Liu Wen, la modelo china que manda en la moda
La china Liu Wen se ha colado este año en la lista de las diez modelos mejor pagadas del mundo elaborada anualmente por Forbes: es la primera vez que un maniquí de origen asiático ocupa un lugar privilegiado en este recuento. La musa de Zara el pasado verano ocupa el quinto puesto en un ranking dominado generalmente por brasileñas/ángeles de Victoria's Secret (Alessandra Ambrosio o Doutzen Kroes ocuparon su sitio en ediciones anteriores). Sin contar a Kate Moss.
Los ingresos de Wen en 2013 ascienden a los 4.3 millones de dólares (más de tres millones de euros) gracias a su creciente demanda sobre unas pasarelas y en unos editoriales no siempre sensibles a la multiculturalidad, y distintos contratos publicitarios con firmas de primera línea, conscientes todas ellas de que el mercado de la moda en China triplicará su volumen en menos de diez años.
Nacida hace 25 años en la provincia de Hunan, conocida por ser asimismo la cuna de Mao Zedong y una de las zonas más importantes en cuanto a producción de carne de cerdo del país, Liu Wen nunca se ajustó a los cánones de belleza oriental clásica. "Tengo los ojos demasiado grandes y la nariz y boca demasiado pequeños para los estándares chinos. Si no fuera por mi altura…" ha apostillado en varias ocasiones ella misma.
Allí, Liu, hija de un obrero de la construcción y un ama de casa, creció alejada de cualquier influencia extranjera "mis únicos referentes culturales no chinos eran las telenovelas surcoeranas y las únicas marcas reconocibles del mundo occidental, el McDonald's y el Kentucky Fried Chicken" reconocía recientemente en una entrevista concedida al New York Times. Liu Wen fue descubierta en el otoño de 2006 por Joseph Carle, el director creativo de la revista Marie Claire en China. Gracias a él, Liu cambió una incipiente carrera como guía turística por sus primeras portadas en FHM, Harper's Bazaar o Vogue y un contrato con la prestigiosa agencia Marilyn en París. Allí, en la ciudad de la luz, Wen dio sus primeros pasos sobre las pasarelas de la mano de Chanel, Hermès, Jean Paul Gaultier, Kenzo y Maison Martin Margiela, compitiendo en la primera división de la liga de modelos internacionales y abriéndoles camino a sus compatriotas Du Juan, Emma Pei o Fei Fei Sun.
En 2008 Liu Wen escaló de recién llegada a reclamo comercial para las marcas. De las páginas de las revistas y los desfiles pasó a firmar acuerdos millonarios. Calvin Klein la eligió como imagen para su división de perfumes y la firma cosmética Estée Lauder la convirtió en embajadora. En noviembre de 2009, Liu se coronó como el primer ángel de Victoria's Secret de rasgos achinados (después llegaría Suie He) y esas alas parecen haberle abierto las puertas del cielo en esta efímera y a veces corrompedora profesión que no ha logrado todavía que deje su único vicio: el té verde.
En el año de su consagración, Liu Wen, cuyo estilo fuera de las pasarelas es de los más celebrados entre la nueva horda de fotógrafos de streetstyle, ha sido uno de los iconos de la firma sueca H&M además de imagen de Tiffany & Co, Oscar de la Renta, Madewell, Hugo Boss Black y de cara al próximo otoño, los grandes almacenes Lane Crawford, J.Crew, Roberto Cavalli o CK. Quién sabe si todo ello será suficiente para mantenerse en la cumbre el próximo año. Lo que está claro es que su discreto quinto puesto en altar de las mejor pagadas tiene algo más de mérito que el de sus compañeras. Primero, porque Gisele, Miranda, Adriana o Kate, son de todo -diseñadoras, empresarias, etc…- menos modelos a secas. Y segundo, porque hace una década, la industria que acaba de consagrarla como uno de sus rostros más rentables, era todavía un tabú en su país natal.
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