Anatomía del ‘caso Ratajkowski’: ¿por qué hay personas que engañan sistemáticamente a sus parejas?
La ruptura de Emily Ratajkowski y Sebastian Bear-McClard, achacada a las supuestas infidelidades continuas de él, demuestra que nadie está a salvo de que le pongan los cuernos.
A mediados del mes pasado sorprendía la noticia de que la modelo Emily Ratajkowski y su marido, Sebastian Bear-McClard, habían decidido poner fin a su relación. Llevaban cuatro años casados y tienen un hijo en común, Sylvester Apollo, de un año.
Fue la revista People la que confirmó, a través de una fuente anónima cercana a la pareja, que había sido ella quien había dado el paso de acabar con la relación y que pronto presentaría una demanda de divorcio. Según la revista Page Six, la modelo había sido fotografiada unos días antes sin su anillo de boda, lo que ya llamó mucho la atención de sus seguidores. Finalmente, la ruptura parece que se ha confirmado. Según la misma publicación, las razones que habrían provocado la separación serían las continuas infidelidades de Bear-McClard. “Sí, él la engañó”, afirmó otra fuente también anónima. “Es un serial cheater [que podríamos traducir como infiel en serie]. Resulta todo muy desagradable. Es un perro”.
Resulta curiosa esta última frase, sobre todo considerando la publicación que @Emrata realizó en TikTok, como una especie de anuncio no oficial de su separación, en el que afirmaba que el único hombre que quería en su cama era su perro, Colombo.
Estos hechos parece que marcarán el abrupto final de una historia poco convencional que comenzó con un matrimonio casi por sorpresa en unos juzgados de Manhattan y en el que ella lució un vestido amarillo de Zara para, según le contó a Jimmy Fallon tiempo después, pasar un poco más desapercibida.
El término serial cheater, que parece que a partir de ahora quedará asociado a Sebastian Bear-McClard, es una derivación de serial killer, asesino en serie, y está relacionado con este último en el sentido de que, como el homicida, el infiel en serie siente una pulsión incontenible de engañar a sus parejas; independientemente de en qué punto esté su relación con ellas o de sus cualidades. De esta forma, poco le habría importado a Sebastian que su esposa fuera la madre de su hijo, una de las modelos más cotizadas del mundo, empresaria, activista a favor de las mujeres y escritora de éxito tras la publicación de su ensayo Mi cuerpo.
El caso Ratajkowski-Bear-McClard no es el único que ha sacudido las secciones de sociedad a ese lado del Atlántico. A lo largo de la historia, personajes como John F. Kennedy, Elisabeth Taylor o Jack Nicholson, y otros más recientes, como Tiger Woods, Charlie Sheen, Kristen Stewart, Brad Pitt, Ben Affleck o Chris Rock, han sido acusados de tener una irreprimible inclinación a acostarse con varias personas a espaldas de sus parejas, aunque en raras ocasiones estas acusaciones han podido confirmarse.
Pero, ¿existe realmente el serial cheater? Y, sobre todo, ¿qué es lo que lleva a estas personas a ser así? ¿Por qué no pueden controlarse? Las terapeutas Inés Bárcenas y Ainhoa Plata explican su teoría al respecto.
Características del ‘serial cheater‘
“En psicología no existe esa etiqueta como tal”, explica Ainhoa Plata, “pero sí hay rasgos de personalidad que hacen que determinadas personas sean propensas a ser infieles en sus relaciones”. Esta conducta se debe, según la experta, a ciertas patologías psicológicas que comparten muchos de los casos. “Lo más probable es que estemos ante un trastorno narcisista de la personalidad”, continúa la doctora. “Las personas narcisistas necesitan utilizar a los demás para sentirse queridos y admirados. Les gustan los retos y demostrarse a sí mismos continuamente que están por encima de los demás. Por esto mismo, les encanta vivir la pasión del enamoramiento (se sienten más admirados y valorados que en una relación larga). Al narcisista no le satisface una relación de pareja estable y duradera, pues con el tiempo la pareja va obteniendo su independencia y deja de idolatrarlo. Las infidelidades sacian las necesidades del narcisista: el reto de no ser descubierto, las emociones fuertes, el sentirse deseado, sentir que domina la situación, etcétera”.
Según la experiencia de Inés Bárcenas estas personas también suelen sufrir de un trastorno de la personalidad histriónico y dan mucha importancia al atractivo físico y a ser sexualmente atractivos o atractivas. “Quizá nunca lleguen a consumar el acto de la infidelidad”, indica la psicóloga, “pero les gusta gustar y flirtear. Son incapaces de mantener una relación de amistad con alguien del sexo opuesto”.
