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Macarena García, los nuevos ojos del cine español

Una obra de teatro y alguna serie después de Blancanieves, el ánimo aniñado y nervioso que hipnotizó al público se hace mayor en Palmeras en la nieve.

Macarena García

Tres veces a la semana a Macarena García (Madrid, 1988) se le aparece Dios. Ocurre en el Teatro Lara de Madrid, donde, mientras interpreta a la revoltosa María –una estudiante del campamento de verano cristiano La Brújula–, Dios se pone en contacto con ella para contarle lo mucho que le gusta Whitney Houston. O, al menos, ése es el argumento del musical La llamada, la obra que desde hace año y medio interpreta la actriz. «No sabría cómo contestarte a qué se siente al hablar con Dios tan a menudo [risas]. Solo sé que es una obra que me hace muy feliz. Y es importantísima en mi vida».

En retrospectiva, La llamada podía parecer un proyecto modesto para Macarena, flamante Concha de Plata a la mejor interpretación femenina y Goya a la actriz revelación por la Blancanieves torera de Pablo Berger. La cinta alumbró a una estrella y un par de ojos que eran el futuro del cine español. «Bueno… pero eso lo dices tú, ¿eh?». Vale, pues lo digo yo: Macarena es los ojos del cine español. «Me lo han dicho desde que hice Blancanieves, y me hace ilusión, pero no me doy tanta cuenta. Nunca he hecho un trabajo para transmitir más con los ojos. Lo intento interiorizar, entender qué le pasa al personaje e interpretar lo más emocionante y profundo que pueda. Procuro aportar cosas personales y no estoy pendiente de mi mirada, para nada».

Estar acostumbrada, con 26 años, a pisar la alfombra roja o a volar por los aires para besar a Mario Casas en un anuncio no ha hecho que le quite importancia a esa pequeña obra que nació en el vestíbulo de un teatro. «La llamada es algo que comparto con mi hermano, que está conmigo cada noche. Es de las experiencias en las que más a gusto y segura me he encontrado». Su hermano, Javier Ambrossi, es, junto a Javier Calvo, el autor de la obra. Él optó por el italianizante apellido materno, ella eligió el paterno. Si hemos de creer sus palabras, fue la única vez que han disentido en algo: «No nos peleamos nunca; al contrario, esta función nos ha unido más. Nos cuidamos mucho».

Corsé de Agent Provocateur, cadena de Viceroy y cadena con cruz de Bárcena.

Gorka Postigo

De constitución frágil, nerviosa, la seguridad es una obsesión para Macarena, lo cual resulta contradictorio si tenemos en cuenta que en el cine ha sido una heroína torera y en el teatro, una iluminada reguetonera. Casi nada. Recuerda los días de promoción de la película, con sus entrevistas encadenadas, como una pesadilla por la incapacidad de controlar la situación. «Lo que la gente conoce de ti es lo que ve en las entrevistas, y muestras poco. Sacaron mi parte más niña y más nerviosa. En mi día a día también soy serena y segura. No me sabe mal que se haya transmitido esa imagen, porque me siento muy querida, y en parte es por el cariño que me han dado los medios. Todos tenemos mil caras, así que tampoco mentían: hablo muy rápido, me acelero…». Damos fe, y nunca mejor dicho: dada la imparable verborrea de Macarena, Maca para los amigos, no parece la mortal más indicada con la que entablar conversación. Pero al Altísimo le gusta, y a los espectadores más, a tenor de los resultados: desde que La llamada se estrenara en el pomposamente llamado Off del Teatro Lara de Madrid, no ha dejado de representarse… hasta hoy. Con un empujoncito familiar se sobrelleva mejor la insoportable presión posmultipremio. Se crece como actriz, y ¿como persona?

«A mí manera soy muy espiritual. No tiene nada que ver con la religión. Tengo momentos buenísimos y momentos malísimos. Intento siempre estar bien y ver lo positivo. Y si tengo que ir a una terapia, pues voy. Lo que más me ayuda es rodearme de gente positiva y buena: de los que me acompañan desde muy pequeñita y me quieren de verdad». Mens sana in corpore sano, para Macarena la cara es el espejo del alma. «No me considero especialmente guapa. Estoy convencida de que la belleza está más relacionada con cómo está una por dentro que con tener una cara perfecta. Una chica que no es especialmente atractiva te lo puede parecer por su forma de ser», asegura.

En la serie B&B, de Telecinco, de la que estos días rueda su segunda temporada, también ha encontrado mucho cariño: «¡Mis padres son Gonzalo de Castro y Belén Rueda! Me identifico mucho con la relación que tienen Candela (Belén) y Sonia (Macarena), sin el punto de rebeldía contestatario de mi personaje, claro, aunque lo tuve en el pasado. Mi madre y yo tenemos un amor muy fuerte, vivimos juntas y confiamos mucho la una en la otra. Ella es alucinante, muy fuerte, valiente… es bondad. A todo el que la conoce le llama mucho la atención. Es especial».

