‘My Mexican Bretzel’: la farsa sobre una pobre millonaria que se convirtió en fenómeno de la cuarentena
Los espectadores son los nuevos prescriptores de joyas escondidas. El boca oreja digital encumbró a la película más especial del festival D’A: se hizo con el premio del público y motivó su próximo estreno en las salas de cine en noviembre, confirmándose como uno de los logros más inesperados (y vistos) en tiempos de reclusión social.
Un extraño y esperanzador fenómeno sucedió el fin de semana pasado. La cuarentena, milagrosamente, puso de acuerdo a los chats de WhatsApp. Coincidiendo con la celebración del D’A Film Festival de Barcelona, que se celebró vía online moviendo su programación a Filmin debido al coronavirus, se reivindicó y recomendó una y otra vez la misma película española: «¿Qué buena esa peli, no?», tuiteó la directora Belén Funes (ganadora del Goya a dirección novel por La hija de un ladrón). «Es la gran historia de (des)amor del año. Es Sirk, Cheever y Zweig. No sé si ganará los Goya que merece, si sé que se ganará a todo aquel que la vea», apuntó Jaume Ripoll, cofundador y director editorial de Filmin. «Un ejercicio interesantísimo lleno de misterio, emoción, poesía y magia. Lo que se dice una joya», añadió el director Javier Giner. «Me explicáis esta cosa tan bonita tan maravillosa que no puedo entender este tesoro por favor qué es esta maravilla de película esta locura dios mío», expresó la periodista, conductora de Tardeo y Ciberlocutorio, Andrea Gumes. Nadie lo vio venir, pero My Mexican Bretzel, una película sin diálogos, donde predomina el silencio y en la que se combinaba material de 8 y 16 mm con extractos del diario de la protagonista insertados en formato subtítulos, se acababa de convertir en el fenómeno cultural de la cuarentena. Una gema escondida que brilló gracias a una ingeniosa mezcla con lo mejor del melodrama, el documental de creación y el subgénero del found footage.
Una de las ventajas de hacer un festival online: las joyas escondidas sí encuentran su público.
— Jaume Ripoll Vaquer (@JaumeRV) May 9, 2020
“My Mexican Bretzel”
Empezó el #DA2020 siendo la 33ª película más vista y los dos últimos días ha llegado hasta la 1ª posición.
El nuevo boca a oreja también funciona.
Aunque ya había pasado por el festival de Gijón, el DocumentaMadrid y se había hecho con un premio en el festival de Rotterdam, el furor por la película dirigida por Nuria Giménez fue unánime en, precisamente, la edición más exitosa del D’A –pasó de los 20.000 espectadores en 2019 a 221.000 visionados en Filmin esta edición–. La ominipresencia de la película en la conversación digital propició que My Mexican Bretzel pasara del puesto número 33 de visionados del festival a ser la más vista en solo dos días. Lo que explica que terminase llevándose el premio del público: su 8,4 de media superó a homenajes de tótems del género como la película del hijo de Tarkovsky (Andrey Tarkovsky, a cinema prayer).
«Ha habido un interesante efecto boca-oreja pero en redes, que ha generado mucha conversación alrededor de la película convirtiendo a todos los espectadores en prescriptores que han ayudado a colocar la película entre las más vistas del festival», aclara el director del D’A, Carlos R. Ríos, que valora de forma «muy positiva» el fenómeno creado alrededor de la película. «Esto quiere decir que una parte del público aprecia las propuestas más arriesgadas del cine de autor nacional. A veces intuyes que películas pueden destacar o funcionar bien, pero esta vez ha sobrepasado las expectativas, ha sido todo un éxito junto a otras películas como Little Joe o Habitación 212«.
¿Qué tiene My Mexican Bretzel para que haya provocado ese efecto dominó de buenas críticas? ¿De qué va? ¿Cuando y dónde se podrá ver? He aquí tres claves para entender el fenómeno:
¿Por qué ha causado tanto revuelo?
