Balenciaga transforma los cordones de unas zapatillas en unos pendientes de 200 euros
Demna Gvasalia, director creativo de la histórica casa, demuestra una vez más su obsesión por los objetos de uso cotidiano.
Aunque «lujo» y «accesible» parecen términos completamente opuestos, no es nada nuevo que las firmas de alta gama incluyan en sus colecciones pequeños artículos a precios más asequibles a modo de souvenir de lujo que suponen una puerta de acceso a su exclusivo universo. De hecho, para muchos consumidores este sea probablemente el único encuentro posible con estas marcas. Se trata de artículos de venta masiva que poco o nada se parecen a los trabajados diseños que desfilan por las grandes pasarelas de la alta costura pero que se traducen en grandes ingresos para las firmas de lujo. «Los márgenes de estos productos tienden a ser altos y son una excelente manera de aumentar los ingresos, sin diluir la imagen de prestigio de una marca», apuntaban desde la empresa de investigación de mercados Euromonitor International para el portal Business of Fashion cuando empezaban a popularizarse este tipo de artículos entre las grandes firmas del sector.
Una de las marcas que más ha explotado esta idea de acercar el lujo a un mercado más amplio es Balenciaga. Entre su oferta ha incluido artículos como tazas de café estampadas con el logo de la marca, botellas de agua, pines magnéticos, pulseras de tela o bolsas para hacer la compra a precios que oscilan entre los 50 y los 250 euros. Costes muy «reducidos» comparados con las cuatro cifras que alcanzan muchos de sus diseños y que otorgan la posibilidad de adentrarse en el mundo del lujo a aquellos consumidores aspiracionales que no pueden permitirse sus elevados precios.
La última pieza en unirse a la lista son dos cordones anudados en forma de pendientes que cuestan 195 euros. Una creación de Demna Gvasalia que reafirma el sentido de la ironía del director creativo de la casa y su obsesión por elevar al lujo elementos de uso cotidiano. Precisamente MatchesFashion, una de las plataformas multimarca que comercializa este artículo, se refiere a los pendientes como un ejemplo de «la capacidad de Demna para incorporar objetos cotidianos en sus colecciones». El éxito de estos productos radica precisamente en ello, en reinventar elementos ya existentes elevando lo ordinario a exclusivo.
Recientemente, el creativo lanzaba una bolsa de basura a modo de bolso por 1.700 euros. «No podía perder la oportunidad de hacer la bolsa de basura más cara del mundo, porque ¿a quién no le gusta un escándalo en el mundo de la moda?», apuntaba el diseñador en una entrevista para Women’s Wear Daily en relación al controvertido artículo. Un bolso con estampado de rayas inspirado en el que los tailandeses usan para ir al mercado por 2.000 euros o un shopper que simula la típica bolsa de papel con la que cualquier cliente de Balenciaga saldría de la tienda a un precio de 1.595 euros han sido algunos de sus lanzamientos más polémicos. Sin olvidar su versión de la bolsa azul de Ikea que la firma lanzó por el módico precio de 1.700 euros.
Desde que el diseñador georgiano ocupara la dirección creativa de la firma en 2015, sus propuestas acaparan críticas y alabanzas a partes iguales. Mientras hay quienes lo defienden como un auténtico visionario, otros consideran sus creaciones como una especie de burla al mundo de la moda por su dudoso gusto estético. Lo que es indudable es que sabe lo que tiene que hacer para generar titulares y hacer que sus productos se viralicen en las redes sociales, y que es precisamente esa estética feista y excéntrica creada por Gvasalia la que ha posicionado a la histórica firma como una de las más populares del sector en la actualidad.
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