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¿De verdad vestir de blanco hace que pasemos menos calor?

Mientras las temperaturas alcanzan un récord tras otro, tenemos que seguir vistiéndonos para ir al trabajo y seguir con nuestra vida diaria. Esto es lo que dice la ciencia sobre los colores más frescos ante el calor extremo.

Este verano se han alcanzado 45º de temperatura en Figueres (Girona), algo nunca visto tan al norte en Catalunya. La ola de calor que acabamos de pasar termina con 40 récords y termómetros a 44º en Murcia y Málaga, seguidos de Baleares y Alicante, a 42º. Salvo en la cornisa cantábrica, vivimos un nuevo verano de nuevas olas de calor y así, vestirse para semejante torrefacción resulta cuanto menos complicado. Especialmente si no estamos de vacaciones y la vida, con su transporte público para ir al trabajo, sus jornadas al sol y sus quehaceres rutinarios, continúa. ¿Qué hago, voy todos los días de blanco a la oficina? ¿Y si trabajo en exteriores, qué me pongo?

Efectivamente, el color blanco tiene fama de ser el más fresco a la hora de vestir porque este color refleja la luz (y por tanto, el calor) y el color el negro de absorberla y transformarla en calor. Es la teoría de la refracción, pero aplicada a la ropa no resulta una verdad absoluta.

Desde Abanderado, la marca de ropa interior de algodón, lo explican así: “Si hablamos del efecto del calor según el color en la ropa, también tenemos que tener en cuenta lo que sostiene la teoría de la convección para llegar a conclusiones más exactas. Porque, el principio de refracción que antes citamos, solo aplica cuando el sol incide directamente en la ropa, sin considerar otros factores como el viento. Si contemplamos el calor corporal que se genera con la influencia del aire la cosa cambia. Y es que si corre algo de brisa, la ropa negra ayuda a regular la temperatura corporal porque el tejido la absorbe y se elimina con la corriente de aire”. Por tanto, añaden, aunque el color afecta a la temperatura del cuerpo, también influye el movimiento del aire. Por ello, lo más importante es garantizar que funcionan los mecanismos naturales para regularla. Y eso se consigue, sobre todo, eligiendo tejidos adecuados. 

Jeremy Moeller (Getty Images)

Otras culturas más acostumbradas al calor extremo pueden darnos valiosas lecciones para no cocernos en nuestra propia ropa. Ya en 1980 (año en el que, por cierto, el cambio climático comenzó a empeorar todos los años excepto en 1982, 1992 y 1996) la prestigiosa revista Nature publicó un artículo titulado «Why do Bedouins wear black robes in hot deserts?”. Efectivamente, lo más llamativo de la vestimenta tradicional de los pueblos del desierto del Sáhara y del norte de África es lo tapados que van. Habitualmente van cubiertos casi por completo con prendas de tejidos gruesos e incluso colores oscuros, desde el negro al azul marino. El texto venía a explicar la base científica que da la razón a estos pueblos: los investigadores Richard Taylor y Virginia Finch de la Universidad de Harvard, y Amiram Shkolnik y Arieh Borut de la Universidad de Tel Aviv quisieron probar empíricamente qué tipo de ropa sería mejor para el calor extremo del desierto. Así que colocaron a un voluntario durante 30 minutos al sol del desierto del Negev, al sur de Israel, con distintos atuendos. Después midieron la temperatura de las prendas y sus conclusiones dejaron interesantes aprendizajes: el primero, que la vestimenta formal occidental es la peor para lidiar con el calor. El mecanismo de nuestro cuerpo para librarse del calor es el sudor porque su evaporación nos libera del exceso de temperatura, pero para que esto ocurra, necesitamos que la mayor parte de aire posible fluya alrededor de nuestro cuerpo. La ropa habitualmente ceñida que estamos acostumbrados a vestir es la peor idea.

Los investigadores descubrieron, también, que las túnicas anchas de los beduinos refrescaban el aire alrededor del cuerpo, debido al movimiento con el viento y con el propio movimiento del que la lleva. Su forma, además, permite el efecto chimenea, ese que hace que el aire suba y circule entre el tejido y la piel. Se produce una especie de flujo de aire artificial que ayuda al cuerpo a termorregularse. Pero quizá lo más sorprendente de este estudio sea que era más importante el tipo de tejido que el color de la prenda, ya que los resultados eran muy parecidos al vestir de negro o de blanco.

La explicación está en que el color negro sí que absorbe más calor pero no llega a la piel porque el grosor del tejido (en este tipo de túnicas suele ser bastante grueso) evita que lo haga. Si la tela fuera más fina y ligera, el calor sí se transmitiría a la piel. Que la ropa quede holgada es un factor clave a la hora de mantenerse más fresco.

Otra cultura habituada a altas temperaturas, acompañadas en este caso por una altísima humedad, es Japón, que experimenta un período de calor pegajoso todos los veranos, justo después del mes de lluvias. Hace exactamente cinco años, el 23 de julio de 2028, se alcanzó la temperatura récord de 41,1º, que con una humedad que puede alcanzar el 89% a finales de este mes, acaba siendo un bochorno difícil de sobrellevar. En 2020 se hizo famoso un experimento llevado a cabo por Toshiaki Ichinose, investigador principal del Instituto Nacional de Estudios Ambientales de Japón, para evaluar qué colores de ropa mantienen un cuerpo más fresco bajo el sol. Ichinose explicó que los objetos reflejan la energía radiante del sol a diferentes velocidades según el color. La energía no reflejada se absorbe en forma de calor y, por lo tanto, los objetos con colores más reflectantes son más fríos.

