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Madonna: 10 pruebas de cómo Instagram puede convertirse (a veces) en tu peor enemigo

Un listado de veces que no hemos entendido qué nos quería trasmitir la reina del pop a través de sus publicaciones en la red social.

Madonna en una foto publicada en su Instagram.
Madonna en una foto publicada en su Instagram.

Aunque a veces el perfil de Instagram de Madonna parece una parodia de sí misma, la cantante estadounidense sabe cómo dar un golpe de efecto. Mientras medio Hollywood compartía fotografías de sus banquetes del día de Acción de Gracias o de cómo trinchaban sus pavos, ella publicó una imagen de sus seis hijos juntos en Malawi, donde han estado pasando unos días.

Una instantánea de gran valor informativo, que no solo evidencia la vinculación que sigue teniendo con este país africano, donde adoptó a los cuatro menores. También puede interpretarse como un comunicado oficioso para decir que sus problemas familiares del pasado están superados. Lourdes María, fruto de su relación con el preparador físico cubano Carlos León, hace años que ya vuela sola, pero no hace tanto su hijo Rocco fue un quebradero de cabeza para la intérprete de Like a Virgin. De hecho, en 2016 sufrió una amarga batalla judicial por su custodia con su segundo exmarido, el director de cine Guy Ritchie, artífice de la saga de Sherlock Holmes o de la desastrosa Barridos por la marea, que ella misma protagonizó en 2002.

Madonna acompaña este post con un pie de foto en el que podemos leer entre líneas: “A lo que estoy más agradecida es a mis hijos, que me han llevado por caminos y me han abierto puertas que nunca hubiera imaginado atravesar. La fama, la fortuna y los récords batidos no podrían igualar jamás lo que más valoro”, nos dice la artista, quien no pierde la ocasión para recordarnos que a) es tremendamente famosa, b) es inmensamente rica y c) que lleva la delantera a muchos artistas en ventas de discos, entradas de conciertos, etc.

Al margen de esta pequeña maldad por nuestra parte, podemos aseverar que esta foto es uno de los pocos casos de éxito de Madonna en Instagram, una red social que no acaba de utilizar con habilidad, quizás porque no es nativa digital, como otras compañeras de profesión de las nuevas generaciones. Los números hablan por sí mismos: Beyoncé tiene 120 millones de ‘followers’ y Taylor Swift, 112. Ella, solo 13,5, seis veces más que Sara Carbonero, Paula Echevarría o Dulceida, que se mueven en una horquilla de entre 2 y 3. Claro que nuestras compatriotas son fenómenos más o menos locales, mientras que la protagonista de Buscando a Susan desesperadamente y Evita es una estrella planetaria.

Cuando Madonna inició su carrera, en 1983, con su primer disco, que así se titula, The First Album, no existían las redes sociales, pero ella ha dominado de manera innata las técnicas del marketing personal, característica que comparte con su admirado Pedro Almodóvar, quien consigue que se hable de sus películas desde meses antes de que empiecen a rodarse.

Nadie como la cantante ha sabido concebirse como un producto para llegar a las masas y ha tenido la habilidad incluso de revertir las corrientes negativas de opinión en su propio beneficio: cuando lanzó Like a Prayer y tuvo al Vaticano de uñas, al publicar simultáneamente el disco Erotica y el libro de fotografías Sex, tan explícitos para la época, o cuando se pegó el tortazo del milenio en los Brits Awards de 2015 porque no era capaz de deshacer la lazada de una larguísima capa de Armani y rodó por las escaleras en medio de la coreografía de Living for Love.

En cuanto a Instagram, el problema no estriba en los seguidores, ha alcanzado una masa crítica que muchos ni soñarían, sino en la calidad de los mismos (muchos de ellos son ‘haters’) y en que a veces no atina con el mensaje, ni con la forma. Hemos seleccionado diez ejemplos que ilustran por qué esta red social es en ocasiones la peor enemiga de Madonna:

1. Cuando un ‘gadget’ de belleza se confunde con un juguete sexual

La artista tiene su propia línea de tratamientos y productos cosméticos de lujo, MDNA Skin Care, y un ‘gadget’ supuestamente revolucionario, el Beauty Roller, un aplicador facial con infrarrojos que facilita que los cosméticos atraviesen la dermis de manera efectiva. Sin embargo, el tacto vibrante de sus cabezales y los mohines del placer que exhibía la cantante al utilizarlo dieron pie a que muchos usuarios se preguntaran si se trataba de un juguete sexual. También el eslogan con el que se lanzó contribuía a hacer mayor el equívoco: “El arma secreta de seducción masiva que Madonna utiliza para mantener su rostro y su cuerpo perfectamente esculpido”.

