Masculino y singular, otra forma de feminidad
Son mujeres y les gusta la moda, pero no se identifican con las formas clásicas de feminidad. Gracias a su lucha, cada vez más firmas comercializan líneas hechas a medida para lesbianas y trans.
Diría que mi estilo es clásico. Llevo un uniforme sencillo de lo que yo considero que son neutros: unos Levi’s oscuros o unos chinos azul marino, una camisa, una camiseta básica interior, mocasines y un corte de pelo de hombre estilo años 40. Voy al barbero una vez por semana y siempre llevo un peine conmigo», cuenta a S Moda Rachel Tutera, autora del blog The Handsome Butch. «Escribí el primer post en junio de 2012. Quería crear un punto de encuentro para otras personas que se identifican con el género masculino y, sin embargo, no se sienten cómodas navegando en el universo menswear. Quería recordarles que tienen derecho a sentirse bellos [y no bellas]».
«No me canso de repetirlo: vestirme con un traje que se ajustaba a mis medidas cambió mi relación con mi propio cuerpo; el día que me lo probé sentí que me reencontraba conmigo misma. Como mucha otra gente, dentro y fuera de la comunidad LGBTQ [que engloba a lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, pansexuales, intersexuales, etcétera], durante años llevé ropa que me ocultaba. No fui consciente del impacto que eso suponía en mi identidad hasta que me puse mi primer traje hecho a medida. Mi objetivo es transmitir esa sensación de empoderamiento a otras personas», explica Tutera.
Ashleigh Bingham: «Tener un blog [I Dream of Dapper] me sirvió como plataforma de expresión para encontrar mi propia voz. La respuesta de los seguidores es inspiradora».
Morgan Nilhas
No se trata de vestirse con un traje de chaqueta y pantalón de una colección femenina. «En primer lugar, es una cuestión estética. No se ajusta ni a mi estilo, ni a mi identidad ni a mi cuerpo tal y como yo lo siento». Por esa razón en 2012 Tutera se puso en contacto con Daniel Friedman (de Bindle and Keep) y le propuso utilizar su experiencia en sastrería de hombre para confeccionar trajes de líneas masculinas adaptados al cuerpo de una mujer. La historia de su iniciativa es el eje argumental de un documental que ha empezado a rodar esta primavera Jason Benjamin, producido por A Casual Romance, la empresa que ha creado Lena Dunham junto a Jennifer Konner, la productora ejecutiva de la serie Girls.
Kelli Kickham con traje de VEEA (androgynous-fashion.com).
D.R.
Su propuesta es la solución a un problema sartorial al que se enfrenta una generación de féminas que, como Sonny Oram, fundadora de la página Qwear (2011), prefiere comprar en tiendas para hombres. «Las versiones para mujer de diseños masculinos rara vez funcionan; son demasiado femeninos», reconoce Oram. «La raíz del problema está en la imposición social de un canon estético, en el que también contribuye la industria de la moda: un modelo que regula cómo debe ser nuestro cuerpo, qué talla debemos tener, cómo debemos vestirnos, cómo debemos actuar… Necesitamos que haya más mujeres al frente de los desfiles que decidan cómo quieren expresarse», reivindica. «Creo que la campaña de Barney’s, en la que participaron 17 maniquís trans, fue un gran punto de partida para abrir los ojos a otros modelos de belleza», reflexiona Oram.
Sonny Oram: «Fundé Qwear para documentar mi estilo y compartir mis luchas y triunfos sartoriales con otros miembros de la comunidad queer. Entonces [en 2011], apenas había información de este tipo en la Red». En la foto, Sonny Oran y Daniel Friedman.
Sam Murray
El retrato que han hecho la televisión y el cine de la comunidad lesbiana tampoco es demasiado alentador en términos de vestuario. «Hoy, gracias a series como L., Lip Service, Anatomía de Grey, Familia de acogida, Pequeñas mentirosas y The Real L Word, estamos avanzando hacia una imagen más plural; sin embargo, el personaje de lesbiana masculina estilosa sigue siendo difícil de encontrar en la pequeña pantalla», analiza Ashleigh Bingham, artífice del blog I Dream of Dapper. «Aunque soy mujer, no me identifico con muchas de las formas de feminidad aceptadas socialmente», defiende. Como ella, muchas otras internautas buscan en la Red alternativas a vestidos, faldas y frufrú. «Desde un punto de vista comercial, creo que las marcas y los diseñadores ganarían mucho si abrieran su mente a un diseño que no segregue en función del sexo», insiste Bingham.
Imagen de Kipper Clothiers (la modelo de la izquierda es Kyle Moshrefi, una de las cofundadoras).
D.R.
Cada vez son más los sastres que se abren un hueco en este segmento del mercado: Tomboy Tailors, Saint Harridan, Kipper Clothiers, Bindle and Keep… «Es impresionante cómo ha crecido el sector desde que empecé a trabajar con la firma Bindle and Keep», dice Tutera. «Recuerdo que al principio le dimos vueltas a un eslogan que decía algo como “Solamente podemos casarnos en nueve Estados, pero podemos vestirnos con estilazo en todos”. Hoy son ya 19 los Estados en los que se ha legalizado el matrimonio homosexual… y las ventas han aumentado», asegura.
Jenny McClary y Allie Leepson, de la marca Veer NYC. A la dcha., imagen de Kipper Clothiers (la modelo de la izquierda es Kyle Moshrefi, una de las cofundadoras).
D.R.
«La industria lleva varios años experimentando con modelos sin género. El top masculino Andrej Pejic desfiló en 2011 con un vestido de novia de Gaultier. Pero se puede avanzar más», cree Carol Stephenson, de la firma australiana CharlieBoy. Su marca, como tantas otras, nació producto de la frustración. «Muchas de mis amigas compraban ropa en tiendas de hombre que luego tenían que llevar a costureras para adaptar a su silueta», cuenta a esta revista. «No encontrábamos nada que nos gustara», reconocen Jenny McClary y Allie Lee, de Veer NYC. «Buscábamos prendas sin género de verdad, que no es lo mismo que la tendencia tomboy (o womenwear, inspirado en menswear)», señala McClary.
Imagen del lookbook de la firma Androgyny (wearandrogyny.com).
Rich Qualters
«Entre el cuerpo de un hombre y el de una mujer existen diferencias biológicas que no se pueden ignorar si quieres diseñar un buen patrón», dice Vee Lee, de VEEA Androgynous Fashion. Algo que es importante para el cliente de este sector en auge. «La ropa puede disparar la autoestima», recuerda Lee. Comprar online también ayuda. «La Red borra todas las leyes que rigen la experiencia de shopping en una tienda a pie de calle. Muchas veces, mientras miraba prendas en la sección de hombre, se me ha acercado un dependiente para redirigirme al departamento de mujer. Y aunque no me importa explicar que prefiero la moda masculina, sigue resultando incómodo», confiesa McClary.
Camisa de cuadros de CharlieBoy (esta marca australiana participó en dos eventos queer de Nueva York que coincidieron con la semana de la moda). Debajo, Alessandra Albrecht lleva un pantalón de Veer NYC (396 € aprox.).
Paul Stephenson
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