La moda de las camisetas feministas, ¿a favor o en contra?
Decenas de firmas han subido a la pasarela prendas con lemas feministas y el ‘low cost’ ya comercializa sus versiones. La polémica está servida: ¿ayudan estos mensajes al movimiento o se apropian de él para generar ventas?
«The future is female» («El futuro es femenino»), «Girls just wanna have fun-damental rights» («Las chicas solo quieren tener derechos fundamentales», un juego de palabras a propósito de la famosa canción de Cindy Lauper) o «Girls can do anything» («Las chicas pueden hacer cualquier cosa») son solo algunos de los lemas feministas que hemos visto estampados en camisetas en las semanas de la moda. La reivindicación de los derechos de las mujeres en la pasarela en tiempos de Trump se ha convertido en un tema recurrente para infinidad de firmas. Prabal Gurung cerró su desfile con un tropel de modelos luciendo camisetas con los dos lemas que encabezan estas líneas (entre otros), Zadig & Voltaire vistió a sus modelos en el backstage con el eslogan «Las chicas pueden hacer cualquier cosa», Milly regaló a los invitados a su show camisetas con la inscripción («Steinem AF») en homenaje a Gloria Steinem, Jonathan Simkhai cerró el show luciendo un top en el que podía leerse «Feminist AF«, Mara Hoffman subió a la pasarela a las fundadoras de la marcha de mujeres de Washington y Victoria Beckham colocó en sus abrigos broches con mimosas, la flor por excelencia del Día Internacional de la Mujer. La lista podría seguir unos cuantos ejemplos más.
Teniendo en cuenta que vestirse es un acto político, parece obvio que la moda puede ser política y, por tanto, feminista. Solo hay que echar un vistazo a las colecciones (y filosofía) de Miuccia Prada para confirmarlo. Sin embargo, es la primera vez que tantos diseñadores alzan la voz al mismo tiempo para defender los derechos de las mujeres de forma tan explícita y apoderándose de lemas feministas rescatados de los años 70. Los mismos que hace unos meses ya paseaban Cara Delevingne o Ariana Grande y que muchos jóvenes lucieron en las redes sociales sin saber de dónde habían salido. La temporada pasada, Maria Grazia Chiuri inauguraba la tendencia en la pasarela diseñando una simple camiseta blanca con una proclama feminista estampada. El ya ubicuo «We should all be feminist» («todos deberíamos ser feministas») fue su declaración de intenciones en la primera era de Dior capitaneada por una mujer y un homenaje al libro homónimo basado en la charla TED de Chimamanda Ngozi Adichie. Cuando la firma puso a la venta la prenda por 550 euros las críticas no tardaron en llegar. La maison francesa respondió anunciando que parte de la recaudación sería donada a la Fundación Clara Lionel, la organización sin ánimo de lucro de Rihanna, que apoya y financia programas de educación y salud para luchar contra la injusticia, la desigualdad y la pobreza mundial.
Del mismo modo, la mayoría de las firmas han decidido donar parte de sus beneficios a distintas asociaciones. Prabal Gurung, por ejemplo, cederá parte de la recaudación de sus camisetas a American Civil Liberties Union, Planned Parenthood y Shikshya Foundation Nepal. Esto no ha evitado que muchas posturas críticas se alcen contra este tipo de prendas. Más aún cuando numerosas firmas low cost han decidido sumarse al carro vendiendo camisetas feministas por menos de 5 euros y sin donar sus beneficios. Cuando Karl Lagerfeld recreó una falsa protesta feminista para cerrar el desfile de Chanel en 2014 se abrió un extenso debate acerca de si realmente era positivo para el movimiento ser visibilizado en la industria de la moda o, por el contrario, el diseñador solo había frivolizado con una causa social que lleva siglos luchando por ser tomada en serio. Ahora la polémica vuelve a estar servida: ¿ayudan estos mensajes al feminismo o se apropian de él para generar ventas?
Voces como la de la escritora Jessa Crispin, autora del libro Why I’m not a feminists (un análisis acerca de cómo todos estos lemas impresos en camisetas y reproducidos en redes sociales han vaciado de significado al movimiento), lo tienen claro: «Las empresas están utilizando estos puntos de vista políticos para vender productos y el feminismo fue el primer movimiento en caer en eso y se ha convertido en un lema y en una campaña de marketing […] Hoy en día está muy de moda ser radical sin hacer nada por la causa (autoproclamarse feminista, anarquista o anticapitalista). El mercado siempre estará tratando de venderte algo. Resístelo», afirma la autora. Para ella, «el feminismo se ha convertido en una marca popularizada por CEOs y compañías de belleza”.
La periodista Olivia Muenter también se suma al análisis en un artículo para Bustle titulado El feminismo ha sido la gran tendencia en la semana de la moda de Nueva York pero yo no he comprado nada todavía. «La línea entre hacer algo porque está de moda y hacerlo porque es necesario es tan fina que es prácticamente imposible explorarla. Ver en Instagram que el femimismo ha protagonizado la semana de la moda de Nueva York es guay. Pero cuando ves que una marca no estaba implicada con el movimiento antes de que se hiciese popular, puede dejar de parecer tan guay«, escribe. Según la periodista, el sentido se pierde por completo cuando se trata de marcas que visibilizan la igualdad pero no tiene tallas para todas las mujeres. Eso es precisamente lo que explica a S Moda Paloma Tosa, coordinadora en Ágora Espacio de Formación Feminista: «Creo que una reivindicación feminista es algo muy serio. Si es portada por un cuerpo escuálido de la talla 34 considero que no es aceptable. Pero si los diseños pertenecen a marcas que hacen tallas para todas y que tienen una filosofía afín al movimiento, creo que es positivo que se visibilice. Eso sí, ya que se aprovechan de él para hacer caja, qué menos que revertir los beneficios donándolos de forma solidaria», afirma.