2. Si eres cantante, no desafines

Ya sabemos que Madonna no es María Callas, pero, como ya están sus ‘haters’ recordándoselo todo el rato, es mejor no dar munición al enemigo. Este es solo uno de los ejemplos, pero hay en su cuenta más vídeos canturreando ‘a cappella’ en los que desafina más que Manel Navarro en Eurovisión. Se lo vamos a perdonar, porque otros no pueden salir a un escenario sin ‘autotune’ y nadie les critica. A los que quieran comprobar que es una cantante aceptable (sus fans dirán que ‘sublime’) les recomendamos sus dos actuaciones en los Oscar, cuando las canciones de las bandas sonoras de ‘Dick Tracy’ y ‘Evita’ que ella interpretaba ganaron la estatuilla.

3.  Si un chiste no se va a entender, mejor no lo cuentes

Madonna es una ‘show-woman’ con mucho sentido del humor y ya lo demostró en el programa de Jimmy Fallon en 2015, donde hizo su debut como monologuista. El público se partía de la risa con sus chistes sobre su afición a tener novios mucho más jóvenes que ella (en uno de ellos le pedía a su hijo Rocco que le presentara a sus amigos porque llevaba un tiempo sin pareja), pero, sin embargo, en IG no acaba de atinar. Tomar vino o champán con una cuchara como si fuera la ‘soup du jour’, podría haber sido el inicio de un gag de Tip y Coll o incluso de los hermanos Marx. Sin embargo, su público no lo entendió. No hay más que leer los comentarios.

4. No eres una conejita de Play-Boy

¿Es su smart-phone un peligro para ella? Igual sí, pero Madonna no es la única ‘celebrity’ que abusa de las máscaras o los filtros en Instagram. El problema es que la cantante o sus hijos, que nunca se sabe quién es el responsable, deben de encontrar divertidísimo añadirle orejas y hocico de conejo como si fuera una naif Playmate. Un consejo: una broma repetida una y otra vez deja de tener gracia (aunque hay excepciones, Gila contó toda la vida los mismos chistes).

5. El efecto Sara Montiel

Saritísima era una de las precursoras del ‘más es más’. Un kitsch no siempre bien entendido que, sin embargo, logró su objetivo: que hasta el último día nos fijáramos en qué llevaba puesto. Qué ironía que alguien que cultivaba tanto salir en los medios falleciera el mismo día que Margaret Thatcher y los titulares a cinco columnas de los periódicos se los llevara la mandataria británica. Le pasó lo mismo a Farrah Fawcett con Michael Jackson…

Madonna hace años que desterró el minimalismo y, como la protagonista de El último cuplé, abrazó la religión verdadera del barroco. Los looks étnicos a los que es tan aficionada le quedaban bien a la recordada cantante israelí Ofra Haza, que los tenía interiorizados, pero ella parece que va disfrazada.

7. Si bebes, no conduzcas

Y entonces te vas a un evento a Macy’s, los conocidos grandes almacenes americanos, y te ponen un champán buenísimo. Cuando te quieres dar cuenta estás haciendo un gag de mujer embarazada, porque se está presentando una colección de ropa para niños de Louis Vuitton. La gente te mira perpleja, pero como eres Madonna creen que estás teniendo un arranque de genialidad.

8. Voy a poner nerviosos a los de Instagram

Imaginadla rumiando: “¿Qué pasaría si colgara una fotografía en la que estoy frisando la expulsión por infringir los códigos de conducta? ¿Se atreverían a cerrarme la cuenta a mí, la mismísima Madonna?”. Y con ese fin posas en top-less con un bolso por el que dices estar babeando, situado de manera estratégica, para enseñar sin enseñar. ¿Le darían un toque? Pues se ve que no, la foto sigue ahí.

9. Comer con la boca abierta no es sexy

Dicen que uno de los máximos placeres de la vida es comer con las manos, aunque, solo en según en qué circunstancias y con qué alimentos, es algo socialmente aceptado. Sobre lo que hay más consenso es que hacerlo con la boca abierta y hablar al mismo tiempo es de mala educación y, en algunos casos, muy desagradable. Por muy Madonna que seas…

9. Dientes, dientes…

No, esto no es un homenaje implícito al ‘sampling lingüístico’ de Isabel Pantoja a los reporteros cuando se daba un paseo con Julián Muñoz, sino para enfatizar que hay modas que no, por mucho que las sigan Katie Perry o Miley Cyrus. Lo de las carillas de oro o con brillantes, que también en eso fue precursora Madonna, en 1992, cuando lanzó su disco ‘Erótica’, no le sientan bien a nadie. Tampoco los brackets con mensaje: no importa lo sofisticada que seas, acabarás pareciéndote a Mike Tyson. No es no.

10. Una mala tarde la tiene cualquiera

Fotos poco favorecedoras, como una en la que aparecía llena de lo que parecían hematomas, las ha compartido Madonna a montones. Lo que ocurre es que finalmente se ha impuesto la cordura (o alguien ha levantado el teléfono para aconsejarla) y las ha eliminado. Viendo esta imagen no tenemos mi claro si necesitaba media hora de siesta más, si el peluquero no andaba a mano o pretendía trasmitir un mensaje que se nos escapa…

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