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«Muchos se lo pensarán dos veces antes de besar a un extraño»: así será nuestra vida sexual en la desescalada

Mientras algunos están ansiosos por retomar su vida sentimental, la prudencia e incertidumbre marcarán a partir de ahora nuestras relaciones amorosas.

Una escena de 'Antes del amanecer'.
Una escena de 'Antes del amanecer'.

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El próximo 11 de mayo, tras más de dos meses de parón y reclusión obligados, podremos volver a tomar una caña en una terraza. Si todo va bien, a finales de mes ya será posible cenar en un restaurante o ir al cine y, para tomar el sol en la playa, habrá que esperar la tercera fase de desescalada en el mes de junio. Mientras la reactivación de algunas de las actividades más placenteras de nuestra vida pasada quedan reflejadas en el plan de transición presentado por el Gobierno, aún está por definir cuándo podremos invitar a casa a un nuevo ligue. Entretanto, serán las terrazas las que a partir del día 11 permitan a los solteros retomar las citas que quedaron aplazadas por la entrada en vigor del confinamiento o las concertadas durante las últimas semanas. Reanudar nuestra agenda sentimental, al menos como la conocíamos, no parece fácil teniendo en cuenta que la principal vía de contagio del coronavirus son las gotas de saliva que expulsamos y que la distancia mínima recomendada por los expertos es de dos metros, requisitos ambos casi imposibles de cumplir durante las relaciones sexuales.

“Creo que, al menos inicialmente, nos vamos a volver más prudentes. Si bien la necesidad de contacto está ahí, ahora mismo la situación es de mucha incertidumbre e incluso de cierto miedo a salir de casa (ahora es nuestro lugar seguro). Ambos sentimientos, incertidumbre y miedo, son muy potentes y creo que pueden contrarrestar esa necesidad de piel que tenemos”, sostiene Arola Poch, psicóloga y sexóloga. Poch considera que debido a la excepcionalidad de la situación es difícil hacer una predicción sobre cuándo se volverá a ligar sin caer en generalizaciones, pero en la decisión de cada uno influirán factores como la edad (“los jóvenes se lanzarán más”), la personalidad (“las hay con más tendencia al miedo o la preocupación”) y las situaciones vividas durante la pandemia (“no es lo mismo tener casos cercanos que no tenerlos o incluso haber superado la covid-19”).

Pero, aunque la reclusión haya detenido las cenas románticas, el cortejo en su versión digital no solo ha seguido vigente sino que se ha multiplicado. Además de dedicar nuestro tiempo a hacer bizcochos o iniciarnos en el yoga, los españoles también hemos ido cultivando las semillas de futuras relaciones. Según ha confirmado Tinder a S Moda, las conversaciones en la aplicación de citas, que se define a sí misma como “la versión digital de los balcones españoles”, han aumentado en las últimas semanas un 30% con respecto a principios del mes de marzo, hasta un 10% más que la media global. La app batió su propio récord histórico de actividad el pasado domingo 29 de marzo, día en que se registraron más de 3.000 millones de swipes, es decir, de decisiones sobre si ese perfil es el perfecto o no para iniciar un flirteo. Chateamos más con nuestros candidatos a interés amoroso y durante más tiempo, un 26% más de media, colocándonos solo por detrás de Italia como segundo país europeo con mayor predilección por intercambiar mensajes. Una práctica emergente y conocida popularmente como slow dating.

Ángela Morales (nombre ficticio), profesora de 30 años, congeló su actividad en una de estas plataformas al mismo tiempo que Pedro Sánchez decretaba el estado de alarma. Ahora, tras siete semanas de confinamiento, la ha reactivado. “He vuelto porque ya atisbamos un poco de luz, para ver qué se cuece, por curiosidad”, confiesa la joven que, aunque ya mantiene contacto con algún potencial candidato, no se plantea tener citas a corto plazo. El tema del confinamiento, explica, aparece en cada conversación, una percepción confirmada por Tinder, que asegura que los chats exhiben una mayor conciencia social en el tono general. Se ha disparado el uso de términos como “quédate en casa” o “aislamiento”, de preguntas como “¿estás bien?” o “¿cómo te encuentras?”, y de emojis relacionados con no tocarse la cara o lavarse las manos. Aunque la profesora cree que su prudencia no va a ser muy compartida (“noto a la gente ansiosa de tener citas”), considera que la cuarentena ha cambiado una circunstancia fundamental en las dinámicas habituales de este tipo de aplicaciones. “Ahora tienes la certeza de que no vas a tener una cita el mismo día en que empiezas a hablar con alguien, ni al día siguiente, ni siquiera esa misma semana. Fomentará la paciencia porque sabes que tienes un mayor margen para conocer a la persona al estar recluido, sin prisa ni presión por tener que quedar en dos días”, concluye.