El éxito de estas proclamas está siendo tal que, numerosos rostros conocidos como Natalie Portman o Rihanna ya las han lucido. También los asistentes a los desfiles se han dejado fotografiar portando prendas con mensaje. Incluso los hay que han decidido serigrafiar su propia camiseta reproduciendo algunos de los lemas vistos en la pasarela (aquí vemos a una chica vistiendo su versión de la camiseta de Dior). Barba, un taller de serigrafía de Barcelona, ya comercializa un diseño infantil en el que puede leerse «Girls can do anything«. «Quisimos crear esta camiseta para que las niñas tengan claro este mensaje desde que son pequeñas. Seguramente también la sacaremos para adultos», cuenta a S Moda Bea Bascuñan, fundadora de la empresa junto a Albert Jornet. «Considero que todo lo que sea visibilizar el feminismo es positivo pero tiene que ir acorde a los valores de marca. Nosotros trabajamos con proveedores de camisetas que trabajan en buenas condiciones y utilizan algodón orgánico y las serigrafiamos en nuestro taller de Barcelona», afirma. «Las grandes empresas hacen cualquier cosa por vender pero para mí solo tiene sentido cuando existe una filosofía detrás», insiste. Una afirmación que cobra especial sentido si recordamos la polémica que rodeó a la camiseta «This is what a feminist look like» (en castellano: «este es el aspecto de un feminista») cuando, después de que numerosos políticos y celebrities la llevaran, se descubrió que se fabricaba en Bangladesh en condiciones de esclavitud.
Los propios artífices de subir estas consignas a la pasarela han querido dejar clara su postura. «Como diseñador siento la responsabilidad de hablar y de formar parte de esta conversación de manera que pueda provocar el cambio. Ese fue el objetivo de nuestras camisetas», afirma Gurung. «Creo que es una simplificación excesiva llamar tendencia al feminismo. Aunque siempre he estado a favor de los derechos de la mujer, me conmovió mucho la energía y emoción que sentí cuando fui a la marcha de mujeres de Washington. Se trata de un movimiento que ha afectado a todo el país y como diseñador, estoy haciendo lo que puedo para mostrar mi apoyo», explica Simkhai. Al parecer, a fecha 24 de febrero, la venta de sus diseños había aportado 8.000 dólares a Planned Parenthood, la red de planificación familiar que ha sufrido fuertes recortes por parte de la administración Trump.
Ana Locking, una de las diseñadoras españolas más aclamadas, también referenció un problema político –el racismo– en su última colección, presentada hace unos días en la semana de la moda de Madrid. Cuando le pedimos opinión sobre la polémica que rodea las camisetas feministas se muestra contundente: «No creo que estos mensajes frivolicen el movimiento, el prejuicio de pensar que la moda es algo frívolo es bastante simplista». Y continúa: «La ‘ropa’ ocupa un papel funcional, pero la ‘moda’ ocupa un papel testimonial, y pensar que no puede tratar temas reivindicativos y/o sociales pertenece a mentalidades con miras muy bajas. Pero obviamente, no todo vale, ya que se han de tratar con respeto y fundamentación, y creo que se nota cuando una marca utiliza mensajes para vender más, de cuando los utiliza para intentar mover conciencias dentro de la posición que el mercado le ha dado. No creo que nadie pueda decir de Vivienne Westwood que es una marca y/o diseñadora frívola», añade. Según considera, es importante que las marcas o multinacionales que comercialicen estos lemas cumplan con la paridad laboral en puestos ejecutivos, eliminen la brecha salarial entre hombres y mujeres o trabajen por los derechos laborales de las mujeres en los lugares donde fabrican sus prendas. «De lo contrario es una hipocresía más de un sistema sociopolítico que sigue sin funcionar».
Más allá de los argumentos a favor y en contra, el debate de si la moda puede apropiarse de causas sociales así como de elementos underground vuelve cíclicamente. ¿Debería vender Urban Outfiters prendas con el rostro del Che Guevara? ¿Dejó el punk de ser tal cosa cuando se subió a la pasarela? La moda, experta en absorber cualquier movimiento subcultural y convertirlo en tendencia, lo mismo logra uniformar a un batallón de street stylers con camisetas de grupos que probablemente jamás estén en su lista de reproducción que convertir en la sensación del momento lemas rescatados de la segunda ola feminista. Sin embargo, parece lógico defender que visibilizar un mensaje de lucha por los derechos femeninos en una camiseta siempre será mejor que llevar una de esas frases vacías o polémicas que se siguen estampando. Locking lo resume así: «Cualquier apoyo para que un movimiento sea más visible en la sociedad es positivo. Hay distintos canales para llegar a distintos segmentos de la sociedad y creo que la moda es un buen canal para llegar a un gran público».
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