Ecología en la piel
La cosmética y el medio ambiente avanzan juntos. Usar ingredientes exóticos no solo ayuda a rejuvenecer, también contribuye a reforestar zonas en peligro. Viajamos a Xishuangbanna (China) para comprobarlo.
La maniobra de aproximación al aeropuerto de Jinghong revela, en toda su crudeza, uno de los grandes problemas de China. El Boeing 737 rasga la densa capa de contaminación y deja al descubierto la región de Xishuangbanna, uno de los pulmones del Gran Dragón. El paisaje que desfila al otro lado de la ventanilla resulta desolador. Lo que antes era una tupida alfombra verde es ahora una sucesión de parches ocres poblados por monstruos metálicos que horadan agujeros y levantan gigantes de hormigón. El refrán chino «lo viejo tiene que desaparecer para dejar sitio a lo nuevo» se ha convertido en máxima urbanística.
Sin embargo, existe un bastión que resiste al avance de las excavadoras: en el parque natural privado de Tianzi (literalmente «semillas del cielo»), crecen 600 especies vegetales, muchas en peligro de extinción. Y todo gracias a un acuerdo entre sus propietarios y la marca cosmética Guerlain. La empresa francesa utiliza cuatro de los 20 tipos de orquídeas que se recolectan en este bosque en su línea Orquídea Imperial, lanzada en 2005. Entre estas flores está incluida la más preciada, conocida como la orquídea Oro.
La cura Orchidée Impériale, el último lanzamiento de Guerlain, contiene estos ingredientes. La firma paga los 120.000 euros anuales que cuesta recrear el bosque primario en el que crecen, un proyecto que puso en marcha el biólogo alemán Josef Margraf y en el que sigue trabajando su viuda, Li Minguo. «Lo hacemos por nuestros hijos», asegura Li. Su marido consiguió crear un microcosmos en la parcela-laboratorio que rodea la sede de Tianzi, y ahora ella lucha por trasladarlo a la montaña.
«China está viviendo una transformación que supone una grave amenaza para la naturaleza. “Primero ganaremos dinero, y luego ya haremos el bien”, piensan muchos. Los campesinos se mudan a la ciudad y la montaña muere», denuncia Li. Sus palabras toman forma durante las tres horas que dura el viaje por carreteras imposibles hasta la reserva: urbanizaciones de lujo, centros comerciales y un desierto verde fruto de las explotaciones de caucho.
Michelle Yeoh, actriz y modelo imagen de Guerlain, y Minguo Li, de la reserva Tianzi.
D.R.
Cerca de la entrada a Tianzi, la tierra ennegrecida recuerda un incendio que en 2011 amenazó el proyecto, y a Li le cuesta contener las lágrimas. Pero pronto recupera el arrojo. Sabe que choca con el interés de personas poderosas, pero quiere comprar más tierra para seguir adelante con el proyecto. La estabilidad que le da la colaboración con Guerlain, con la que tiene contrato hasta 2022, se lo permite. Y de ello dependen más que los árboles porque, como dice un refrán de la minoría dai, «sin bosque no hay agua, sin agua no hay arroz y sin arroz no hay gente».
François Gérard, biólogo independiente contratado para cuidar de la plantación, es incapaz de avanzar por la jungla. Se detiene en cada árbol, tocándolo como si fuese de oro, y analiza cada flor con la que se cruza. Lo suyo son las orquídeas. En ellas busca moléculas extrañas. Las estudia en el jardín de Tianzi, luego las lleva a las siete hectáreas en las que crecen entre 20 y 30 en cada árbol. «Un reducido grupo de empleados las recolecta en abril. Después, se dejan secar y se envían a Ginebra, donde Guerlain las procesa», explica.
Como si se tratara de la fórmula de la Coca-Cola, el biólogo se niega a revelar cuáles de los 20 tipos que crecen en Tianzi –de un total de 30.000 existentes– concluyen en la cura Orchidée Impériale de Guerlain. «Están la orquídea Oro, la Vanda Coerulea y la Vanda Teres. Pero hay una cuarta que no desvelamos. Tenemos que evitar que nos copie la competencia», insiste.
¿El objetivo? La orquídea, célebre por su belleza y su delicadeza, tiene características asombrosas. «Están certificadas por varios estudios de bioenergía celular, una disciplina que analiza la capacidad de un ingrediente para estimular las células», afirma. Según un test realizado en 216 mujeres de entre 20 y 60 años, la fórmula a base de orquídea imperial (conocida como Extracto Molecular de Orquídea Imperial) se traduce en 10 años de vitalidad. Este complejo duplica el número de genes que permiten la importación de las proteínas y los ácidos grasos en la mitocondria. El resultado: más firmeza, densidad y luminosidad.
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