Olvida Vetements, las gorras ‘hip hoperas’ de los 80 conquistarán el otoño
Marc Jacobs subió a la pasarela nuevas versiones del icónico sombrero Kangol acompañadas por cadenas de oro. No es la única firma que defiende las reminiscencias rap como la tendencia estrella de la próxima temporada.
Pesadas cadenas de oro, nuevas versiones del sombrero Kangol y conjuntos que bien podrían haber salido del armario de Grandmaster Flash o Run-D.M.C. en los 80. Así podría resumirse la colección de Marc Jacobs para la próxima temporada otoño-invierno. Un homenaje, muy bien acogido por la crítica, a la estética que lucían las estrellas del rap hace décadas. Porque antes de las camisetas por la rodilla y el estilo gangsta, los raperos llevaban abrigos de pelo, trajes de pana y preferían los sombreros a las gorras para vestir fresh (palabra que el argot es sinónimo de ir vestido de forma fresca, pulcra y novedosa).
El documental Hip-Hop Evolution (Netflix) fue el punto de partida y la fuente de inspiración para el diseñador neoyorquino. «Esta colección es mi versión del cuidado arte de la vestimenta callejera. Es un reconocimiento y un gesto de respeto a todo el refinamiento y la atención dedicada a la moda por parte de una generación que será para siempre la fundadora de la joven cultura del street style», afirmó Jacobs en la nota de prensa. Pero a pesar de que sus referencias son las más claras, no es la única firma que rinde tributo al hip-hop este invierno. Olvida Vetements y sus códigos inspirados en la Europa del este. Este otoño la moda neoyorquina marginal marca la pauta.
Miu Miu presentó abultadas gorras a lo Missy Elliott,
El nombre de sombrero Kangol se debe a la mítica marca homónima que pasó de ser la proveedora oficial de gorras para el ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial a objeto de culto predilecto de los raperos. LL Cool J (en la imagen inferior) fue uno de los pioneros en apropiarse del ‘bucket hat’ o gorro de pescador de la marca multiplicando sin parar sus cifras de venta. Un giro inesperado para una firma de sombreros que, hasta el momento, había vestido las cabezas de los Beatles o Diana de Gales hasta que, de repente, se vio absorbida por la cultura hip hop.
Porque si algo ha sabido hacer la estética del rap es fagocitar firmas de moda que, de entrada, se situaban a las antípodas de la calle. Tal y como cuenta el documental Fresh Dressed, la principal preocupación de estos jóvenes del Bronx, Harlem o Brooklyn, que no llevaban ni un centavo en el bolsillo, era simular que sí lo tenían. Puede que durmieran hacinados con otras diez personas en un piso repleto de cucarachas pero salían a la calle tan fresh como podían. Los abrigos de visón, las prendas de cuadros, las joyas de oro y las chaquetas vaqueras convertidas en lienzos grafiteros era todo cuanto tenían para fingir un estatus impostado y alardear frente a las otras bandas callejeras. Por eso los booster (ladrones de tiendas) no dudaban en hacer incursiones en las boutiques más caras de Nueva York para llevarse un buen surtido de sudaderas Polo Ralph Lauren que después vendían en el barrio por mucho menos. Así estos chicos se convirtieron en publicidad andante para marcas que no les presentaban ninguna atención. El papel del diseñador Dapper Dan, que versionó los logos de firmas como Louis Vuitton para acercarlos a quienes no podían permitirse sus diseños, fue fundamental para el nacimiento de la moda urbana de lujo. Incluso Gucci rindió homenaje a uno de sus diseños en su colección Crucero 2018.
En aquellos años, era posible entrar en una discoteca y saber de dónde era cada chaval por la ropa que llevaba. El uniforme de forajido de las primeras pandillas callejeras (vaqueros negros Lee, cazadora motera y chaleco vaquero con el nombre de la banda en la espalda) dieron paso a estéticas diferenciadas según los barrios. Los de Harlem conjuntaban la marca del chándal con la de las zapatillas, en Brooklyn mandaban los zapatos Clarks y las gafas Cazal sin cristales acompañados por sombrero Kangol y en el Bronx o Queens mezclaban elementos anteriores con su propio estilo característico. Es precisamente la estética de Brooklyn la más reconocible en la pasarela esta temporada. Además del gorro de pescador, Marc Jacobs transforma las lentes Cazal cuadradas en gafas de sol, defiende las prendas de abrigo con detalles de pelo y prefiere zapatos y botas de reminiscencias disco a las clásicas zapatillas, tan vinculadas a primera vista al hip-hop («lo más importante son las zapatillas. El fresh comienza por los pies y solían atracarte para quitártelas», apuntan en el documental Fresh Dressed).
La industria de la moda ya ha empezado a seguir la pauta marcada por Marc Jacobs y compañía encumbrándola como una de las tendencias del momento. La edición estadounidense de Elle colocaba en portada a la rapera Missy Elliot en su número de junio vestida de pies a cabeza con prendas de la colección de Jacobs y en Vogue Japón dedican distintas portadas de cara a septiembre protagonizadas por modelos como Anna Ewers, Lara Stone o Joan Smalls recreando el power dressing a base de microtops y boinas, viseras o sombreros con ecos hiphoperos. La cuenta de Instagram Siduations (de la que hablamos aquí) también dedica varias parodias –como la que precede estas líneas– a colar chicas de pasarela en medio de leyendas del rap.
Puede que no llegue a conquistar la calle (no es fácil recrear esta estética para bajar a por el pan y las firmas low cost parecen más interesadas en continuar explotando el fenómeno Balenciaga), pero sin duda veremos reminiscencias en los complementos. Las boinas a lo Black Panther que Dior subió a la pasarela ya pueden comprarse en tiendas como Zara, la misma en la que ya se cuela un sombrero de pescador. Ejemplos de aires más marineros o militares que callejeros pero que no podemos pasar por alto.
Resulta tan evidente como necesario recordar que el hip-hop ha inspirado las colecciones de grandes firmas de moda desde hace años. Lo mismo se cuela en marcas como Moschino que es el leitmotiv constante de aplaudidas firmas como Hood by Air o Public School, cuyos directores creativos fundaban a principio de los 2.000 Sean John. Riccardo Tisci tampoco se cansó de este punto de partida en su etapa en Givenchy y raperos como A$AP Rocky se sientan en los front row más codiciados. Incluso Vivienne Westwood, símbolo del punk, creó el sombrero Mountain en 1983 para acudir a los Grammy y su pareja, Malcolm McLaren, lo lució en el videoclip del clásico del hip-hop Buffalo Gals. Tres décadas después, Pharell Williams lo resucitaba convirtiéndolo en una extensión de su cabeza. Ahora podemos reconocer su silueta en lo último de Coach. La prueba definitiva de que la unión entre moda y rap va mucho más allá de las camisetas long fit de Kanye West.
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