Modelos, ¿un negocio de narices (grandes)?
¿Adiós a la belleza clásica? Bajan las rinoplastias y las maniquíes con perfiles contundentes se imponen sobre la pasarela y en las campañas de moda.
“Ella tenía la nariz perfecta. Siento pena de las casi bellezas de nariz pequeña” dijo Richard Avedon cuando fotografió a la condesa Jacqueline de Ribes en los años 50. El gran fotógrafo ya parecía vaticinar un rasgo que va cogiendo fuerza encima de la pasarela. Frente a pequeñas napias que parecen salidas de un dibujo de cómic, la tendencia impone entre las modelos una nariz grande, rotunda y que habla por sí sola.
Hace unos días, New York Post recogía cómo el cirujano plástico Nicolas Tabbal visitaba a su mujer, la diseñadora Reem Acra, en su oficina. Allí se encontró con una modelo de la que dijo después “Dios mío, esta chica necesita una rinoplastia”. “No, le hace parecer más interesante, más atractiva”, replicó la libanesa. Una respuesta que bien justifica el auge de modelos como Julia Nobis, que ha sumado la última colección crucero de Louis Vuitton a otros desfiles como las propuestas de otoño 2016 de Valentino, Miu Miu, Balenciaga o Givenchy. En la misma línea se mueven maniquíes como Charlotte Lindvig (a la que vimos en el desfile de Balenciaga con los modelos Gvasalia), Regitze Christensen (protagonista de la campaña primavera verano de Céline), y quizá la nariz más paradigmática de la pasarela contemporánea, Anna Cleveland, hija de la mítica modelo norteamericana de los años sesenta Pat Cleveland, modelo del año en 2015 y elegida para la campaña primaveral de Marc Jacobs.
La percepción generalizada que existe en el sector podría ir también por esos derroteros: “el estereotipo ojos azules, pelo rubio y labio carnoso creo que ha pasado ya la época. Ahora el diseñador busca estilo, algo especial. Ya no solo sirve la perfección, el rango es más amplio”, declara Joaquín Hortal desde la agencia de modelos View Management. Según este booker, lo que se busca es que la modelo “tenga personalidad, que entre en un casting y que el director se sorprenda con algo simple”.
El abanico de posibilidades sobre la pasarela ahora es más amplio. Como apunta Esther García, desde Esma Proyectos, responsable de los castings de Cibeles y de la 080 de Barcelona entre otros, “cada diseñador marca su sistema. Mientras que Dolce&Gabbana apuesta por bellezas más clásicas, Yves Saint Laurent hace todo lo contrario”. ¿Y qué sucede en el caso español? “Es otra forma de trabajar el casting. En Madrid y Barcelona tenemos que hacer uno más amplio para que cada diseñador elija su tipo” explica García. Y aunque “en España en general se siguen decantando más por la belleza clásica” como apunta Raquel Gatell desde Traffic Models, “cada vez se está abriendo más a nuevas propuestas”. Dos buenos ejemplos serían el éxito de Mayka Merino en la pasarela internacional o el casting de las últimas colecciones de Zara, que han llegado a incluir desde modelos rapadas a figurines con heterocromía (un ojo de cada color).
Sin embargo, más que considerarse una tendencia, las narices potentes son algo “que siempre ha estado ahí”, coincide Fernando Merino, booker de Uno Models, con Gatell y con Joaquín Hortal. Aunque el otoño pasado ya se vieron campañas de Dior o Saint Laurent de la mano de Julia Nobis o Julia Cummings, desde comienzos de los 2000 la modelo Jamie Bochert lleva acaparando portadas y desfiles. Con sus grandes narices, Anjelica Houston o Barbra Streisand se convirtieron en dos de los iconos de moda más admirados, igual que las expectativas que sigue despertando Sarah Jessica Parker.
¿Por qué triunfan las narices grandes y en general, este tipo de rostros que se salen del canon de belleza tradicional? Porque son “más accesibles al consumidor. Así este puede sentir más afinidad” explican desde View Management. Una opinión que también comparte Esther García. Para ella, a raíz de las redes sociales “las niñas se van identificando con gente muy distinta que no busca la perfección”.
En un momento en el que prima la naturalidad, las cifras de cirugía plástica en torno a la nariz se han reducido considerablemente a nivel global de 2013 a 2014, según datos de la International Society of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS). En el caso español, la popularidad de la rinoplastia ha descendido desde 2009, suponiendo un 6,7% de las intervenciones realizadas en 2013, acorde con las últimas estadísticas de SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética). Para su vicepresidente, el dr. Jesús Benito Ruiz, las narices grandes “son un vaivén de la moda”. Pero frente a la nariz de Elsa Pataky (en el ranking durante mucho tiempo según este cirujano) o la nariz respingona que se puso de moda en Estados Unidos, la tendencia actual “es que una nariz no se vea operada. Que mantenga la personalidad”.
Que se lo digan a Diana Vreeland. Contraria a la cirugía estética, la famosa editora de moda convirtió a Barbra Streisand o Maria Callas (y sus rotundas narices) en musas. O en terreno patrio, que se lo digan a la propia Rossy de Palma. Lo dejó claro en una entrevista para S moda: “Si hubiera tenido unas orejas enormes me las habría operado, pero tener la nariz pronunciada nunca me molestó”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.