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Cómo el vestuario de ‘El cuento de la criada’ representa el estado mental de las protagonistas

En esta tercera temporada surge una nueva paleta de colores, especialmente en dos personajes: Emily, que ha huído a Canadá, y Serena Joy, que lleva tiempo cuestionando el sistema.

Quién le iba a decir a la escritora Margaret Atwood que los uniformes de las criadas escarlatas de su novela distópica de 1985 se convertirían en símbolo del #metoo durante el estreno en 2017 de la adaptación televisiva de El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale). Miles de manifestantes del movimiento que denuncia los abusos sexuales se apropiaron de las túnicas rojas, que recuerdan a los hábitos de las monjas, y de las cofias blancas, que obligan a dirigir la mirada al suelo, de las mujeres convertidas en esclavas para procrear de la aclamada serie de HBO. El espeluznante relato se utilizó además como reflejo de la deriva de la política conservadora de Donald Trump. Como ejemplo, el meme con los árboles de Navidad rojos de la Casa Blanca decorados con gorros blancos y con Melania Trump paseando entre ellos.

En la tercera temporada de la ficción televisiva amanece de nuevo en América. La primera secuencia del tráiler surge inspirada por un anuncio de Donald Reagan para su reelección de 1984. Reagan ganó apoyándose en imágenes de personas yendo a trabajar y niños riendo, familias felices que representaban una América fuerte. En la serie, la familia tradicional prospera, esa familia formada por mujeres que se visten con uniformes verdes y por hombres que lucen impecables trajes. Pero todo arde en llamas. “Despierta América”, dice Defred (Elisabeth Moss), con su traje de esclava, “el amanecer ha acabado”. Y añade: “No nos tendrían que haber dado uniformes si no querían que fuéramos un ejército”. La tercera entrega se prevé más optimista, con momentos de sororidad entre mujeres a los que los hombres de Gilead deberían comenzar a temer. La diseñadora Ane Crabtree, ganadora en 2018 en los Costume Designers Guild Awards, comentó el año pasado que no había medido el impacto de sus diseños, se sintió superada y decidió dejar en manos de su colega Natalie Bronfman el vestuario de esta tercera entrega. El rojo sangre de las criadas y el azul turquesa de las esposas continúan recordando los colores de la bandera americana. Pero hay importantes variaciones.

Si para June, la versión moderna de la protagonista, Crabtee se inspiró en mujeres carismáticas como las cantantes Debbie Harry o Patti Smith, Bronfman ha preferido recordar a una leyenda televisiva para los flashbacks de esta entrega. “Mi influencia ha sido Mary Tyler Moore [la pionera protagonista de La chica de la tele]. Mezclé prendas masculinas con sedas suaves femeninas”. El uniforme de la criadas continúa –250 tuvieron que confeccionar esta temporada–, con esos tocados en forma de alas que se ajustan con imanes para que no salgan volando por el viento y que sirven para dar luz a la cara de esas mujeres que van sin maquillar. Capas y trajes hechos a medida y teñidos a mano. “El uniforme dice mucho”, explica la diseñadora. “Indica de dónde eres, cuál es tu clase social, tu estado mental”. El look de Moira (Samira Wiley), que escapó de Gilead a Canadá, se inspiró en Solange, la hermana de Beyoncé. El del comandante Waterford (Joseph Fiennes), de los galanes de Alfred Hitchcock, al estilo Cary Grant. El de los rescatistas canadienses y altos comandantes del ejército, de presidentes como Obama o JFK. El de las crueles tías (como Tía Lydia) del tejido militar, porque son ejecutoras. “Usé los uniformes de Canadá, de lana resistente y casi impermeables”, recuerda.

El look del comandante Waterford (Joseph Fiennes) está inspirado en los galanes de Alfred Hitchcock.
El look del comandante Waterford (Joseph Fiennes) está inspirado en los galanes de Alfred Hitchcock.Cortesía de HBO

Surge una nueva paleta de colores, especialmente en dos personajes. Emily (Alexis Bledel), alejada del sistema de castas de Gilead, ha huido con el bebé de June y llega a Canadá en la tercera entrega. Emily es una refugiada que arrastra los traumas del pasado y debe recuperar su vida, pero no puede elegir, no puede volver al estilo que tenía cuando vivía en libertad. “Emily usa ahora la ropa como si fuera una armadura”, explica Bronfman. Elige tonos tierra como muestra del deseo del personaje de mezclarse tanto como pueda, de pasar desapercibida. Con jerseys de cuello alto, que la mantengan cubierta, abrigos acolchados, faldas y botones de la camisa abrochados.

Emily usa la ropa como si fuera una armadura.
Emily usa la ropa como si fuera una armadura.Cortesía de HBO

Otro caso aparte es el de Serena Joy (Yvonne Strahovski), el personaje favorito a la hora de vestir de Bronfman y uno de los más interesantes de la actual temporada, pues la esposa del Comandante, parte importante del germen de esta sociedad patriarcal, comienza a cuestionarse ese mundo idealizado. Serena tenía un toque Coco Chanel en las primeras temporadas, y ahora debe sobrevivir a sus propios demonios en Gilead, tras quemar su casa en un ataque de ira al ver cómo se llevan al bebé de June. Esa inestabilidad mental de la infecunda Serena origina que el personaje deje en manos de otros su vestuario. Su estilo, que remitía al de finales de los 50 e inicios de los 60, con vestidos con formas limpias, mezclados con verde azulado, cambia. “Serena viste ahora de forma desaliñada, sin estilo, con tejidos que no usaría nunca”. A medida que avanza la temporada, va usando otros tonos de verdes azulados y diseños muy diferentes. Y luego están las viudas que visten de color mora, casi negro. Estas mujeres han sido heridas, no sólo por la pérdida del marido, también por la ausencia de su propia motivación, al tener que vivir en esta restrictiva sociedad. Según la diseñadora, “los colores tribales son como un uniforme del ejército y el púrpura de las viudas siempre se relaciona con el soldado herido”.

Serena se viste esta temporada con ropa más desaliñada.
Serena se viste esta temporada con ropa más desaliñada.Cortesía de HBO

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