Pionera y descarada: los CFDA premian el ‘estilo JLo’, la mujer que jamás dudó que triunfaría
Los Oscar de la moda rinden tributo a los 20 años de la cantante como creadora de tendencias e icono de belleza. Analizamos por qué merece el galardón.
Cuando Jennifer Lopez apareció en los Grammy del año 2000 con un despampanante vestido verde firmado por Versace, Internet enloqueció. Si hubiera existido Twitter, se hubiera convertido en trending topic global. Pero en aquellos años de pleistoceno digital ni siquiera se había creado aún Google Imágenes, invento que precisamente debe su origen a la célebre aparición de la cantante. Aquella noche la consulta «Jennifer Lopez Grammy dress» se convirtió en la más repetida en el buscador y Eric Schmidt, director ejecutivo de Google durante 10 años, decidió que tenía que crear una herramienta para dar a la gente lo que quería: una imagen concreta, no un montón de artículos. Así fue como nació uno de los apartados más útiles del motor de búsqueda tal y como lo conocemos hoy.
Aunque solo sea por llevar el primer vestido viral de la historia de Internet, Jennifer Lopez merece el reconocimiento de la industria de la moda. Si a eso le sumamos su capacidad para anticiparse al furor por los vestidos transparentes o naked dress en las alfombras rojas, ser musa de diseñadores como Donatella Versace, Tom Ford o Zuhair Murad o reivindicar la estética chola, sobran motivos para honrar sus aportaciones al estilo contemporáneo. Por eso el CFDA (Consejo de Diseñadores de Moda de América) le entregó anoche en Nueva York el considerado como Oscar de la moda en la categoría de Fashion Icon, una distinción que se han llevado en ediciones anteriores artistas y modelos como Rihanna, Naomi Campbell, Beyoncé o Kate Moss y que coincide con los 20 años de JLo en la música.
“El estilo de Jennifer Lopez es atrevido, desinhibido y siempre memorable”, dice sobre ella Steven Kolb, CEO de la CFDA. Y añade: «Los diseñadores, incluidos muchos de los miembros del consejo, adoran vestirla tanto en sus actuaciones como en su vida privada». «Utiliza la ropa para transmitir confianza y poder», opina Diane von Furstenberg, expresidenta de la CFDA recientemente reemplazada por Tom Ford en el cargo. Entre los looks de JLo más icónicos de los últimos tiempos destaca el diseño plateado de Tom Ford que lució en los pasados Oscar, el increíble Giambattista Valli rosa con tantos metros de tul que no podía ni entrar en el coche o las botas-pantalón de Versace que provocaron ríos de tinta digital. Pero a lo largo de su carrera lo mismo ha emulado a Jacqueline Kennedy que ha amenazado los principios del buen gusto bandana blanca mediante. Ya lo dice ella: «Me gusta mezclar el glamur con un poquito de la calle».
Mucho antes de que Kim Kardashian (que, por cierto, ganó el CFDA a la influencer del año en 2018) se convirtiera en la celebridad más omnipresente de nuestro tiempo, la intérprete de Let’s get loud ya había defendido las curvas y los glúteos voluminosos. Durante años su famoso trasero no solo fue considerado el mejor de la industria del espectáculo, sino que desencadenó todo tipo de leyendas urbanas (que estaba asegurado por una indecente cantidad de dólares es quizá la más popular y cacareada). Ni que decir tiene que la neoyorquina de origen puertorriqueño ha defendido como pocas las transparencias desmedidas sobre la alfombra roja causando sensación con cada nueva aparición. Porque guste más o menos su forma de entender el estilo, de lo que no cabe duda es de su capacidad para hacer de la ropa un arma de revolución.
Más allá de su cuerpo y de cómo decide cubrirlo, la actriz y cantante es la viva encarnación del sueño americano. Las más variadas profesiones (actriz, cantante, productora, diseñadora o emprendedora) se acumulan y agolpan en su currículo, en el que también figuran otros logros. J Lo se convirtió en 2014 en la primera mujer condecorada con el Icon Award de los premios Billboard, sus películas han recaudado más de tres mil millones de euros en taquilla y puede presumir de ser la celebrity con la línea de fragancias más rentable del mundo (más de 2 mil millones de euros). Sin duda, Jennifer Lopez es una de las artistas con más predicamento de la actualidad, tal y como lo reconocía la revista Time al incluirla en su lista de las 100 personas más influyentes en 2018.
«Si no hubiera tenido una cierta ambición, seguramente me habría casado al acabar el instituto, habría tenido hijos y un trabajo en un banco en Castle Hill [una zona residencial del Bronx, su barrio de Nueva York], como mi tía», reconocía ella misma a InStyle en una entrevista. «Simplemente tuve sueños e ideas que eran diferentes». Sin ser una de las actrices con mejor calidad interpretativa (nunca ha recibido un gran premio, aunque estuvo nominada al Globo de Oro por Selena) ni tener unas cualidades vocales a la altura de otras grandes divas de la música, Lopez acumula éxitos a base de confianza, perseverancia, un talento comedido, pero arrollador, y un indudable olfato para los hits (El Anillo o Ain’t your mama son solo los más recientes ejemplos de una lista que incluye canciones mundialmente coreadas como Jenny from the block, On the floor o Let’s get loud.
Tal y como ella recordaba en su cuenta de Instagram, se cumplen 20 años desde el lanzamiento de su álbum debut, On the 6, y «la chica que sale en el vídeo nunca tuvo dudas de que ese era el lugar donde debía estar. «[…] Me alegro de haber podido aferrarme siempre a la soñadora, a la niña con infinitas posibilidades… todavía aún creo que todo es posible». Dos décadas que celebra con una nueva gira que empieza en Los Ángeles el próximo 7 de junio y la cinta Hustlers, un drama sobre un grupo de strippers que deciden planear una venganza contra sus ricos clientes de Wall Street en el que comparte pantalla con Constance Wu o Cardi B (a España llegará en noviembre de este año).
Todo ello ataviada con las tendencias que han marcado una época: del chándal Juicy Couture de los 2000 (un adelanto del athleisure que nos invade ahora) al body como uniforme musical pasando por el amor incondicional a los brillos, los metalizados y aquello que suponga convertirse en el centro de atención de todas las miradas. Sin olvidar, claro, su capacidad para construir una identidad tan sólida como reconocible a base de aros grandes, coleta apretada y ultralarga (hola, Ariana Grande), estilismos sin miedo al qué dirán, plataformas imposibles y vestidos con raja en la pierna y escotazo con los que resaltar su voluptuosidad latina. ¿No son acaso motivos suficientes para merecer un Oscar de la moda?
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