El intrigante regreso del desfile de Victoria’s Secret tras cinco años en suspenso
Después de su enorme crisis de reputación y varias acusaciones de acoso, la firma de lencería ha decidido volver a organizar su famoso show. Esta vez, dicen, de una forma más realista.
“Hemos leído vuestros comentarios y os hemos escuchado. El desfile de Victoria’s Secret vuelve”, escribía la marca de lencería hace unas horas en su Instagram, que acumula nada menos que 76 millones de seguidores. “El desfile reflejará lo que somos hoy, además de todo lo que ya conocéis y adoráis (glamur, alas, música y más)”, continúan. El famoso desfile, que se televisaba desde 2001 y llegó a poner frente a la pantalla a más de diez millones de personas en todo el mundo, fue cancelado en 2019; el motivo ‘oficial’ que esgrimió L Brands, entonces dueño de la enseña fue que Victoria’s Secret “tenía que evolucionar hacia otros formatos”. La no oficial: que la audiencia había caído en picado y que la marca empezaba a verse envuelta en escándalos.
En 2018, Ed Rezak, su director de marketing, declaraba en la edición americana de Vogue que no consideraba la inclusión de modelos trans en la pasarela “porque este desfile es pura fantasía”. Tampoco a modelos de tallas grandes porque “nadie tenía ningún tipo de interés en ello”. En 2020, una investigación del New York Times confirmaba algunas de las sospechas que planeaban sobre la cultura empresarial de la marca: más de treinta personas, modelos y empleados, acusaron a Razek y al dueño de L Brands, Leslie Wexner, de acoso y explotación. Toda la leyenda en torno a sus famosos ángeles, es decir, sus periodos de ayuno y sus excesivas rutinas deportivas, su explícita cosificación y el entorno tóxico de la empresa quedaron expuestos en el documental ‘Victoria’s Secret: ángeles y demonios’ (2022), en el que también se muestra la amistad de Wexner con Jeffrey Epstein. Un año antes, Wexner dejaba su puesto como presidente de L Brands y vendía una participación mayoritaria de Victoria’s Secret a la empresa de capital riesgo Sycamore Partners.
Desde entonces, la marca ha intentado lavar su imagen para ser más inclusiva. Las ventas llevaban añs cayendo en picado y su gran competidora, Fenty, la enseña de lencería de Rihanna que también programa desfiles televisados, se convirtió en un éxito gracias a su política de modelos de razas, tallas e identidades diversas. El pasado año Victoria’s Secret presentaba un largometraje grabado durante una fiesta en Nueva York al que acudieron las celebridades habituales (Naomi, Gigi Hadid o Doja Cat, entre otras), pero también escritoras, modelos trans activistas del body positive: “Una mezcolanza de buenas intenciones, enorme inversión, un año y medio de trabajo y múltiples partes que sin duda presentarán nuevos talentos a un público que de otro modo nunca habría oído hablar de ellos.”, contaba Vanessa Friedman en The New York Times. Su Intagram ahora mezcla a mujeres de tallas y razas diversas con imágenes de Gigi Hadid, Emily Ratajkowsky o Kendall Jenner, que han vuelto como embajadoras. Sus diseños ya no son tan abiertamente sexuales, y están más centrados en la funcionalidad. Ahora queda por ver si su desfile, previsto para este otoño, sabe reflejar de verdad los nuevos tiempos y, lo que es más importante, sabe volver a enganchar a la audiencia.
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