tenorio, que después de finalizar la primera edición del concurso pudo continuar viviendo de su imagen de galán bonachón.
Paradójicamente, la peor parte fue para la ganadora, Rosa López, quien se convirtió en un auténtico fenómeno de masas y en, supuestamente, la persona más querida del país (conseguir el sufijo «de España» por aclamación popular es un indicador de triunfo solo al alcance de las grandes folclóricas). Pero ese amor popular creció a costa de denostarla de la forma más cruel. Así lo contó ella anoche en el programa de Jordi Évole, dedicado enteramente a analizar su trayectoria. «Todos nos enamoramos de ti por cómo eras, pero lo primero que quisimos hacer fue cambiarte», le dijo el presentador.
Nos enamoramos de ella por cómo era… y lo primero que hicimos fue querer transformarla. #LoDeRosa pic.twitter.com/znWHtlp1GE
— Lo de Évole (@LoDeEvole) March 20, 2022
La cantante rememoró en ese momento que en las pruebas de casting para acceder al programa le preguntaron qué estaría dispuesta a hacer para entrar a formar parte de los elegidos. Ella contestó: «Ponerme a régimen y adelgazar 12 kilos». Casi 20 años después de aquello recalibra sus palabras: «Yo dije eso porque es algo que siempre me ha costado mucho, pero es que además pensé que sería lo que querían escuchar».
No andaba descaminada, dado que en las sucesivas galas, las fluctuaciones de su peso, su régimen y el aspecto de su cuerpo fueron un hilo conductor en la relación con el presentador del programa, Carlos Lozano, con el resto de sus compañeros y con la audiencia. Lozano se encargaba cada semana de preguntarle delante de todos los espectadores cuántos kilos había perdido, a lo que ella respondía colaboradora y de buen humor, para regocijo del público presente en el plató, quien parecía disfrutar mucho ese tipo de bromas. «¿Cómo llevas ese régimen?», decía él. «Esta semana he perdido un kilo y medio na’ más«. Todos los presentes enloquecían de risa. El presentador incluso se permitía hacer chanzas sobre su debilidad a la hora de seguir la dieta que ella misma se había impuesto: «Esta semana Rosa se zampó una tableta de chocolate», decía en tono recriminatorio.
Tal y como narró la cantante a Évole ayer, recuerda aquellos días sin rencor, pero ese tipo de interacciones fueron dañinas para ella, quien asintió cuando el periodista le preguntó si estaba de acuerdo en que había «un punto de condescendencia y paternalismo por parte de los espectadores». «Sí, si hubiera sido más delgadita, con los dientes derechos, sin gafas, con ropa ceñida, hablando mejor…», dijo López, quien finalmente confesó: «Llegué a pensar que había ganado el programa por pena».
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