Estola de zorro de Ramiro Guardiola, bañador de American Apparel y colgante de Nicol’s.

Gorka Postigo

Sonia es la becaria de la revista femenina B&B. Sabemos que en este país cada vez se lleva más lo de ser becaria hasta la jubilación, pero ¿no se siente extraña en ese personaje a sus 26 años? «Sé que parezco más joven de lo que soy. Es el papel que me ofrecieron. De todas formas, Sonia, aunque sea becaria, no es una adolescente: demuestra ser muy luchadora y tiene las cosas muy claras. Sí es cierto que ahora empiezo a sentir la necesidad de interpretar a mujeres adultas».

Normal, Macarena empezó como alumna de High School Musical en su versión teatral y ahora compagina papeles de niña de colegio de monjas y de becaria. Tiene que aburrirse de tanta carpeta con fotos de ídolos juveniles. «Siempre he sido buena alumna. Era la típica de todo sobresalientes, menos en cuarto de ESO, cuando llegué a casa con cinco suspensos. Nunca he sido muy rebelde. Ahora pienso que debería haberlo sido más», apunta.

Afortunadamente, en su nueva película, Palmeras en la nieve, dirigida por Fernando Fernández Molina, que acaba de rodar junto con Adriana Ugarte y Mario Casas, interpreta a Julia, en un arco que va de los 18 a los 31 años. Por fin dejará de llevar coletas, como dirían nuestras abuelas. «Acabo con dos hijos, un marido… Y me ha gustado, porque me encantan los niños. ¡Empiezo a hacerme mayor! ¡Ya soy un poco mujer!».

Bañador de Dsquared2, anillo de Luxenter, sortija en forma de serpiente de Guess y anillo de oro rosa con mosaico de ónix y citrino de Suárez. Botella de Zara Home.

Gorka Postigo

La edad, eso sí, también tiene sus contrapartidas, más todavía para una profesión tan ligada a lo físico como es la de actriz: «Ahora que me maquillan todos los días, noto que se estropea la piel y que tengo que cuidarme. En el teatro, muchas veces voy con la cara lavada, porque interpreto a una chica de 17 años y me siento más cómoda así». Suponemos que también rejuvenece su confesado gusto por las colonias de bebé. «Adoro el olor a vainilla. Y el del campo gallego, donde veraneo desde pequeñita: siempre que llego allí y bajo del coche, siento algo muy especial, un olor único». En perfumes es fiel a Narciso Rodríguez, fragancia que ha estado en su maleta todos estos meses que han sido un no parar: rodaje de la segunda temporada de la serie en Madrid, rodaje en Colombia y Canarias de su última película y gira ¡internacional! de La llamada, que llevó a los habitantes del campamento La Brújula (Dios incluido) hasta Moscú. «Ha sido una locura, una experiencia muy extraña, divertida y emocionante. Fuimos de una manera casi clandestina. Un grupo de fans reunió un poco de dinero y nos llevó a hacer dos funciones. Fue muy bonito, porque en la obra se tratan temas, como la homosexualidad, de los que allí no se puede hablar libremente. Nos abrazaban y lloraban sin que fuéramos capaces de comunicarnos», comenta.

En fin, volvamos al periodismo. ¿Piensa aprovechar su experiencia profesional en la redacción de B&B para quitarle el trabajo a las redactoras de S Moda? «No, qué va. Mi personaje hace reportajes de desahucios y asuntos sociales. No está muy metida en cosas de moda. Es un poco como yo. Desde que soy actriz me he tenido que fijar más: me he vuelto más presumida. ¡Antes era un desastre! Tuve una época en la que me hice muy fan de los zapatos de tacón. Ahora estoy en una etapa en la que vuelvo a estar algo apartada del tema de los eventos. Pero si tengo una fiesta o salgo a bailar con mis amigos, me pongo los tacones… ¡Se me da muy bien bailar con ellos!». Las revistas que irritan profundamente a Macarena son las del corazón. «No me parece agradable salir a la calle y que de repente haya una persona con una cámara gigante haciéndote fotos, que es algo que me ha pasado desde Blancanieves. Tuve que aprender a relajarme y asimilarlo. Es una situación muy incómoda. Un rollo. Y se me hace raro pensar que a alguien le puede interesar algo así. Pero no me hace sufrir».

En B&B, por cierto, también canta la sintonía original. Entre eso y el musical… ¿no nos estaremos perdiendo a una gran cantante? «No es lo que me apetece, tampoco siento que valga para eso. Preferiría componer y tocar instrumentos. Lo mío es actuar, aunque disfruto un montón cantando. En los karaokes siempre elijo cosas divertidas: la última vez escogí Con una mano en mi cintura, de Sonia y Selena [risas]».

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