Lo de esa comedia romántica no es amor, es acoso
Un estudio defiende que las películas de este género confunden el mito del amor romántico con comportamientos obsesivos.
¿Contratar a un detective privado para que siga tus pasos? ¡Qué bonito! ¿Perseguirte hasta tu trabajo, aparecer en la oficina sin que tú lo pidas o colgar carteles con tu cara para que le digan dónde estás y qué haces con tu vida? ¡Amor verdadero! ¿Qué va a ser si no? Eso es lo que nos vienen a decir películas como Algo pasa con Mary o Management, dos ejemplos que han ayudado a confundirnos con el mito del amor romántico, haciéndonos creer que ‘el que la sigue la consigue’ o el cortejo a cualquier precio no es un comportamiento patológico de manual y será una estrategia más que válida para llegar a esa escena de beso de tornillo bajo la lluvia con canción pop pegadiza previa al fundido en negro y el ‘y comieron perdices’ de rigor.
Estamos tan hartos de ver escenas como éstas, las tenemos tan interiorizadas, que hemos llegado a confundir el acoso con el romanticismo. La ciencia lo acaba de confirmar. El estudio I did it because I never stopped loving you (Lo hice porque nunca dejé de quererte), una investigación de Julia R. Lippman para la Universidad de Michigan, demuestra que las rom coms que muestran a hombres acechando a féminas pueden hacer que las mujeres toleren en mayor medida los comportamientos obsesivos desde una perspectiva romántica.
Así lo probaron las 426 mujeres que se sometieron a su ensayo: se dividieron en grupos que vieron tres tipos de películas, editadas de forma conjunta y sin superar la hora y media. Por un lado, comedias románticas en las que un hombre perseguía a una mujer pero narrado de forma positiva (Algo pasa con Mary, Management); por otro, películas en las que un hombre acosa a una mujer desde un punto de vista terrorífico (Durmiendo con su enemigo, Nunca Más) y, por último, documentales de naturaleza (El viaje del emperador, Nómadas del viento). Tras el visionado, las mujeres debían contestar una encuesta en la que decían si estaban de acuerdo o no con varios mitos sobre el acoso. ¿Quién estaba más conforme con las afirmaciones “muchas víctimas de acoso son en realidad personas difíciles de conseguir que después cambiarán de opinión” o “los individuos que recurren al acoso sienten mucha pasión por sus víctimas”? Pues el grupo que había visto comedias románticas, que consideraron «más normal» ese tipo de comportamiento y se lo tomaron menos en serio.
Para Lippman, este tipo de acciones en la ficción ha deformado nuestra visión sobre una relación sana, tal y como explicó a The Atlantic: “Se quieren enmarcar con signos inequívocos de amor verdadero y, de hecho, quieren ser vistas como el reflejo de uno de los mitos culturales del amor romántico: no importa cuán alto sea el obstáculo, el amor lo conquistará todo”. Una normalización del acoso que puede hacer que las afectadas reconsideren su espíritu de supervivencia, tal y como confirma la investigadora: «Se puede hacer creer a las mujeres que no crean en sus instintos, lo que es un problema porque la ciencia ha probado que los instintos pueden ser poderosas señales para mantenernos a salvo».
Para aquellos que estén reprochando que todo esto son películas de ficción y que tienen poca repercusión en la vida real por aquello de que somos seres sensatos y razonables capaces de discernir y de saber que la comedias románticas no son más que un dislate de puro entretenimiento, un apunte: en Australia, un guardia de seguridad indio de 32 años se libró de pisar la cárcel porque su abogado alegó en un juicio por acoso a una mujer que todo se debía a su fanatismo por las comedias románticas de Bollywood. Tal cual. Su abogado aseguró que era un comportamiento «normalizado» entre los hombres indios.
Y no sólo es cosa de Hollywood (o Bollywood). Aquí ha pasado hasta con el El Corte Inglés. La cadena de grandes almacenes tuvo que dejar de promocionar uno de sus cortos de San Valentín por el aluvión de críticas que recibió X o un corazón. En el vídeo, un tipo creía que lo más romántico del mundo era exigirle a su pareja, a la que había conocido por Tinder, «que se controlase» con los me gusta que daba a otros chicos por las redes sociales, confundiendo los celos y la posesión con el amor.»¿Te escriben por privado?», «¿por qué le das likes a fotos de tíos?», «¿por qué no has borrado tu perfil de Tinder?», le dice en una escena con más pinta de acabar con la sangre de un thriller persecutorio que con el manido beso bajo la lluvia. No olvidemos que el 73,3% de los adolescentes de este país creen que los celos son una expresión del amor y que uno de cada tres chavales considera aceptable que su pareja la controle. Dónde deben haberlo visto.
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