La adolescente que se propuso capturar la belleza y conquistó Instagram
La holandesa Sophia Destrée es la última representante del talento emergente que se incuba en las redes sociales. Con solo 16 años y un puñado de retratos, miles de ‘likes’ reconocen su trabajo.
Su privilegiado olfato para capturar en imágenes el encanto de la juventud le ha proporcionado una celebridad inesperada. A Sophia Destrée aún le cuesta trabajo bregar con las grandilocuentes etiquetas que le han adjudicado desde que la edición neerlandesa de la revista i–D interrumpiera su anonimato hace unas semanas. “Prodigio de la fotografía” o “adolescente extraordinaria” son solo algunas de las pomposas etiquetas que se le atribuyen. La culpa de su repentina popularidad la tiene Instagram, plataforma desde donde esta fotógrafa de 16 años ha decidido explorar los límites de la belleza y la juventud espontáneas.
Su caso confirma no solo la insaciable avidez de los scouts de la era moderna, siempre dispuestos a emitir carta de naturaleza a la precocidad, sino también el carácter definitivo de Instagram como vivero y escaparate del arte emergente. Destrée asegura a S Moda ser perfectamente consciente de que la atención que ha concitado en las últimas semanas no le distrae de lo esencial: “De momento no soy más que una chica de 16 años que tiene que ir al colegio. Disfruto mucho del hecho de haber podido contactar con gente muy interesante gracias a mi trabajo y me mantengo expectante ante lo que pueda llegar en el futuro, pero me resulta difícil hablar de cosas que todavía tienen que suceder”.
Retrato de Madeline, compañera de clase de Sophia.
Sophia Destrée
En el porfolio de esta fotógrafa hay una improvisación capciosa. Dispara retratos con trazo urgente y escasa solemnidad, pero todos ellos comparten una discreta y estudiada hermosura, una especie de código común que solo la autora sabe destripar. Frente a la crudeza que caracteriza la mirada del diseñador Gosha Rubchinskiy o la del fotógrafo Mike Brodie, talentos obsesionados con mostrar la juventud sin complejos y la inocencia superada, Destrée prefiere mantenerse al margen de la rebeldía y se limita a exhibir a sus modelos sin aristas.
“Me interesa más lo que piensa y siente la gente que su simple aspecto físico. Me gusta fijarme en rostros diferentes, pues esa diferencia es precisamente la que yo considero más bonita. Es infinitamente más fácil retratar a alguien que tiene una fuerte personalidad porque la elegancia se basa en el respeto a uno mismo, una condición que hace bello a cualquiera independientemente de lo que pueda vestir”, explica. Su universo se sustenta, en esencia, en aquella definición del premio Nobel de Literatura Anatole France que defendía que un buen retrato es una biografía pintada.
Violetta y Olivia.
Sophia Destrée
Los casos de jóvenes promocionados al calor viral son incontables –demasiadas veces con un valor perecedero–. El último ejemplo es el de la comisaria estadounidense Adi Rajkovic (24), que acaba de organizar una exposición en Los Ángeles con 47 artistas femeninas fichadas a través de Instagram.
No solo el talento anónimo se sirve de las ventajas de las redes sociales. Artistas como el fotógrafo afroamericano Paul Octavious, el diseñador Brian Donnelly (KAWS) o la retratista Laurie Simmons coleccionan seguidores y likes por doquier. La plataforma creada por Kevin Systrom les ha servido para acercar su trabajo al público y consolidar su prestigio. Quizás dentro de unos años será Sophia Destrée quien pertenezca a ese mismo club. Por el momento es una joven promesa que ofrece algo único a sus seguidores: la posibilidad de observar en tiempo real la génesis y maduración de una artista.
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