_
_
_
_

¿Feminista, yo? No, gracias

Katy Perry y Taylor Swift son las dos últimas estrellas en distanciarse del feminismo. «No me considero feminista pero sí defiendo la igualdad de la mujer» es ya un clásico.

taylor

La semana pasada, Katy Perry escogió justamente el día en que la revista Billborard le entregaba el premio a la Mujer del Año para decir "no soy una feminista, pero creo en la fuerza de las mujeres". Katy pisaba los talones de Taylor Swift, que respondió lo siguiente a la pregunta de un periodista de The Daily Beast sobre si se considera feminista: "No me planteo las cosas en plan chicas contra chicos. Nunca lo he hecho. Me criaron unos padres que me decían que si trabajo tan duro como los hombres, puedo llegar igual de lejos". 

El tema debe estar en el aire, porque justo hace unos días otra popstar, esta vez en versión veterana y europea, Carla Bruni, afirmó en el Vogue francés que "ya no hay necesidad de ser feminista". Tras recibir lecciones de Introducción al Feminismo en Twitter, a través del hashtag #ChereCarlaBruni, rectificó, aseguró que se había expresado torpemente y que la frase debería decir: "Yo personalmente jamás he sentido la necesidad de ser activista feminista". 

De cualquier forma, lo de Katy, Taylor y Carla no es nuevo en absoluto. "No me considero feminista", habitualmente seguida de un "pero" o algún tipo de información aclaratoria, es una de las frases más recurrentes en las entrevistas a mujeres con un perfil público notorio. Recientemente, la pronunciaba Belén Rueda en su entrevista con SModa. Y sólo en los últimos meses la han formulado mujeres tan dispares como la nueva cabeza visible de Yahoo, Marissa Mayer ("no me considero feminista. Desde luego creo en la igualdad de derechos"), la actriz Melissa Leo ("No me veo como feminista en absoluto. Si empezamos a categorizarnos y etiquetarnos, el mundo se acaba"), Lady Gaga ("no soy feminista. Adoro a los hombres y la cultura masculina. Cerveza, bares, coches"), Demi Moore ("soy una gran defensora de las mujeres pero no me veo como feminista") y Juliette Binoche ("Este debate es aburrido. Y esa palabra coloca a la gente en una forma estereotipada de pensar").

¿Se trata una cuestión de ideología o de pedagogía? El Diccionario de la Real Academia define "feminismo" como "movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres". El legendario diccionario Webster de lengua inglesa dice que es "la teoría de la igualdad política, social y económica entre sexos". Y según la menos ortodoxa definición de la periodista Caitlin Moran, autora del best seller How to be a Woman (Ebury Press), "es la única palabra que significa: nos aseguraremos de ser legalmente iguales a los hombres, de que si te violan se considerará un crimen, de que tu dinero te pertenece y de que nunca puedes ser posesión de alguien". Ajustándose a cualquiera de estas acepciones, lo de "defiendo la igualdad de la mujer pero por favor no me llame feminista" corre serio peligro de caer en el oxímoron. ¿Qué sucede entonces?, ¿Cuándo se convirtió la-palabra-que-empieza-por-F en algo de lo que más valía distanciarse? Chloe Angyal, colaboradora de la web Feministing y frecuente exploradora de la sociología popular, culpa a "aquellos que se oponen al feminismo y se han pasado años fomentando esa confusión". Angyal cree que palabras como las de Taylor Swift "provienen de una completo malentendido sobre lo que es el feminismo. Oyéndola, parece que cree que el feminismo es la creencia de alguien que se alinea con las mujeres en la batalla de los sexos, lo que no podría estar más alejado de la realidad".

Andi Zeisler, subdirectora de Bitch Magazine y autora del libro Feminism and Pop Culture (Seal Studies), confirma que "se trata de asunto perenne" y remarca contradicciones como las de Bruni: "en sus declaraciones decía que no es feminista porque le encanta la vida de familia, como si ambas cosas fuesen mutuamente excluyentes". ¿Ha fallado el movimiento feminista a la hora de hacer la más básica pedagogía? Zeisler contempla la posibilidad, pero cree que el problema va más allá. "Hay un largo y persistente malentendido sobre lo que significa el feminismo. Las mujeres que reniegan intentan marcar una línea divissoria entre, por ejemplo, ser una persona con opiniones y autonomía y ser una persona cuyas opiniones y autonomía requieren tanto espacio que amenazan con alienar a los otros, específicamente a los hombres. Nótese que la mayoría de las mujeres que se declaran no feministas son heterosexuales. Lo que me frustra es que todas y cada una de estas mujeres se ha beneficiado en muchas maneras del feminismo, pero ninguna se ha molestado en ver qué significa, prefieren que sea la historiografía misógina la que defina el término". 

Lo más probable es que esas mujeres de elevado perfil público no huyan de aparecer como feministas, huyen de aparecer enfadadas, resentidas. Marissa Mayer es quien lo deja más claro: "no tengo ese impulso militante y la especie de aire resentido que va con ello". Siendo "ello" el feminismo. Con esa frase, define el posfeminismo tal y como lo entiende Silicon Valley: las cuotas y los manifiestos, como decía Gordon Gekko sobre el almuerzo, son para las débiles. La chica preparada se saca sus propias castañas del fuego sin necesidad de invocar a la hermandad, viene a decir también Taylor Swift con su comentario sobre "trabajar duro". En un artículo en la web XOJane, una colaboradora se solidarizaba con sus comentarios: "A veces, las feministas aparecen enfadadas y expresarme a través de la rabia no es lo mío (…). También creen tener siempre la razón, y eso no es lo mío". 

Según Moran, el mero hecho de definirse no feminista es un ejercicio de feminismo. "Cuánto más argumentan las mujeres contra el feminismo, más prueban su existencia y ejercen sus privilegios, ganados con esfuerzo. Sin feminismo estarían demasiado ocupadas dando a luz en la cocina, mordiendo una cuchara de madera para no molestar a los hombres que juegan a las cartas", ironizaba en una entrevista en la web Shine. 

Si eso, ya dejamos para otro día la variante sub1, ese otro clásico de las entrevistas promocionales que dice algo así como "no me considero feminista. Me encanta ponerme un tacón y que me abran la puerta del taxi" (Sí, Maribel Verdú, te estamos mirando a ti). 

¿Feminista, yo? No, gracias.

Getty

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_