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Cinco pruebas de que estás frente a una gran boda machista

¿Delantales para ellas y habanos para ellos en los regalos a los invitados? ¿Diferencias en el menú en función de si eres hombre o mujer? Enhorabuena, estás asistiendo a una ceremonia que normaliza y perpetúa los estereotipos de género.

Foto promocional de '8 apellidos vascos'.
Foto promocional de '8 apellidos vascos'.Cordon Press

Sí, se puede ser feminista y soñar con una boda. El feminismo lucha contra las desigualdades sociales de género, no contra el color de tu vestido o el escote que deberías enseñar en el altar. No obstante, sería estúpido negar el arraigo patriarcal del matrimonio, especialmente en las uniones heterosexuales, donde históricamente se ha perpetuado el carácter virginal y de pureza en la entrega de la mujer al hombre. Numerosas ideólogas –entre ellas Sylvia Pankhurst, Kate Millett o Germaine Greer– mostraron durante los dos últimos siglos su oposición a esta institución. Sin embargo, desde que se aprobó el matrimonio en el colectivo LGTBQI, se ha modernizado la concepción sobre las uniones entre seres que quieren formalizar su relación junto a sus seres queridos. Son las parejas heterosexuales las que todavía tienen que lidiar con un imaginario nupcial trufado de tics sexistas que sortear. Las señales son bastante fáciles de reconocer. Así, sabrás que estás en una boda machista cuando…

La familia de la novia carga con la mayor parte de los gastos del evento.

Como si de una dote se tratase, todavía existen casos en los que el padre de la futura esposa se hace cargo con los gastos del conjunto de la boda. Esta tradición ha perdido aceptación social y fuelle, pero los portales especializados en bodas aseguran que todavía sigue una tradición (supuestamente más progresista) en la que la familia de la novia carga con una mayor parte de los gastos (vestido de novia, anillo del novio, invitaciones de boda, vestidos pajes y damas de honor, pago de la iglesia o recinto de la ceremonia, wedding planner, el coste del aperitivo o cóctel, traslado de los invitados, contratación de músicos durante la ceremonia y reportaje de fotos/ vídeo). Una boda en la que la familia de la novia asume tener que desembolsar más lleva implícito el mensaje de que el enlace es una especie de regalo por «aceptar» a la mujer. Una situación alejada del espíritu de unión en igualdad de condiciones en una sociedad avanzada.

El padre entrega a la novia a su futuro marido

Entrar cogida del padre y salir cogida del marido. He aquí una mujer que, simbólicamente, debe ir en manos de un varón para guiar su camino. Recorrer sola el camino hacia el altar o cogida del brazo de los dos padres (o cualquier otro ser querido con el que se quiera compartir ese momento) es una solución a un gesto que hemos normalizado socialmente pero que esconde un mensaje sexista. Es cierto que los hombres también entran del brazo de su madre, convertida en madrina, pero en su caso esperan la llegada de la novia y no se produce esa ‘entrega’.

En el menú nupcial hay pescado para ellas y carne para ellos

¿Es que a las mujeres no les gusta el solomillo? En España todavía existen múltiples enlaces en los que se divide por género el banquete de los comensales, asociando estereotipos sexistas a los invitados. Si la voluntad de los contrayentes es ofrecer una variedad de platos, no hace falta asociar los manjares ligeros a ellas para que conserven su figura y la proteína viril a los hombres. Mismo consejo para esos postres segregados en los que ellas se tienen que contentar con una mousse de limón frente al festival de chocolate masculino.

¡Puros para los invitados y delantales para las invitadas!

Así fue en la boda de Kiko Rivera e Irene Rosales en 2016. Un detalle que desvelaron anonadados los invitados en televisión. Mujeres fregando y hombres fumando. Lo del hijo de Isabel Pantoja sigue ese legado en el que los hombres reciben un habano para comentar la jugada, whisky en mano, y las mujeres quedan excluidas de ese ritual lúdico y de confraternización.

Lanzar el ramo solo a las solteras

Como si solo ellas soñasen con compartir su vida junto a otra persona y formalizarlo. En una boda puede haber solteras encantadas de serlo, mujeres en una relación estable pero alérgicas a ese tipo de compromiso o recién separadas/viudas lidiando con sus emociones. Desde Feminist Bride aconsejan lanzar el ramo a todos los invitados, sin importar género o estado civil. «Hacer el juego más inclusivo, donde no se juzgue a nadie basándose en el estatus de su relación, hará que todo el mundo se lo pase mucho mejor».

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