Los Bettencourt y otras curiosidades de los imperios familiares de la cosmética
Liliane Bettencourt se ha salido con la suya y ha desheredado a su familia. Su historia no es única.
1. Los Bettencourt-L'Oréal
Liliane Bettencourt, principal accionista de L'Oreal, se ha salido con su la suya. La mujer más rica de Francia, que tiene 89 años, ha dado un giro al culebrón en el que se ha convertido su herencia y ha dejado a su familia sin una parte importante de su fortuna. Aunque hablamos de cantidades de dinero tan grandes (su fortuna de estima en 17.000 millones de euros), que el pellizco con el que se queda la familia, tienen el 30% de las acciones de L'Oreal, no solo les deja la vida completamente solucionada a a ellos, sino también a las generaciones venideras.
Pero Liliane tenía claro que sus parientes, con los que no tiene buena sintonía, no se iban a quedar con todo lo que ha dado L'Oreal, que es mucho. Por eso, dos meses antes de que un juez la declarara incapacitada y le diera la tutela a su odiada hija única, Françoise Meyers-Bettencourt, cambió su testamento.
Según ha publicado el semanario Le Point, 700 millones euros en seguros de vida, que iban a ir destinados a sus nietos Jean-Victor y Nicolas, irán a parar, finalmente, al Instituto Pasteur, que se dedica a la investigación para la curación de enfermedades infecciosas. Esta nueva versión del testamento también incluye que los muebles y las obras de arte, con lienzos de Picasso, Miró y Matisse, serán para el estado francés. Y como parece que Liliane estaba más unida al enfermero que a sus propios nietos, ha especificado que 10 millones de euros sean para el profesional sanitario que la ha cuidado durante años.
El que no ha tenido que esperar a la herencia para forrarse gracias a Liliane es el fotógrafo François-Marie Banier, al que le ha ido regalando durante sus años de amistad algunas propiedades, arte e incluso una isla en las Seychelles. “Claro, que no me arrepiento. A veces se comenten tonterías, pero la vida es más bonita sin arrepentimiento. Yo soy así. Si me apetece regalarle algo a un amigo lo hago”, dijo Liliane en una entrevista con Le Monde.
Lluís Llongueras
2. Los Llorengueras
Los Llongueras han protagonizado uno de los escándalos más destacados de la industria de la peluquería y la belleza en nuestro país. En su caso, ha sido Esther, la hija de Lluís, la que se ha aprovechado de ser la administradora única de la empresa para despedir a su padre.
Esther, su hermano Adan y la ex mujer del peluquero, Dolores Poveda, tienen juntos más del 50% de las acciones de la sociedad Peluquería y Maquillaje (Peyma), fundada por Luis en 1987, al que no han dudado en despedir por medio de un burofax. Eso sí, al menos han reconocido que el despido era improcedente y le han indemnizado con 6.258,63 euros.
Menos mal que el peluquero más famoso de España asegura que el conflicto solo ha afectado a “una de las empresas” de las muchas relacionadas con la marca Llongueras. De no ser así Luis Llongueras sería uno más del récord Guinness de parados, que no dudamos que lo ostenta nuestro país. "He intentando ser buen padre y al formar esta empresa puse las acciones a nombre de varios familiares", explicó el peluquero tras ser despedido.
Evelyn Lauder
Getty
3. Los Lauder
Una de las cosas que siempre contaba Evelyn Lauder, que falleció recientemente a causa de un cáncer de ovario, es que su suegra Estée eran tan 'mandona' que ordenó cambiar de sitio los muebles del apartamento que compartía con su hijo en Nueva York porque “quedaban mejor”. Cuando llegó Evelyn a su apartamento, su casa parecía otra.
A pesar del peso que la matriarca tenía en la familia, Evelyn consiguió hacerse un hueco poco a poco y ha pasado a la historia como una de las grandes de la industria cosmética. A la nuera de Esteé Lauder no solo hay que agradecerle la creación de Clinique sino la fundación de Pink Ribbon (lazo rosa), una organización para la investigación y la prevención del cáncer de mama para la que llegó a recaudar 300 millones de dólares.
Las hermanas Clarins en el desfile de Miu Miu en París.
Getty
4. Los Courtin-Clarins
En la familia Courtin-Clarins todo es armonía. Hasta el momento no hay peleas por la herencia ni lucha de egos. Sin embargo, las nietas del fundador, Jacques Courtin-Clarins, son bastante famosas en Francia y Estados Unidos. Sus méritos no tienen nada que ver con el imperio de productos de belleza. Virginie y Claire se han hecho famosas porque no se pierden una fiesta. Vanity Fair las acaba de nombrar en la lista de 'Hermanos mejor vestidos' y no hay reunión de socialités de París y Nueva York en la que no participen. Parece que se llevan de maravilla.
Junto a ellas están sus primas Jenna y Prisca, con quienes comparten estilo, buen gusto y copas en las fiestas más exclusivas. Además, empiezan a dar sus primeros pasos dentro de la empresa con la intención de modernizarla. Todo suena idílico dentro de esta familia, si bien la imagen de las cuatro primas Clarins resulta un tanto inquietante: son (casi todas) tan rubias, tan guapas, tan bien vestidas y tan carne de blog de moda que hasta resultan artificiales. Parecen verdaderos clones de perfección.
Jean-Paul Guerlain, el último descendiente de la saga de perfumistas.
Cordon Press
5. Los Guerlain
La casa Guerlain es una de las firmas de perfumería más antiguas del mundo. Fundada en 1828 por Pierre- François Pascal Guerlain, ha dado lugar a una de las sagas perfumistas más largas. La cuarta generación de esta familia está representada por Jean-Paul Guerlain, creador de fragancias tan conocidas como Vétiver o Samsara, que se retiró oficialmente en 2002. Eso sí, el año pasado tuvo su momento más escandaloso después de que esta maison llevara décadas de no llamar la atención. Y es que Jean-Paul hizo unas desafortunadas declaraciones un tanto racistas explicando cómo nació Samsara: "Por primera vez, trabajé como un negro; no sé si los negros han trabajado siempre tan duramente…". Las protestas se sucedieron en Francia y se habló de tomar acciones legales contra el perfumista. La firma (hoy perteneciente al grupo LVMH) se desmarcó completamente de las palabras de Guerlain y todo terminó como una anécdota con un anciano jubilado como protagonista.
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