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La vestimenta de la justicia, a debate

El Gobierno quiere corregir la forma de vestir de las secretarias judiciales. Jueces y fiscales no están incluidos en el texto.

La vestimenta de la justicia, a debate
Mirta Rojo

Tacones de ocho centímetros y manoletinas. Vestidos y faldas por las rodillas. Pantalones anchos. El vestuario de las secretarias judiciales (con rango de autoridad y tratamiento de «señoría») un día cualquiera en los Juzgados de Getafe no contiene nada de extraordinario. Y mucho menos de indecoroso. María del Carmen Vilumbrales, Yolanda Sánchez y Purificación Sáez acceden a fotografiarse para declarar su protesta ante el nuevo anteproyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial aprobado el 4 de abril por el Consejo de Ministros que, una vez valorado por los operadores del ministerio de Justicia, incluido el Consejo General del Poder Judicial, y votado en Las Cortes, podría obligarlas a «vestir y comportarse con el decoro adecuado a la función que desempeñan». Bajo multa, por falta, de hasta 600 euros. Jueces y fiscales no están incluidos en el texto.

Decoro. «Se trata de un término rancio y arcaico –que dejó de usarse hace 30 años– y esconde un punto de vista conservador y machista, ya que la mayoría de nuestro colectivo (casi un 70%) son mujeres, y esto nos preocupa», afirma Rafael Lafuente, portavoz del Sindicato de Secretarios Judiciales (Sisej).

La toga es obligatoria para jueces, fiscales y secretarios judiciales. La distingue el escudo.

Mirta Rojo

Ángeles Vázquez, consejera técnica del Ministerio, aclara que el texto fue sometido a debate público «sin ninguna alegación sobre este aspecto concreto». «Todo esto puede sonar anecdótico, pero es sintomático de por dónde va este Gobierno», afirma Purificación Sáez. «En las salas de vistas se exige usar toga. Fuera nunca ha habido ninguna queja al respecto. ¿Era necesario este nuevo deber? ¿Y quién pone límite a la falda o al escote? La justicia tiene problemas mucho más graves que mirar nuestro armario», añade. «Ahora también está de moda meterse con el vestuario de algunas juezas, como Alaya», apunta Vilumbrales. «Se trata, una vez más, de desviar la atención de lo importante».

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