Quién mejor lo resume es Carlos R. Ríos, director del D’A: «Por sus valores artísticos, por sorprendernos con un artefacto fílmico único, por su sinceridad, por la ironía y juegos entre realidad y ficción que plantea su directora, la debutante Nuria Giménez». Ese juego entre realidad y ficción es clave. Ya lo advierte el maestro Paravadin Kanvar Kharjappali al inicio de la película:
«La mentira es solo otra forma de contar la verdad. Debajo de todos los fragmentos subyace un mismo flujo. Lo esencial ni se dice ni se ve. Se busca, pero nos encuentra. ¿Qué es la realidad sino una reconstrucción continua e infinita? La voluntad de creer es la mano del hombre que cuelga del precipicio y que se agarra a la única piedra que parece que puede salvarle. Sin embargo, siempre acaba cayendo.»
Vale, sí, ok a la mentira y el maestro, pero, ¡¿de qué va?!
My Mexican Bretzel son extractos de los diarios y vida de Vivian Barrett, una millonaria introspectiva que se pregunta el sentido de la vida tras la Segunda Guerra Mundial mientras cuenta la suya valiéndose, también, de fragmentos de un diario de un misterioso libro rojo de un gurú indio que encuentra en el desván de su mansión heredada. También son las filmaciones que Nuria Giménez, la directora, encontró en el desván de la casa de su abuelo. Y también podríamos decir, a grandes rasgos, que en la película hay infidelidades múltiples, accidentes, experimentos farmacéuticos para encontrar la felicidad y mucha, mucha intensidad erótico-amorosa entre esa clase de seres privilegiados que nunca se preocuparían por llegar a fin de mes. Una maravilla, vamos.
Si le preguntamos a la directora, la catalana Nuria Giménez, que nos cuente de qué trata sin destriparla, ella simplemente dirá: «Tal y como dijo el otro día Carlos Losilla en el marco del festival D’A, definiría a la película como un ovni».
¿Cúando y dónde se podrá volver a ver?
A partir del 6 de noviembre se podrá ver en cines. El miércoles se anunció que la película pasaba al line up de Avalon para el segundo semestre de este 2020.
Nos pusimos en contacto con Nuria Giménez para que nos aclara más dudas sobre la película y esto fue lo que nos contestó. Ojo, en esta entrevista hay spoilers:
«La mentira es solo otra forma de contar la verdad», ¿por qué?
Habría que preguntárselo a Kanvar Paravadin Kharjappali.
La historia de Vivian Barett refleja el introspectivo y reflexivo inconsciente de una mujer acomodada, cuyos pensamientos y forma de ver la vida chocan con las imágenes estéticas, hedonistas y cargadas de privilegios, ¿por qué quisiste construirla así?
No fue algo que decidiese a priori, fueron las imágenes las que me llevaron hasta allí. Las miré muchísimas veces y acabé fijándome en todo tipo de detalles, expresiones, gestos sutiles, etc. Poco a poco, se fueron levantando capas más internas que me permitieron construir el personaje.
La película también refleja mucho la mirada de su marido, León, sobre el mundo y la influencia sobre Vivian, ¿por qué?
Me interesaba mucho combinar los textos de ella con la mirada de él. Leemos lo que ella escribe y vemos en lo que él se fija. Esa unión crea un universo compuesto por dos unidades incompletas. La película hubiese sido muy distinta si hubiésemos podido leer lo que él escribe y ver en lo que ella se fija. La influencia de Léon sobre Vivian también tiene mucho que ver con el papel de la mujer en el contexto histórico-social de la película.
¿Cómo valoras la acogida de la película en el festival? ¿la esperabas?
Ha sido una gran sorpresa, no esperaba ni que la viese tanta gente ni que tuviese una acogida tan buena. Agradezco muchísimo a todas las personas que se han animado a verla, recomendarla, valorarla y comentarla.