Ichinose y su equipo cogieron nueve polos de diferentes colores en el mismo material y los pusieron juntos al sol, a unos 30º con poco o nada de viento y los monitorearon a través de una cámara de calor durante cinco minutos. Los resultados encontraron que la mejor opción era la prenda blanca, seguida de la amarilla, gris, roja, morada, azul, verde, verde oscuro y negra, en orden de más fresca a más caliente. La diferencia de temperatura entre la primera y la última fue de lo más dramática: 30º frente a 50º. Ichinose concluyó que si no quieres vestir de blanco todos los días hay algunos colores que siguen reflectando bien el calor, como el amarillo, el gris o el rojo.

El blanco del futuro

Científicos de la Universidad de Purdue (Indiana, EE.UU.) han creado una pintura blanca que, cuando se aplica, puede reducir la temperatura de la superficie de un techo y enfriar el edificio que está debajo. El objetivo era ver si es posible ayudar a ahorrar energía mientras se enfría la Tierra, y el tiempo ha demostrado que este hallazgo podría tener interesantes aplicaciones, también en la ropa.

En 2020 el Dr. Ruan y su equipo dieron a conocer un tipo de pintura blanca que funciona como un reflector y que puede hacer rebotar el 95 por ciento de los rayos del sol lejos de la superficie de la Tierra, a través de la atmósfera y hacia el espacio profundo. Unos meses más tarde consiguieron una formulación más potente que aumentó la reflexión de la luz solar en un 98 por ciento y descubrieron algo más. Las propiedades de esta pintura son impresionantes: puede hacer que las superficies sean hasta ocho grados Fahrenheit (unos 13 grados Celsius) más frías que la temperatura ambiente y hasta 19 Fahrenheit (unos siete Celsius) por la noche, lo que puede reducir las necesidades de aire acondicionado hasta en un 40 por ciento. Si bien esta pintura se concibió para los techos de los edificios, tiene aplicaciones posibles en la ropa, el calzado e incluso los automóviles.

A la pintura le falta por lo menos un año para estar lista para uso comercial, y se está trabajando para aumentar su durabilidad y resistencia a la suciedad. Quién sabe si en el futuro vestir de este fresquísimo blanco sea una realidad.

Christian Vierig (Getty Images)

Ropa diseñada para el calor

A medida que el cambio climático trae olas de calor más intensas, la próxima frontera en la resiliencia climática es la ropa que usamos, con innovaciones que prometen refrescar y hacer la vida más llevadera. Como predijo en The New York Times Lorna Hall, directora de inteligencia de moda de WGSN (una compañía que rastrea y pronostica las tendencias de los consumidores), la ropa diseñada para el calor está pasando de ser un producto de nicho a la corriente principal. El cambio climático está modificando nuestra manera de vestir.

La respuesta de la industria de la moda al aumento de las temperaturas también ilustra los desafíos de adaptarse al cambio climático, ya que las opciones más prometedoras tienden a ser las más caras. De momento, existen colecciones de prendas que prometen refrescar el cuerpo en marcas técnicas como Columbia, Uniqlo (con sus prendas Airism) o adidas (con su línea Clima Tech), o firmas más pequeñas y ciertamente más nicho como Ingrid and Isabel (especializada en ropa para embarazadas y con tejidos infundidos con minerales para un efecto refrescante natural) o Chill Angel (creada por una mujer que pasó por un tratamiento de quimioterapia y que ha lanzado un finísimo tejido de lana merino 100%  que ayuda a bajar la temperatura corporal).

En la Universidad de Huazhong en Wuhan (China) están probando una tela inteligente que irradia calor y refleja la luz, un «metatejido”que combina perlas microscópicas y fibras de óxido de titanio, teflón y un plástico llamado ácido poliláctico, todos incrustados dentro de fibras más grandes, para repeler el calor. Sus primeros resultados dieron valores de hasta seis grados por debajo que una camiseta de algodón. También están en estudios de tejidos refrigerantes.

Hasta que llegue ese tecnológico vestuario a nuestros armarios, como recomendación general siempre es mejor optar por ropa hecha de materiales transpirables, como algodón, lino o punto.

Christian Vierig (Getty Images)

Como vemos, la respuesta a la pregunta de si vestirse de blanco o no para un control óptimo de la temperatura es a la vez simple y compleja: depende. Si hablamos de una camisa blanca ajustada, nuestro cuerpo no estará emitiendo energía a través de la radiación sino de la conducción térmica (porque estamos en contacto directo con la tela), así que en ese caso una camisa más holgada, aunque sea oscura, puede acabar resultando más fresca. Lo mismo sucede con el tipo de tejido que elijamos (los poliésteres son los que peor aíslan del calor), el grosor de la tela y el espacio que quede entre nuestra piel y la prenda.

El blanco nórdico

Para quien busque inspiración en prendas que sí resultan más frescas, este verano encontrará buenos ejemplos. La unión del color blanco con prendas holgadas ha encontrado su particular epicentro del diseño en una tierra poco calurosa como es Dinamarca. En las propuestas para el verano 2023 de semana de la moda de Copenhague se dio la mayor concentración de esta mezcla: más de 50 tonos de blanco y estilismos con prendas nada ajustadas fueron la tónica general en los desfiles de marcas como Mark Kenly Domino Tan, Holzweiler, The Garment, By Malone Birger, Ravens Saloer, Skall Studio, Stone Goya, Lovechild 1979, por citar algunas. Este predominio del blanco abre un nuevo capítulo más minimalista y práctico en el tan imitado Scandi Style.

La ciencia estaría de acuerdo que es, posiblemente, el estilo occidental más fresco del momento.

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