Inés también ha identificado en muchos de estos pacientes un apego evitativo: “Suele ocurrir que estas personas han aprendido en su infancia que el amor es algo invasivo, que la intimidad es algo dañino, agobiante”, afirma. “Esto provoca que en sus relaciones adultas, cuando las cosas se ponen serias y su pareja les invita a tener un compromiso más firme, se rebelen contra ello desarrollando estas conductas como respuesta a esa supuesta ‘intrusión’”.
Finalmente, la doctora también concluye que la baja autoestima es otro de los motores de este tipo de infidelidades. “El serial cheater busca validarse a través de sentirse atractivo para los demás. Son personas que han sido valoradas por su entorno según lo guapos o guapas que eran o lo carismáticos, nunca de una forma incondicional”.
“Resultan sorprendentes también las justificaciones tan absurdas que puedes llegar a escuchar en consulta de personas con un largo historial de infidelidades”, agrega Plata. “Desde que los humanos somos infieles por naturaleza, pero que no estamos preparados para entenderlo y por eso es necesario ocultarlo; a que no cuentan la verdad por altruismo, para no destrozar a su pareja, para que sus hijos no sufran un conflicto familiar, etcétera. Vamos, que ya se sacrifican ellos viviendo la mentira para ser el héroe de la familia”.
“Muchas veces crean una versión de la realidad en la que la infidelidad es casi culpa de la pareja”, explica Inés Bárcenas. “No puedo evitarlo… Es que soy tan atractivo o atractiva que los demás se pegan a mí…». Nunca son responsables de nada de lo que les pasa, y esto es lo que resulta más desesperante para las parejas. Tampoco entienden del todo el impacto que sus comportamientos tienen en quienes les rodean, son incapaces de ponerse en los zapatos del otro. De hecho, uno de los trabajos más importantes en terapia es ayudar a la persona a entender y a integrar el efecto que sus conductas tienen en los demás. De todos modos, no todas las personas infieles en algún momento tienen trastornos de la personalidad o problemas mentales. Si las infidelidades son puntuales, seguramente tienen que ver con otros problemas de la pareja”.
El papel de las redes sociales y la pandemia
Aunque las infidelidades han existido siempre, parece claro que las redes sociales y las aplicaciones para ligar han producido un efecto multiplicador sobre las posibilidades, las variedades y la facilidad para serle infiel a la pareja. Según un estudio elaborado en 2014 en el Reino Unido, las redes sociales se citaban como una de las razones de la separación en un tercio de los casos, y desde entonces las cifras han aumentado todavía más. “Las redes y las aplicaciones han cambiado totalmente las reglas del juego de los serial cheaters”, explica Inés Bárcenas. “Ahora es muchísimo más fácil contactar con personas, generar identidades falsas y ocultárselo a tu pareja. De hecho, en todos los casos que he atendido de personas que han sido infieles a sus parejas repetidamente, había aplicaciones de citas y redes sociales de por medio”. Según la doctora, estas apps provocan que se vea a las personas como un bien de consumo. “Nos hacen pensar ‘si con esta persona no me sale, hay mil más con las que puedo flirtear’”, concluye.
Por si esto fuera poco, las consecuencias de la covid-19 han actuado en cierto modo como acelerador de los problemas de pareja. Según Ainhoa Plata, “tras la pandemia las consultas de psicología están desbordadas de trabajo. Son muchos y diversos los motivos de consulta, pero sin duda entre los más comunes están los conflictos de pareja”. Pero también se ha producido el efecto contrario. Su colega explica que parejas que estaban en profundas crisis, gracias a pasar tanto tiempo encerrados y con menos ruido de fondo, han sabido resolver sus dificultades. Y añade: «Creo que la pandemia, ha tenido un efecto catalizador tanto de lo bueno como de lo malo”.
Un problema que puede trabajarse
“En psicoterapia siempre decimos que si hay un problema, hay una solución”, afirma Plata. “No obstante, para que sea efectivo es imprescindible que la persona quiera modificar este aspecto”, apostilla.
“No vamos a mentir, es de las cosas más difíciles de trabajar”, dice, para finalizar, Bárcenas. “No son tratamientos cortos. Hay que trabajar la identidad, la autoestima, la forma en la que establecen sus vínculos estas personas y en qué los basan… Se trata de un camino muy profundo de conocimiento, de exploración y de reconfiguración del vínculo consigo mismo y con los demás. Pero sí, es posible”.
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