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‘Influencers en estado salvaje’: el éxito de las cuentas que muestran accidentes ridículos de ‘instagramers’

Porque no es oro todo lo que reluce en Instagram, la red social presume ahora del éxito de varios perfiles que enseñan las bochornosas situaciones a las que son capaces de someterse sus usuarios con tal de conseguir la instantánea perfecta.

El 'backstage' de Instagram, como el de Hollywood, es de todo menos glamuroso.
El 'backstage' de Instagram, como el de Hollywood, es de todo menos glamuroso.Instagram @sakiswp

Posados en toples desafiando temperaturas bajo cero, cuentas hasta tres para tratar de clavar una pose colectiva sincronizada, bañistas que se cruzan en el momento más inoportuno o restregones continuados contra el suelo para tratar de captar los atributos de la fotografiada en la perspectiva más agraciada. Es la parte que no solemos ver de las redes sociales, el backstage, las tomas falsas de las fotografías que suscitan los ‘me gusta’ de millones de seguidores que admiran la perfección de esas postales humanas. Una perfección producto, en la mayoría de los casos, de unas cuantas intentonas fallidas y bochornosas que en las últimas semanas también han encontrado, por fin, su escaparate en Instagram. En la red social que más ansiedad causa a los jóvenes por su listón de idoneidad, la venganza se sirve apelando al ridículo.

Con solo 174 publicaciones y apenas unos meses de vida, Influencers in the wild (Influencers en estado salvaje) ya ha conseguido situarse como la cuenta de moda en Instagram con más de dos millones de seguidores. Se trata de un perfil colaborativo que se nutre de las imágenes y los vídeos enviados por sus seguidores sin otra remuneración que el honor de ver su nombre de usuario mencionado en el perfil humorístico de moda en la red. Caídas hilarantes, poses bochornosas, olas traicioneras o reacciones espontáneas de viandantes desconcertados ante aquellos ejemplares de instagramers en su hábitat natural dispuestos a poner en riesgo su salud y su rubor con tal de clavar la instantánea. Una recopilación de las tomas falsas con un meteórico éxito entre el público que Tank Sinatra, curador y mente detrás de la cuenta, achaca al factor de identificación. “Creo que se basa en que todos lo hemos hecho alguna vez y nos hemos sentido ridículos, y ahora vemos que es tan vergonzante como pensábamos”, afirmó en Buzzfeed. No le falta razón, hasta el mismísimo Leonardo DiCaprio fue pillado aguantando estoico las poses extravagantes de su pareja, la modelo Camila Morrone.

Otra de las cuentas imprescindibles es Boyfriends of Insta (novios de Instagram), que como su nombre indica retrata el sacrificio devoto de todas aquellas parejas o amigos convertidos en operadores de cámara, jugándose el físico para que la retratada o el retratado pueda lucir perfecto ante sus seguidores. En muchos casos, como los de Alba Paul (pareja de Dulceida) y Pablo Castellano (novio de María Pombo) convirtiéndose luego ellos en famosos por derecho propio y rentabilizando sus respectivos relatos amorosos. El auge reciente de estas cuentas se entiende desde una función terapéutica, casi justiciera ante la dictadura de la belleza y la felicidad, la píldora roja de Matrix que aboga por una oda a la naturalidad y el rechazo a los mundos simulados que copan la red social.

Hay motivos para celebrar la vergüenza ajena. Un estudio realizado por Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge en 2017 tildó a Instagram como la peor red social para la salud mental de los adolescentes por su capacidad para generar angustia o síntomas de ansiedad y depresión. «Instagram logra fácilmente que las niñas y mujeres se sientan como si sus cuerpos no fueran lo suficientemente buenos mientras la gente agrega filtros y edita sus imágenes para que parezcan perfectas», declaraba uno de los jóvenes estudiados en una información publicada por Javier Salas en El País.

La promesa del periodismo ciudadano, que con la llegada de las redes sociales iba a cambiar para siempre el modo de contar noticias, se ha traducido al final en una legión de improvisados paparazzis dispuestos a firmar el meme hegemónico desvelando el ‘así se hizo’ detrás del ridículo postureo influencer. Es decir, gente haciendo fotos de gente haciendo fotos. Sinatra se ha convertido en toda una celebrity en Estados Unidos y el pasado mes estrenó su propio formato de entretenimiento digital bajo el ala protectora de Ellen DeGeneres. En Think TANK, que se emite en la web de la célebre presentadora, se reúne con otros influencers, humoristas varios y famosos en general para analizar los memes del momento y crear nuevos. Al haberse convertido en un famoso en sí mismo (tiene más de dos millones de seguidores), considera que el contenido de su cuenta es autoparódico y nada malicioso. Es más, algunos instagramers han enviado ellos mismos sus propias intentonas fallidas. “Todos estamos en el escenario del mundo y somos influencers, nos guste o no”, es el leitmotiv de la cuenta. De momento, tal ha sido el éxito cosechado que acaba de inaugurar un nuevo subgénero dedicado exclusivamente a otro de los especímenes más salvajes de las redes: los foodies. Ahí también va bien servido.

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