Cómo Leighton Meester, de Gossip Girl, lleva diez años intentando matar a Blair Waldorf
A falta de unos pocos meses para el estreno de la secuela de la ficción adolescente Gossip Girl, quien diera vida a la pija más temida del Upper East Side trata sin demasiado éxito de desencasillarse del rol que la convirtió en un referente generacional.
Hace ya cerca de nueve años que Leighton Meester dijo adiós a Blair Waldorf, la joven más temida, caprichosa, esnob, admiradora de Audrey Hepburn, dramática y, sobre todo, carismática, del exclusivo Upper East Side de Manhattan en la serie Gossip Girl. No así el público, que continúa obsesionado por el testamento mediático de la que fuera mejor amiga de Serena Van Woodsen (Blake Lively). Un referente generacional y un icono de estilo que hizo que el estilo preppy chic copara los armarios de las adolescentes en la primera década del siglo y que sigue protagonizando editoriales nostálgicos de moda. Sin embargo, Meester no ha conseguido mantener la vigencia pop de su alter ego en su carrera como actriz, tratando desde entonces de replicar –sin suerte– la repercusión de la serie de HBO.
“Han pasado diez años ya”. Con educada resignación, Leighton Meester responde así a los periodistas que aprovechan cada nuevo proyecto para preguntarle por el destino de la icónica Waldorf. Ella dice no echarla de menos y siempre se ha mostrado reticente a volver a sumergirse en el privilegiado mundo de Blair: “Me encantó interpretarla, pero ahora hago cosas que son un poco más de mi gusto a mis treintas”. La actriz ha llegado incluso a criticar públicamente las extenuantes jornadas de rodaje a las que fueron sometidos durante las seis temporadas de vida de la ficción. “Llegaba al estudio a las cinco de la mañana y me iba a las ocho de la tarde. Muchos días ni siquiera veía la luz del sol. No era el ambiente de trabajo más saludable”, declaró a la revista Porter. Aunque no ha cerrado la puerta de manera definitiva –“nunca diría nunca”–, Meester no formará parte de la vuelta a la pantalla de Gossip Girl, que se estrenará en unos meses en HBO Max con un reparto y unas tramas completamente renovadas.
Los últimos trabajos como actriz de Meester han sido dos sitcoms televisivas que no han logrado contar con el afecto de los espectadores. Making History, una comedia sobre viajes en el tiempo, y Single Parents, ficción que seguía las desventuras de un grupo de padres solteros cuyos hijos comparten colegio y que fue cancelada el pasado año. En el cine sus apariciones en esta década se cuentan con los dedos de la mano, al igual que los espectadores que pagaron una entrada para ver en pantalla grande películas de acción de serie B como Semper Fi o By The Gun.
Pero la escasa repercusión de su trabajo reciente no ha menguado un ápice su influencia estilística, siendo una de las actrices mejor vestidas de Hollywood hoy en día. “Tanto en las alfombras rojas como en las fiestas, Meester presume de un estilo personal indiscutiblemente hermoso y que lo ha sido desde el principio. Mientras que otros famosos estaban ocupados con tendencias que ahora están ya anticuadas, la afinidad de Meester por los vestidos florales, los trajes elegantes y las joyas delicadas provoca que sus looks retro nos parezcan hoy tan relevantes como lo fueron hace una década”, escribió Janelle Okwodu en la edición estadounidense de la revista Vogue sobre la joven que fue imagen de firmas como Vera Wang, Missoni o Jimmy Choo.
Meester saltó a la fama internacional muy joven, con apenas 21 años, pero estaba más que curtida en los rigores de una profesión que conocía desde niña y por haberse criado en una familia que califica como “la mayor locura que puedas imaginarte”. La actriz llegó al mundo mientras su madre cumplía condena por tráfico de drogas en una cárcel para mujeres y vivió durante varios meses en un centro de transición para las prisioneras que acababan de dar a luz. Su padre, su tía y sus abuelos también tuvieron problemas con la justicia y uno de sus hermanos, Douglas, fue acusado de violación. “Aquello me hizo no tener ningún prejuicio y ser comprensiva. Y apreciar las cosas que tengo ahora”, relató al US Weekly, defendiendo que, pese a lo que pudiera parecer, tuvo una infancia feliz. Una vez convertida en estrella de la televisión, incluso demandó a su propia madre acusándola de quedarse con la pensión que la actriz enviaba a su hermano menor Lex, que padece una enfermedad crónica, para gastárselo en operaciones estéticas.
Con solo diez años, una representante para jóvenes artistas se quedó prendada de su talento en una convención y se acabó mudando a Nueva York. Firmó por la prestigiosa agencia Wilhelmina Models, ejerció de maniquí infantil para firmas como Calvin Klein y protagonizó incluso un anuncio televisivo de los generacionales Tamagotchi antes de debutar como intérprete a los 14 años. Su vida no tenía nada que ver con la de una estudiante normal y cuenta cómo incluso tuvo que renunciar a asistir al baile de graduación por no poder permitirse el precio de la entrada. “Trabajé mucho pese a que era solo una niña. A mí me parecía normal”, confesó en una entrevista en 2012.
En los últimos años la actriz de Texas ha apostado deliberadamente por dejar a un lado su trabajo como actriz y centrarse en su vida personal y su faceta activista. Casada desde 2014 con otro mito de la televisión adolescente milénica, Adam Brody (Seth en The OC), a quien conoció en el set de la película The Oranges, Meester dio a luz el pasado septiembre al segundo hijo de la pareja. Fue el propio Brody el que confesó públicamente que su esposa y él no tenían pensado siquiera seguir diariamente las nuevas aventuras de Gossip Girl. “No somos su audiencia”, alegó. Además de retratar el día a día de su familia, la estadounidense de 35 años dedica el grueso de su actividad en su cuenta de Instagram –con más de seis millones de seguidores– a su compromiso político y solidario. Ella es, por ejemplo, el rostro visible de fundaciones como CCHS Foundation, que busca recaudar fondos para ayudar en la investigación del síndrome de Ondine (o de hipoventilación central congénita), una enfermedad rara que impide respirar correctamente a los niños mientras duermen.
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