Manu San Félix, biólogo marino: «Nos bañamos y pescamos en mares donde se vierten cantidades ingentes de agua sin depurar»
Mango se alía con el biólogo Manu San Félix para ayudar a proteger la posidonia oceánica. Hablamos con él sobre los peligros a los que se enfrenta el Mediterráneo.
Hay un año clave en la vida del biólogo marino y explorador de National Geographic Manu San Félix (Madrid, 59 años). Este año es 1981, cuando por fin se le presentó la oportunidad de realizar su primera inmersión en el Mediterráneo. En esa primera experiencia bajo el agua, descubrió la posidonia oceánica y se quedó tan asombrado con esta planta única en el mundo, que decidió trasladar su residencia a Formentera y dedicar su vida a protegerla. “La posidonia es una planta superior, es decir, que tiene raíz, tallo, hojas y capacidad de florecer debajo del agua. Y en Formentera tenemos praderas kilométricas de esta planta, que se asemejan al césped, y que liberan grandes cantidades de oxígeno”, explica San Félix. “Las praderas de posidonia componen el sistema natural más eficiente del planeta. La planta absorbe CO2 a través de la atmósfera mediante la fotosíntesis. Un metro cuadrado de pradera de posidonia secuestra tanto como 15 metros cuadrados de selva del Amazonas. Esta cifra es espectacular. También crea un hábitat del cual dependen cientos de especies”.
Además de ejercer de pulmón y de depuradora natural de nuestros mares —donde hay posidonia, las aguas están naturalmente cristalinas— es también un gran motivo de preocupación para los medioambientalistas debido al gran deterioro que ha experimentado en las últimas décadas. “El declive comenzó en los años setenta y ochenta, que es cuando se produce un gran desarrollo turístico en la costa y se permite la construcción de puertos, paseos marítimos, playas artificiales y cientos de viviendas y hoteles. Esta explosión turística no viene acompañada de la planificación de un buen sistema de aguas residuales y se empieza a verter en el Mediterráneo ingentes cantidades de agua sin depurar o insuficientemente depurada. A pesar de que es muy poco inteligente verter al mar agua mal depurada que destroza la posidonia y el resto del ecosistema, se ha hecho. Y eso que estamos hablando del agua donde nos bañamos y pescamos. Por último, miles de anclas de barco arrancando la posidonia en temporada alta han supuesto también un daño irreparable para estas praderas”.
En su empeño por salvar la posidonia, Manu San Félix se ha aliado con Mango para impulsar un proyecto pionero de replantación de esta planta a través de la Asociación Vellmarí. Para ello, Mango ha diseñado una camiseta y un pantalón solidarios con el lema “From the sea, for the sea”, cuyos beneficios irán íntegros a esta causa. Estas prendas, diseñadas en Barcelona y confeccionadas en Marruecos, están fabricadas a partir de una mezcla de algas y celulosa de madera mezclada con algodón. “Marcas como Mango son muy importantes para nuestro proyecto. Porque ellas tienen un gran altavoz para poder transmitir el mensaje y que la gente conozca las razones por las que es fundamental cuidar nuestros mares. Es inmensa la capacidad de atraer la atención que tiene la industria de la moda. Esta alianza con Mango es crucial para llegar a la gente y conseguir concienciarla”, asegura el biólogo marino al que le apodan “el guerrero de la posidonia”. Esta iniciativa forma parte del compromiso de Mango, compañía que siempre ha estado muy ligada al Mediterráneo, con el cuidado del medio ambiente. La empresa catalana se ha propuesto una estrategia de sostenibilidad con claros objetivos hasta 2030: luchar contra el cambio climático, reducir el consumo de agua, usar un packaging responsable y contribuir a la protección de la biodiversidad.
El tiempo corre en nuestra contra y el daño es enorme, pero Manu San Félix tiene claro en qué consistiría un buen plan de acción que protegiese a la posidonia. “Este año tenemos el objetivo ambicioso de plantar 3.000 plantas. Ya estamos recolectando los frutos que llegan a las playas y que dentro tienen una semilla, que será replantada en el fondo de mar. Es un proceso lento y difícil, por lo que es imprescindible que, además de replantar, centremos los esfuerzos en no seguir destruyendo. Tenemos la tecnología y el conocimiento para depurarla bien el agua. Pero necesitamos el compromiso de las instituciones y que los políticos miren a largo plazo. Hay mucha dejadez institucional con todo aquello que no se pueda resolver en una legislatura de cuatro años. Un buen proyecto de depuración de aguas puede llevar 10 o 15 años. Hay pensar en los beneficios que son para siempre”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.