La periodista Reese Piper, que publicó hace días un celebrado artículo en la revista Slate narrando su romance con su compañero de piso durante la cuarentena, ratifica a S Moda la sensación de que la necesidad de encontrar alguien con quien compartir nuestro tiempo es ahora incluso más fuerte. “Cuando empiece la desescalada la gente estará ansiosa por aventurarse en aventuras o relaciones. Por supuesto que seguirán teniendo miedo, y que se sentirán un poco abrumados después de varias semanas sin apenas estímulos, pero todos estamos hambrientos por tocar, por conectar y por tomarnos un respiro del caos provocado por este virus”.

“Me han propuesto saltarme la cuarentena para tener relaciones, pero me he negado siempre”, nos revela Raúl Zafra, de 28 años. Este diseñador gráfico ha seguido utilizando aplicaciones como Grindr o Scraft durante las semanas de encierro y admite que gracias a lo sembrado ya tiene hasta tres citas las próximas semanas. “Primero quedaré con un chico que vive a menos de un kilómetro, el resto tendrán que esperar a que nos permitan movernos por los distintos barrios de Madrid”, añade. Zafra también se muestra escéptico ante la afirmación de que esta crisis sanitaria cambie de manera significativa nuestros gustos y necesidades, pero coincide en que la cautela será la tónica general durante al menos las primeras semanas. “Creo que mucha gente se ha sentido sola durante la cuarentena y tiene más ganas que antes de encontrar pareja. Esto hará que los que antes querían tener sexo en el mismo día, ahora quizá quieran esperar hasta conocerse algo mejor”. Helen Fisher, antropóloga y asesora de Match.com, corrobora a la edición estadounidense de Vanity Fair cómo este tipo de catástrofes nos empujan a dar el siguiente paso en nuestra vida. “Quizá ya te habías planteado la búsqueda de una pareja, pero estabas ocupado con el trabajo, con la familia, con las fiestas con amigos, etc. La necesidad de encontrar otra persona ahora va a ser muy intensa para muchísima gente”, detalla.

Desde Mundopsicólogos, portal líder del sector en España, confirman que la urgencia por volver a establecer contacto físico con los seres queridos se impondrá a la lógica inquietud. “No debería sorprendernos que después de todo este tiempo haya un deseo entre los solteros de volver a la vida de siempre, y que habrá quienes no sean demasiado escrupulosos acerca de la posibilidad de ser una fuente de contagio o ser infectados”, explican. Poch advierte a esta revista de que, en cualquier caso, las relaciones sexuales son, sin duda, actividades con riesgo de contagio: “Aunque apenas se han encontrado restos del virus en semen o fluidos vaginales, es inevitable expulsar gotas de saliva, tocarnos… Y no nos olvidemos que las ITS (infecciones de transmisión sexual) siguen ahí. Además de la mascarilla, el preservativo también es necesario”.

Hasta que no haya una vacuna o un tratamiento efectivo, lo más probable es que muchos se lo piensen dos veces antes de besar o abrazar a un extraño en las primeras citas. Está por ver si una de las recomendaciones más virales a este respecto durante el confinamiento, la afirmación de que “tú eres tu pareja sexual más segura” por parte de las autoridades sanitarias de Nueva York, ha llegado para quedarse los próximos meses, o si el sexting o sexo virtual, aconsejado por el Gobierno argentino, seguirá siendo sustitutivo al contacto físico. Lo que parece inevitable es que una de las muchas consecuencias de la crisis sanitaria sea una nueva forma de intimar.

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