¿Por qué crees que el público ha conectado tanto con una película tan especial? Los comentarios que he recibido de las personas que han conectado con la película tienen bastante que ver con el atractivo de las imágenes, el tratamiento del sonido y cierta identificación no tanto con el personaje o la historia en sí, sino con otros elementos que suelen estar presentes en la vida de casi todos: las ilusiones, el enamoramiento, la búsqueda de la felicidad, la decepción, la inseguridad, la sensación de vulnerabilidad, la soledad, el miedo a la muerte, etc.
¿Crees que el fenómeno hubiese sido igual si se hubiese proyectado solo en el festival y no por la vía online?
No. Me hubiese encantado que se hubiese podido proyectar en una sala de cine, sobre todo por el trabajo que hay de sonido y de color, que están pensados para ese espacio. Pero soy consciente de que la película habría llegado a un público mucho más limitado, tanto a nivel cuantitativo como a nivel geográfico.
El sonido aparece de forma puntual varias veces en el metraje, ¿por qué?
Desde el primer momento tuve claro que quería que parte de la película fuese en silencio. Por un lado, quería volver un poco al origen del cine, a la maravilla de contemplar imágenes en movimiento sin tener que añadir nada más. Creo que cobran mucha más fuerza si no están continuamente sometidas a sonido. Por otro lado, la idea no era poner sonido ambiente, sino más bien construir espacios sonoros potentes que buscaran expresar o subrayar las emociones y los caracteres de los personajes. El silencio también ayuda a consolidar esa potencia.
¿Percibes que las lecturas de la película son muy diversas?
Las reacciones a la película han sido muy diversas, no creo que haya prototipos de espectador. Me han llegado comentarios muy distintos de personas de todo tipo de edades, profesiones, etc. Es muy interesante para mí ver lo que le llama la atención a cada uno. Sí hay un aspecto que me han mencionado frecuentemente y es la percepción de estar entrando en algo muy íntimo.
Visto el éxito de la acogida, ¿te has planteado publicar los diarios de Vivian Barrett?
Me encantaría escribir el libro rojo de Kharjappali y quizá también los diarios. La idea del gurú surgió para dar salida a ciertas frases que me apetecía meter en la película, pero que quedaban muy forzadas en el diario de Vivian Barrett. Además, al ser un personaje más misterioso y desconocido, del que no tenía que dar ninguna explicación, me permitía muchas más libertades y juego. En cuanto a autores de referencia, entiendo que todo lo que he leído a lo largo de mi vida me ha influido, enseñado e inspirado. Pero muchas de esas ideas surgieron a raíz de conversaciones con seres queridos, canciones, viajes en tren, estados etílicos, noches insomnes, etc.
¿Cómo fue ese encuentro con las bobinas de tus abuelos?
Mi abuelo nunca mencionó esas bobinas ni que había filmado durante más de veinte años. Cuando murió, acompañé a mi madre a Suiza para ayudarle a recoger sus cosas. Fue entonces cuando nos encontramos con ese material en el sótano de su casa y decidimos llevarlo a Barcelona, donde vivimos. Antes de saber su contenido o en qué estado estaban, ya había decidido que quería hacer algo con esas bobinas. Pero lo de hacer una película no fue algo que decidiese a priori, sino algo que fue surgiendo a medida que iba experimentando con ellas y con el material que iba escribiendo en paralelo.
Hasta tu hermana dudó de la historia de tu abuela y de si podía haber tenido un diario tras ver la película. ¿Por qué crees que la gente quiere creer tanto en la historia de la película?
Creo que en general tenemos muchas ganas de buscar asideros a los que agarrarnos. La película en sí ya trata sobre esa voluntad de creer que tenemos. Más allá de si aquello en lo que creemos es verdad o es mentira, esa creencia nos sostiene de alguna forma. Pasa con varios elementos dentro de la película, algo que fue buscado, y con la película en sí, algo que ha sido encontrado.
¿Nos la hubiésemos creído igual si Vivian hubiese tenido voz, si la hubiésemos podido escuchar?
Probablemente no. Me parece que algunas frases habrían sonado muy forzadas dichas por una voz en off y eso le habría restado algo de credibilidad.
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